Epílogo.

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— ¡Niña, niña! ¡El velo, apúrate!

Layla corrió tras de Faruzan con pesadez con los velos en sus manos, mientras Scaramouche a su lado se burlaba abiertamente de ella.

— ¿Estás... segura... de que las dos...? — Layla preguntó con la respiración agitada — ¿van a usar... velo?

Faruzan se detuvo de pronto, haciendo que Layla se estampara en su espalda por la inercia y cayera al suelo, un espectáculo que hizo a Scaramouche carcajear como deporte.

El recinto se encontraba vacío además de ellos, Alhaitham, Kaveh y algunos otros amigos que se habían ofrecido a ayudar con la boda de Candace y Dehya.

La boda sería realizada en medio del calor de los mediados de agosto, por lo que las chicas decidieron aprovechar y hacer una boda en la playa. Justo en ese momento, se encontraban colocando la cosas en un salón rentado a unos cien metros de la playa donde realizarían la ceremonia, pues la mañana siguiente sería el gran día.

— ¿Qué pasa? — preguntó Kaveh alegre al llegar, tomado de la mano de su novio.

— ¿Usarán velo? — interrogó Faruzan, poniéndolos casi en su cara — Si es así, ¿cómo? ¿Lo usarán las dos? ¿Trajes, vestido y traje, o dos vestidos?

— Eh... — el rubio intercambió una mirada con Alhaitham, que parecía igual de perdido — ¿S...? No... sé.

— Claro, eres gay, pero sigues siendo hombre — se lamentó la chica y buscó con la mirada a su siguiente mejor opción —. Mierda, ¿dónde se metió la Chiori? Debí recurrir a ella primero...

Cuando Faruzan se fue, Scaramouche pretendía alejarse, pero no quería dejar a su hermana en el suelo. Lo pensó un momento y finalmente suspiró con molestia, colocándola en su espalda.

— Nos vemos — se despidió retóricamente de la pareja, dejándolos solos.

— Mañana es el gran día — Kaveh comentó emocionado —. Parece ayer que se comprometieron, y de eso ya hace casi un año...

— Se van a cumplir diez meses — aclaró su novio. Alhaitham tomó la cintura del rubio como acostumbraba, para acercarlo tanto a él que al separarse se sentía incompleto.

— ¿Y? — soltó mosqueado Kaveh, rodeando su cuello con los brazos pero fingiendo desinterés —. De eso casi un año, ¿no?

— Entonces somos novios desde hace casi un año.

— Somos novios desde hace seis meses, ubícate — Kaveh acarició su mejilla —. Pero sí, dentro de otros seis será un año.

— Sigo sintiendo que desperdiciamos mucho tiempo — Alhaitham le robó un beso y mordió con suavidad su labio inferior.

— Todo surgió cuando tenía que surgir, ¿no? — el rubio se apartó después de dejar un último beso en sus labios —. Tengo mi consciencia tranquila.

El menor miró al chico que aún no podía creer que era su novio. Los veinticuatro le sentaban bien, pues se veía mejor que nunca. La luz que irradiaba no hacía más que hacerse más fuerte y cálida, lo que enorgullecía a Alhaitham; pues jamás pensó que a su lado pudiera crecer y seguir creciendo en esa magnitud.

Los últimos seis meses habían sido el cielo en la tierra para los dos. No tenían que reprimirse más y al ojo público ya tenían más de un año casados y quién sabe cuánto más de relación secreta. Ambos conocieron lo que era un amor sano, sin toxicidad o dependencia, sin cadenas al rededor de sus alas.

Alhaitham tenía tiempo sin saber de sus padres. Sabía que estaban bien y con vida, pero dejaron Sumeru y se mudaron a Inazuma apenas se disculparon con ellos hacía también unos seis meses, el día después del cumpleaños de su hijo. Les ofrecieron una barata explicación que no había hecho más que ofenderlo, así que les pidió que no volvieran a contactarse con ellos.

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora