Una melena de largo cabello rubio se mecía frenéticamente en el aire de los pasillos tratando de seguirle el paso a su dueño. La bonita trenza que se había hecho al empezar el día no era más que un vago recuerdo y el uniforme que llevaba estaba ya bastante desordenado señalando lo agitado que había sido su día en la Academia.
Una de las normas básicas en la Academia era no hacer alboroto ni correr, pero Kaveh no podía evitarlo. Dejó olvidada en la Casa de la Daena un ensayo muy importante para él y su futuro, no estaba en posición de darse el lujo de tomarse las reglas a pecho. Al fin y al cabo, tenía 16 años. ¿Qué iban a hacer, encerrarlo?
Tampoco es que lo quisiera averiguar. Corrió hacia la biblioteca a paso ligero, agradecido de que la noche ya había caído hace varias horas. Era uno de los momentos donde agradecía que la biblioteca no cerrara, pues según los directivos, el conocimiento no tiene horario.
Al entrar, se dirigió directamente hacia donde había estado sentado en la tarde, buscando con la mirada su cuaderno o algo que pudiera indicarle su paradero.
Se hincó y lo buscó debajo de la mesa, entre los libros que había tomado y hasta debajo de las lámparas, solo para darse de golpes en la pared. Se había esfumado y lo más probable es que le tocaría empezar desde el primer trazo ese pedazo de hipocresía suya.
— No está ahí.
Kaveh buscó el origen de la voz, rápidamente encontrando a un chico sentado a varios metros de él. No quitaba la mirada de lo que sea que estaba leyendo y parecía imperturbable. El rubio sintió sus mejillas sonrojarse en vergüenza, pues había pasado frente suyo hacía menos de diez minutos y ni siquiera lo notó ahí sentado.
— ¿Qué?
— Tu cuaderno. No está ahí — aclaró el chico, pasando de página.
El adolescente ladeó la cabeza examinando al otro, sorprendido. Era, quizás, menor que él, pero se manejaba con una elocuencia y seguridad con la que él solo podía soñar.
— ¿Cómo lo sabes? — se acercó — ¿Lo has visto?
El joven de cabello gris lo miró a los ojos y negó. A Kaveh le costó no olvidarse de su cuaderno y mantenerse en pie después de ver el verde de sus ojos.
— No. Cuando saliste, vi que lo dejaste en la mesa y tu amiga de cabello verde se lo llevó — explicó —. Quizás deberías tener más cuidado con las cosas importantes.
La pequeña burbuja en la que había entrado Kaveh se reventó de golpe. El chico aún lo miraba directamente mientras sostenía su argumento y usaba su dedo pulgar como separador en el libro cerrado.
— Mira, niño — lo señaló con el índice —. No me conoces, no sabes si soy descuidado o no. ¡No opines!
— Señalar es de mala educación. ¿No te lo dijo la misma persona que, se supone, te enseñó a tener cuidado con tus cosas? — Alhaitham tomó su dedo con una mano y le regaló una sonrisa ladeada. El rubio reprimió un chillido de enojo, golpeando el escritorio con su mano libre.
— ¡Qué arrogante eres para ser tan, tan...! — Kaveh suspiró al ver a Alhaitham ponerse de pie, saboreando la derrota inminente — tan...
Sus ojos verdes se encontraron de nuevo con el carmesí de sus iris.
— Es tarde — anunció el peligris en voz baja, admirando su rostro.
ESTÁS LEYENDO
De Anillos y Promesas | Haikaveh
FanfictionKaveh ha estado prometido al hijo de los mejores amigos de sus padres, Alhaitham, desde que nació. En profundo desacuerdo con el arreglo y con una relación clandestina que proteger, contrae matrimonio. Parece que lo que pensó que era el final de sus...