De Anillos y Promesas | Haikaveh

12. Débil

Él no era una persona que se destacara por ser frágil, manipulable o temeroso, era más bien el contrario. Sin embargo, por algún motivo, sentía que a los ojos de su novio, no era más que alguien débil y fácil de intimidar; cosa que realmente nunca le preocupó, pues sentía que eso quería decir que Cyno se veía capaz de protegerlo ahí donde quizás se veía más débil. Aunque en los últimos días, eso le hacía mucho ruido y odiaba admitir la razón.

El chico de cabello blanco había dejado de dirigirle la palabra desde que Alhaitham lo sacó de su casa. Le dejó algunos mensajes y trató de llamarlo algunas veces en vano, pues Cyno no respondió. No lo había visto en sus redes sociales ni en persona, como si la tierra se lo había tragado.

Terminó de secarse y vestirse, pero no se sentía listo para salir del baño. Justo atrás de esa puerta se encontraba una de sus mayores inquietudes del momento, y necesitaba unos momentos para reflexionar sobre los últimos días.

En primera instancia, Alhaitham lo había perdonado sin chistar por una elección gravísima y Cyno no le dio la oportunidad siquiera de disculparse con algo que literalmente no le afectaba. Hasta pensó que tal vez estaba buscando alguna excusa para enojarse, y dudaba que siguiera teniendo novio en tales circunstancias.

El enojo de Cyno es algo que ya sabía, pero había algo más que no se permitía admitir. Allá afuera, había tres personas que le habían demostrado que era percibido exactamente de la forma en la que él mismo lo hacía.

Dehya y Candace se acercaron a él con todo el amor del mundo a pesar de saber de la farsa, lo aceptaron e incluyeron con efecto inmediato; y le ofrecieron una amistad sincera más allá de los acuerdos del contrato que hacía ya tres meses había firmado.

Alhaitham le había dado la oportunidad de ser débil sin sentirse vulnerable y le habló con cuidado. Le ofrecía perspectivas de la vida que no tenía sin hacerlo sentir estúpido y valoraba su capacidad en áreas en las que a él se le dificultaban. Sin mencionar que estaba plenamente consciente de que se había quedado dormido sobre su pecho y que, para colmo, despertó entre sus brazos. Por supuesto que había fingido dormir un rato más solo por que no se atrevía a darle la cara a su compañero ni a Dehya y Candace. Sabía que ellas los habían visto, por lo que agradecía su decencia al fingir entrar de nuevo.

Kaveh había dormido como un bebé y no se sentía capaz de admitir que nunca se sintió así con su propio novio, ni dormido ni despierto.

Sentía como sí fuera una especie de infidelidad, por más que no estuviera enamorado de su esposo o se hubiera involucrado con él en cualquier manera. Estaba comenzado a cuestionarse qué es lo que le hacía sentir mal, como es que Cyno tenía tanto poder sobre él, y el porqué veía tantas virtudes en Alhaitham siendo que la mayoría del tiempo lo encontraba bastante insufrible.

Sacudió la cabeza con prisa y respiró hondo antes de abrir la puerta, siendo recibido por risas estruendosas y algunos golpes y empujones en la cocina.

— ¡Tramposo! — gruñó la pelinegra. Aventó un tenedor de plástico hacia su brazo, pero el chico ni se inmutó.

— Lo siento, me parece que los participantes no pueden hablarse.

— ¡Muérete, idiota! ¡Me acabas de decir que la coleta se me veía linda y luego me robaste todos los condimentos de tu insípida cocina! — siguió golpeándole, esta vez con la olla con la que se suponía haría su emplatado.

— Puede que esto sea bueno en internet, o puede que no — sonrío Candace a Kaveh, señalando su cámara —. Al principio parecía buena idea, ahora me preocupa que reciban alguna advertencia por violencia o algo así.

Kaveh rió con ella y se paró tras suyo, mirando con atención a los —poco profesionales— cocineros.

Dehya llevaba la coleta alta todavía, a pesar del tiempo que llevaba metida en la cocina. Fue la primera vez que el rubio notó que su cabello era realmente largo, pues a pesar de llevarla tan alta, el cabello seguía llegándole por debajo de la cintura.