1. Libre de amar

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— Mamá, vives en el siglo catorce — chilló Kaveh —. Esa no es forma de casarse.

— Mi amor, tranquilo — sonrió Faranak, completamente imperturbable —. Alhaitham es un buen chico, y será buen esposo también.

El rubio jaló su cabello con desesperación, dando señales de histeria que su madre ignoró con facilidad.

— Ni siquiera lo conozco, no lo he visto nunca, no me puedo casar, entiéndeme.

— ¿Es eso culpa de tu madre? — intervino Ashkan — Hemos querido presentártelo desde que usabas pañales y siempre te has negado rotundamente.

— Es cierto, Kaveh. ¿Recuerdas cuando—?

— Ya, ya, no es necesario recordar nada. Bien. No es tu culpa — suspiró Kaveh —. Pero no me pueden hacer esto. Quiero elegir a quién amar.

La voz del chico se hacía cada vez más suave, buscando en vano comprensión por parte de cualquiera de sus padres. Su rostro visiblemente apagado hizo que su madre dudara un momento, pero su padre habló.

— No, señor. Esa promesa se hizo hace veinticinco años y no puedes romperla justo cuando está por cumplirse.

— Papá-

— ¿No eres un hombre de palabra? — interrumpió — Además, no es como que tengas pareja ahora mismo, ya nos habrías presentado. Te educamos bien.

El rubio mordió su lengua para evitar soltar el nombre de su novio. Si bien se conocían poco, había sido suficiente para robarle las llaves de su corazón y mudarse en el palacio de sus pensamientos. Cyno era el primero de sus novios con el que se sinceró al punto de contarle del irrazonable acuerdo que sus padres hicieron con sus mejores amigos desde que abrió los ojos por primera vez.

La vaga excusa que tenían ambas partes era solidificar el arte y educación en Sumeru al unir las cabezas de los Darshans Kshahrewar y Haravatat, pero Kaveh sabía a la perfección que eso no era más que una fachada barata para esconder la ilusión de antaño que sus mayores albergaban con profunda delicadeza. No era difícil imaginarse que se habían amado con la suficiente fuerza para desear unificar sus familias a como diera lugar. Así, lo que empezó siendo una idea suelta entre copas y risas, terminó por volverse un juramento fuerte cuál roca.

— Yo...

— Tú — cortó Faranak —, te vas a casar en dos semanas. Necesitas pruebas de traje y escoger las flores adecuadas. Estaba pensando en cecilias, son perfectas para la ocasión, y seguramente olerá al mismo cielo en el salón...

El parloteo de su madre logró que el cable entre su cerebro y la conversación hiciera corto circuito, incluso si eso significaba asentir con la cabeza sin saber a qué se estaba metiendo. Su mente viajó rápidamente hacia Cyno, y se lamentó por haberlo involucrado en un problema tan anticuado como lo era su matrimonio arreglado.


 Su mente viajó rápidamente hacia Cyno, y se lamentó por haberlo involucrado en un problema tan anticuado como lo era su matrimonio arreglado

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De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora