20. Navidad

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Hacía dos meses del compromiso de Dehya y Candace, y hacía también dos meses de la noche en la que Kaveh se enteró que estaba enamorado de Alhaitham.

No sabía desde cuando. No podía poner un punto en la línea del tiempo e indicar el momento exacto en el que se olvidó de Cyno y comenzó a pensar en Alhaitham. Muy apenas fue capaz de reconocerlo gracias a Zhongli, quien básicamente le había sacado la verdad que se esforzaba por acallar a la fuerza.

Esos dos meses con Alhaitham podían considerarse como regulares. Regulares en el sentido de que todo había vuelto a la normalidad, como si nada hubiera pasado. Como si Kaveh nunca hubiera tenido que ver con Cyno, como si su descubrimiento no hubiera ocurrido, como si su contrato no fuera un acta de matrimonio y fuera más bien un acuerdo para ser compañeros de piso. Y a diferencia de lo que Kaveh pudo pensar en algún momento de su vida, odiaba con cada ápice de su ser que ambos fingieran no sentir nada por el otro.

Aunque la verdad, no tenía la certeza de ser correspondido. Por mucho que cocinaran para el otro, que bailaran alrededor, que intercambiaran miradas cómplices; y por mucho que pasaran las noches hablando sin prisa, como si tuvieran todo el tiempo del mundo, Kaveh no sentía que tuviera una confirmación acerca de lo que Alhaitham sentía o no por él.

Se convenció a sí mismo de que si Alhaitham no mencionaba nada o cambiaba algo, significaba que el sentimiento era unilateral y lo enterraría definitivamente como algún amor no correspondido. Sí, como algo mundano sin importancia y no como lo que era: un amor sincero y profundo que había ido creciendo con el tiempo sin restricción.

Pues en algún rincón, una cavidad o espacio determinado dentro de su pecho, habitaba un jardín lleno de emociones, un amor cultivado por la pureza del sonido de la voz de Alhaitham, lleno de incontables tipos de mariposas que revoloteaban alrededor, desesperadas por hacerle llegar su mensaje. Había un sentimiento de tranquilidad que era producto de un amor que fue cuidado todo ese tiempo, que debía ser profesado y confesado al responsable de toda esa belleza dentro de él.

Pero no podía arriesgar la confianza y cariño de una persona que se había vuelto amigo, compañero y confidente; no podía permitirse arruinar la relación que ya tenía con él involucrando sentimientos románticos y complicados con los que seguramente Alhaitham no estaría feliz de lidiar.

Los últimos sesenta días, no hizo más que darle vueltas al asunto y cargarse de trabajo para evitar caer en la locura. No culpaba a Zhongli por entrometerse, porque seguramente sin su intervención seguiría en el mismo estado de inocencia en el que llevaba ya mucho tiempo, y cuando por fin decidiera darse cuenta; el impacto de la caída sería tan fuerte que no podría asimilarlo.

Hacía también dos meses en los que no sabía nada de su padre o de los de Alhaitham. Supuso que tal vez habían dado por finalizado el acuerdo y cada quien había tomado otro rumbo en la vida sin avisar tan ostentosamente como malacostumbraban. De cualquier forma, su madre llamaba de vez en cuando y cada que preguntaba por su compañero, el rubio se veía obligado a cortar la llamada con una excusa poco creíble.

Mes y medio atrás, Nilou apareció en su puerta pidiendo disculpas y dándole su versión de los hechos, con la esperanza de poder obtener su perdón y mantener su consciencia tranquila. Tenía más de un mes sin saber nada sobre la vida de Cyno, para bien o para mal.

Antes de que pudiera notarlo, la cena de navidad estaba siendo preparada en su casa, la cual por algún motivo, había sido designada como el punto de reunión para el círculo social extendido de la pareja.

— ¡¿Y ya?! — Faruzan golpeó la mesa, sobresaltando a los presentes. Kazuha, la más reciente inclusión del grupo, se limitó a ahogar una risa — ¡¿Y ya?! ¡¿Eso es todo?!

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora