5. Señal

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Si por algo era conocido Kaveh, era por su nula capacidad de ocultar sus emociones. A lo largo de su vida, había sido consistentemente idealista y apasionado, lo que no le permitía disimular sus reacciones; y eso hacía que mucha gente acudiera a él para opiniones sinceras. Si bien el rubio tenía mucho tacto al comunicarse, su rostro era capaz de decir todo lo que la gente parecía querer escuchar. Eso era lo que lo diferenciaba de Alhaitham y, al mismo tiempo, también algo que tenían en común. Mientras el menor no reaccionaba con su lenguaje corporal y la mayoría del tiempo no se molestaba en ablandar sus palabras, Kaveh reaccionaba de forma opuesta. Al final del día, era como mirarse al espejo.

— Te digo — susurró Dehya a su novia —. Algo le pasa a Kaveh. Desde la llamada esa que tuvo cuando se levantó de nuestra mesa se le veía inquieto.

— Amor, creo que estás exagerando un poco — Candace acarició su cabello mientras sonreía ligeramente —. No nos consta. Conocimos al chico hoy, no podemos hacer suposiciones tan rápido.

Dehya suspiró y se dejó caer al sillón de su sala de estar mientras que su novia se dirigía a la cocina por agua. Candace tenía razón, pero ella misma se encontraba intranquila por el rubio. Ella llegó a donde estaba gracias a su dote de percepción, por lo que prefería el término 'perceptiva' en lugar de 'exagerada'.

Rodó en el sillón como ovillo, dándole quizás demasiadas vueltas al asunto.

"Haz lo que te diga el corazón" escribió en un mensaje para el rubio. ¿Que si era algo arriesgado? Quizás. Era un tiro a ciegas, debido a la falta de contexto. En el mejor de los casos recibiría un agradecimiento, y en el peor no pasaría de un '¿a qué mierda te refieres?'

No recibió respuesta y eventualmente lo olvidó. Tal vez aún no llega a casa, se dijo. En la mañana, Kaveh mandó tres corazones rosados.

— ¿No soy la mejor? — le dijo a su novia apenas salido el sol.

— Sí, mi amor. Ahora déjame dormir.

— No estoy de acuerdo — Faruzan trató de no gritar a través del altavoz, pero su exasperación estaba sacándole las verdades a la fuerza —

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— No estoy de acuerdo — Faruzan trató de no gritar a través del altavoz, pero su exasperación estaba sacándole las verdades a la fuerza —. No estás pensando. Kaveh, por favor.

— ¡Es una señal! — comentó apresuradamente el rubio, dejando caer algunos papeles al suelo.

— Kaveh, no. Por favor-

— Me tengo que ir, Faruzan. Te hablo al rato.

La chica maldijo en voz baja y pateó con furia alguna caja en el piso de su casa, llamando la atención de su compañera.

— ¿Zani? ¿Qué pasa? — una chica de cabello azul oscuro salió de su cuarto, ojeras enmarcando sus ojos ámbar.

— ¡Todo! ¡Todo pasa! ¡Los hombres son unos idiotas! — gruñó — Incluso los homosexuales.

Layla ladeó la cabeza, dirigiéndose a la cocina. — No sé de qué hablas, pero estoy de tu lado. ¿Quieres café, Zani?

Faruzan suspiró con derrota y la siguió a la cocina. Se sentó en la isla mientras Layla preparaba dos cafés, como de costumbre.

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora