Especial Primer Aniversario | Tres, Seis, Cinco

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Alhaitham ladeó la cabeza con curiosidad al abrir la puerta principal de su casa.

Habían pasado dos años y medio desde que empezó su noviazgo con el arquitecto; dos años desde la boda de Dehya y Candace, casi tres años desde que la señora Faranak partió hacia Fontaine.

Por lo tanto, en los últimos dos años, había visto a su suegra alrededor de seis veces. Dos de sus cumpleaños, dos navidades, dos cumpleaños de Kaveh. Y ya que él consideraba que un ordinario día de agosto no tenía nada de distintivo, no podía comprender la razón por la que la mujer de cabellos rubios estaba a su puerta, con las maletas a los lados, las manos indicándole silencio y la cara de una niña que ha cometido una travesura.

— Faranak, bienvenida — saludó en un tono modesto al abrirle ambos brazos —. ¿Qué la trae por aquí?

La mujer abrazó a su yerno con fuerza y cariño, aún con una sonrisa de oreja a oreja. Tenía un plan en el que había estado meditando, y aunque puede que no fuera el más correcto, estaba dispuesta a intentarlo. En caso de cualquier problema, alegaría que la edad la empujaba a cometer idioteces.

— Vamos a ir a buscar anillos, querido — señaló la mayor empujando las maletas disimuladamente hacia enfrente, con la esperanza de que él captara su mensaje subliminal. Para su suerte, así fue.

— ¿Anillos? — Alhaitham cuestionó, Faranak ensanchó la sonrisa. — ¿piensa casarse?

— Mi niño, ¿es que tú no piensas casarte?

El chico se sonrojó por la sorpresa, ignorando los codeos que su suegra le proporcionaba con emoción.

— No sé de qué habla — tosió —. Yo ya estoy felizmente casado.

Faranak bufó con burla, dirigiéndose a la cocina. Sí, llevaba poco más de tres años casado, pero el los primeros nueve meses estuvieron plagados de mentiras y acuerdos y de anillos y promesas.

— Al grano — apoyó su bolso de mano en la encimera de la cocina, sacó su celular y silbó una canción con calma —. Me dijo un pajarito que estás pensando en casarte de nuevo, ¿no es así?

Alhaitham apoyó el puente de su nariz en sus dedos pulgar e índice, lamentando profundamente haber compartido la idea con la chismosa de Dehya. Ni siquiera recordaba por qué o cómo era que ella y su suegra estaban en contacto, pero no había vuelta atrás.

— ¿Vino solo para ayudarme? — le preguntó.

La mujer le dedicó una mirada divertida. Era el primer novio oficial de su hijo, y el único que de había dedicado a amarlo y enmendar sus heridas pasadas en lugar de romperle el corazón una vez más. No había día que no lamentara haber sido partícipe de un acto tan cruel como era enjaularlos en un matrimonio no deseado, pero era capaz de conciliar el sueño por las noches por el simple hecho de que sabía que estaban enamorados el uno del otro.

— Bueno, no solo para ayudarte — recalcó —, también vine a ver a mi hijo y a mi yerno, ¿es que ha cambiado la ley en Sumeru y ahora es ilegal una visita materna?

Alhaitham negó con la cabeza y se dirigió a buscar sus llaves. Lo hecho, hecho está; podría aprovechar la visita de su suegra y quitarse una preocupación de encima.

— ¿Vamos? — Faranak caminó con calma hacia el chico de cabello gris, quien le ofreció su brazo.

— Vamos.



El sonido del reloj retumbaba en la fría habitación, taladrando los oídos del rubio con cada segundo. Aunque estaba frente a una oportunidad de dimensiones extraordinarias, odiaba las reuniones de las empresas grandes; llena de ejecutivos con el traje más simplón de la sastrería, a quienes solo le importaban los números y nada más.

De Anillos y Promesas | HaikavehDonde viven las historias. Descúbrelo ahora