Necesitaba un respiro, descansar mi mente, quería que mi cerebro dejara de funcionar un tiempo, descansar. Pero llego él, y me hizo olvidarme de mis preocupaciones. Era lo opuesto a mí, y de hecho hacía que lo odiase por su personalidad, pero cada v...
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╰►—ESTOS pastelitos estás D-E-L-I-C-I-O-S-O-S. —dice mientras los devora con ansia.
—Los hice yo esta mañana, ¿te gustan?
—¡Me llevaré la tarta entera a casa! Seguro que a Furlan le gusta. —dice mientras le da un sorbo a su café.
Como ahora por las mañanas trabajo, me propuso que ella fuese a desayunar y a verme trabajar.
—¡Perdona me trae un café con leche! —le asiento a la señora mayor y voy al mostrador a prepararlo.
Lo preparo en quince minutos o menos y se lo llevo.
—¿Sabes que le gustas mucho a Rivaille? —me sonrojo levemente.
—¿Cómo puedes decir eso de la nada? —ella se encoge de hombros.
—Se me da bien decir las cosas de la nada. —carcajeo.
—Él también me gusta mucho. —ella alza las cejas con sorpresa e ilusión.
—¿De verdad? ¿No es broma? —niego.
—¿¡Wo,wo,wo,wo!? —dice mientras se levanta del asiento frente a la barra. —¡Tenemos que hacer una cita doble! ¡Podemos ir al cine, a cenar, a comer, al parque de atracciones que montan en invierno...! —está superilusionada.
—Te adelantas demasiado. —ella sonríe.
—Perdona... —dice entre una risa nerviosa. —Es qué, conozco a Rivaille desde que éramos unos niñatos, ¿sabes? Es como mi hermano, y parece que tú le haces sentir bien, vivo, diferente, ¿sabes?
—No quiero ilusionarme.
—Lo entiendo. —me agarra mi mano y me enseña su brillante sonrisa.
Cuando termina mi turno voy a cambiarme y ambas salimos de la cafetería. —Hablaré con Rivaille para que te comente nuestra próxima salida de parejas.
Parpadeo varias veces. —¿Cómo? —asiente varias veces.
—¿Cuándo tenías fiesta? A sí, los findes... ¿Prefieres japonés, chino, tailandés, o coreano? —parpadeo varias veces.
—Japonés, pero- —no me deja acabar.
—¡No se hable más! El sábado por la noche vamos a cenar a un japonés. —dice adentrándose en el coche. —Por cierto, ¿te llevo a algún sitio?
—Eh, vale, pero no planees nada, aún no me he mentalizado que le gusto a Rivaille. Me lo acabas de soltar como si no fuese nada. Pero para mí sí qué lo es. —esta arranca.
Su forma de conducir es graciosa y extravagante. Se salta algunos semáforos en rojo y va a la velocidad que le da la gana.
—¿N-No deberías frenar u-un poco? Van a multarte... —trago saliva, asustada.