DIECISIETE

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『17』 ➳ dijiste que jamás me soltarías

Era maravilloso, pero también muy cansado.

—Si alguna vez me preguntan cuál es mi parte favorita de estar embarazada, sin duda recordaría días como estos.— le dije a Sam. —Nunca imaginé que alguien pudiera mover los dedos tan bien.— suspiré y el rió.

—¿Te gusta?— asentí. —Es el tipo de masajes que le hago a los pacientes geriátricos.— dijo riendo y me reí.

Las últimas semanas habían sido demasiado tranquilas (obviamente ignorando lo mal que la pasaba en casa), pero aún así, era divertido ir a molestar a mis amigos con excusas como: perdón, te extrañé mucho; oye, tengo antojo de tal comida y a ti te sale deliciosa; ¿puedes hacerme mimos?; ¡un masaje, por favor!

Nunca recibía un "no" por respuesta. Todos siempre respondían: está bien, lo hago por Coco, no por ti.
Sin duda bebé Coco llegaría a un ambiente lleno de amor (obviamente omitiendo mi relación con Daniela).

Los días pasaron tan rápido que cuando me di cuenta, había aprendido a negociar con clientes VIP del hotel, justo como la madre de Calle hacía anteriormente, al parecer a todos les llamaba la atención mi entusiasmo; o eso dijeron algunos clientes.

Estaba a una semana de cumplir las veinte semanas y, según lo planeado con mi ginecóloga, era tiempo de conocer el sexo de Coco.
Mi vientre había crecido considerablemente, al igual que mis pechos; las náuseas y vomitos se habían ido semanas atrás, sin embargo, ahora sufría de otros síntomas. La espalda siempre me dolía, y a pesar de estar apenas en el quinto mes, ya no podía hacer tantas cosas como antes.

Igualmente no es que hiciera mucho, o por lo menos nada muy pesado o estresante.

Antes de navidad, le había entregado el título de "gerente provisional" a Eli, la chica se esforzaba demasiado que debía pagarle su buen esfuerzo en mi cafetería, así que ella con una sonrisa "y todo el honor del mundo" aceptó aquel puesto. Aunque seguía yendo a la cafetería de vez en cuando, sobre todo los fines de semana, para revisar las finanzas de ésta.

Mi amistad con Manuela se había vuelto nula, incómoda y estresante. Por lo mismo evitaba toparla en cualquier lugar de la empresa, aunque ella y Daniela estaban en puestos más "alejados" del servicio al cliente, no como yo. Y no me quejaba, me gustaba ser ese enlace entre la buena experiencia de un cliente y el mismo.

Juli y Abi habían terminado dos días antes de año nuevo, debido a que Abi obtuvo un ascenso en la empresa donde ambas trabajan; solamente que este se encontraba en otro país, así que, para no perder el tiempo intentando mantener una relación que no tendría ni pies ni cabeza; decidieron terminar.

Y bueno, Karen...

El teléfono comenzó a sonar sacándome de mi ensoñación. Sam me lo entregó y sonreí al mirar el nombre de Karen en la pantalla.

—Pensé que ya no-

—Cállate... Creo que voy a tener a mi hijo en tu estacionamiento.— me levanté llamando la atención de Sam, quién me imitó y articuló un: ¿Qué sucede?

—¿Estás aquí?

—¡Sí! ¡Demonios! Está saliendo mucha agua de mi vagina. Necesito que me lleven a la clínica, acompáñame por favor... No tengo a nadie.— hice una señal a Sam para que me colocara mis botas, colgué la llamada y luego comencé a explicarle a Sam lo que pasaba mientras nos terminamos de vestir.

Pijama de algodón con una gabardina cada uno, salimos y buscamos el auto de Karen en el lugar, las luces intermitentes estaban encendidas y se escuchaban los lamentos venir del auto.

Reckless (Calle y Poché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora