DOCE

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『12』 ➳ me diste tu palabra "no te preocupes por ella"

[⌛] Trece meses atrás...

-¿Sam? ¿en serio?- me reí y Calle frunció aún más el ceño.

-¿De qué te ríes? No es gracioso.- se quejó. -Ese hombre se la pasa más en mi casa que yo.- siguió.

-A mí me da inseguridad Manuela.- le dije. -Es mi mejor amiga, Daniela. Y me causa inseguridad que pases tanto tiempo a su lado, pero no por eso te prohíbo que dejes de hablarle y tomes distancia.

-No es lo mismo, Poché.

-¿Por qué?- la reté.

-Porque es mi socia, así de simple.- respondió.

-Él es como mi mejor amigo.- le dije. -Estuvo en un momento muy difícil para mí, incluso todavía se preocupa por mí, porque no recaiga y vuelva a lo mismo de antes.

-¡¿Es que no te das cuenta?! ¡Lo hace porque está interesado en ti!- gritó.

-Bájale a tus tonos, Daniela.- me acerqué rompiendo la distancia que teníamos. -Y no, no le gusto.- aclaré. -Él me ha ayudado tanto como tú a mi mejor amiga.

-Es diferente.- repitió.

-Le dejaré de hablar...- cedí, mis brazos rodearon su cuello y ella lo hizo con mi cintura. -Pero, lo hago sólo porque no quiero que tengas una inseguridad, no me gusta... No me gustan nuestras peleas, amor.- le confesé. -Sólo... déjame hablar más de mis inseguridades, ¿bueno?

Ella asintió. -Amor, sé que en el pasado me equivoqué, pero... No cometeré el mismo error y... Por Manuela... No te preocupes por ella, es tú amiga, es mi socia y...

-También es tu ex.- le recordé, ella asintió.

-Pero eso no significa que me voy a meter con ella. ¡Por Dios! ¿Cómo podría pensar eso sí te tengo a ti?

[⌛] Actualidad.

—¿Cómo te sientes?— Sam me miró, me tenía tomada por los hombros. Él se había ido luego del almuerzo, y había regresado para avisar que iría a su guardia en el centro médico.

—Estoy bien. Llamaré a mis amigas, no te preocupes.— él negó.

—Me preocupo porque te quiero, enana.— se acercó para dejar un beso en mi frente y luego tocó mi vientre. —No hagas sufrir a tu madre con las náuseas.— dijo en dirección a mi vientre, luego besó otra vez mi frente y se fue.

Entré al departamento y fui directo a la cocina, con Sam habíamos ido al supermercado antes del almuerzo, compramos la despensa que hacía falta en casa y al regresar, yo me encargué de acomodar todo mientras él preparaba la comida. Este día ha sido un desastre, pero aún así, la compañía de ese chico se sentía tan correcta.

Fui a la sala cargando un botecito de helado de coco y me senté para poder ver mi serie favorita.

Y así pasaron los días, hasta que llegó el viernes.
No me había atrevido a contarles a las chicas lo que sucedía, tenía miedo de que me juzgaran. Había leído algunas cosas en redes sociales, dónde todo apuntaba que una mujer dejaba de ser atractiva cuando entraba en ese proceso de gestación, y aquello, a pesar de ser algo que disfrutaba (el embarazo), también me dolía el que quizás aquellos comentarios (viniendo, en su mayoría, de hombres) eran verdad.

En otra ocasión, quizás habría pasado la semana entera llorando entre botellas de alcohol, pero encontré un nuevo antojo: mandarinas y queso crema, obviamente no juntos, pero ahora era una adicción.

Reckless (Calle y Poché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora