DIEZ

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『10』 ➳ estuvimos aquí antes

—¿Puedes abrazarme?— seguí llorando. —Por favor, abrázame y dime que soy la única a la que amas.— le pedí.

—Ven, te ayudaré a quitarte esa ropa.— Calle tomó mi mano y me sentó en la cama para luego darse media vuelta y caminar al armario. —¿Recuerdas aquella noche que te traje a casa de mis padres?— habló mientras seguía buscando dentro del armario. —Luego de que te echaran de tu familia.— aclaró. Me mantuve en silencio.

Calle volvió sobre sus pasos y me miró, sus ojos demostraban arrepentimiento, y creo que los míos mostraban terror.

—Lo estás haciendo de nuevo.— Susurré, ella me miró como si no entendiera lo que yo decía. —Te aseguras que recuerde los buenos momentos o donde todo comenzó... Lo haces... Lo haces porque sabes que eres la única persona a la que tengo.

—Lo hago porque quiero que te des cuenta que no tengo a nadie más, lo hago porque necesito que te calmes para poder explicarte.— me quedé en silencio, miraba mi regazo intentando calmar mi llanto.

—Párate, te ayudaré a quitarte esto.— lo hice y dejé que sus manos se encargaran de desvestirme, sus ojos recorrieron mi piel, hasta que se quedó fijamente mirando mi vientre.

Llevé mis manos al lugar donde sus ojos miraban y luego la miré a los ojos, ella me miraba fijamente, intentando descubrir lo que sucedía.

—Deja de verme.—le pedí antes de tomar la camiseta y colocármela.

—Es que nunca te había visto ese conjunto, ¿es nuevo?— preguntó mientras ingresaba al baño, regresó cargando el desmaquillante y los algodones.

—Sí.— simplemente respondí, se sentó frente a mí y extendí mis manos para pedirle uno. Calle hizo un ruido de negación con su garganta y luego tomó mis piernas para acercarme a ella.

Ahora estábamos ambas sentadas en la orilla de la cama, yo con mis piernas por encima de las suyas. Sus manos comenzaron a juntar mi cabello para hacer una moña un poco desordenada, sus movimientos eran lentos y delicados. La miré con atención, tenía muchas ganas de gritarle, de alejarla y decirle tantas cosas, pero me quedé en silencio cuando su mano izquierda tomó mi mandíbula y la derecha comenzó a pasar el algodón por mi rostro.

—¿Por qué te fuiste con ella?— pregunté luego de unos minutos de silencio. Daniela detuvo sus movimientos en mi párpado derecho y luego suspiró.

—Te lo dije en la cena, y te lo digo ahora: no iba a dejarla sola.

—Calle.— detuve los movimientos de su mano y la coloqué sobre mi regazo. —Me has dejado sola tanto tiempo, he estado yendo y viniendo al trabajo, dónde las chicas y a la casa de tus padres yo sola. Si yo puedo cuidarme, MI mejor amiga también. No necesitas ser su guardiana día y noche.

—Pero se sentía mal, Poché. ¿Imagínate que perdiera el conocimiento camino a su casa? ¿No te preocuparías? ¡Ella no tiene a nadie que la espere en casa!— Calle levantó la voz, solté su mano con cuidado y comencé a desmaquillarme yo sola.

—Antes de tenerte a ti, me tenía a mí.— le reproché sin mirarla. —O bueno, ni tanto.— reí amargamente. —¿Fuiste su novia, cierto? Había olvidado ese pequeño detalle.— Calle detuvo mi mano y luego mi mandíbula.

—Deja de lastimarte recordando eso.— pidió. —Te elegí a ti, te elegí porque mi corazón y todo mi ser quería estar contigo.

—¿Y ahora?— pregunté. Sus ojos se alejaron de los míos y asintió.

—Te sigo eligiendo.

—No tendrías la necesidad de elegirme si fuera la única.— le entregué el algodón sucio y me arrastré por la cama para acostarme. —Apagas las luces y no me despiertes para despedirte.

Reckless (Calle y Poché)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora