🐱 Daisy 🐱

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Nat a veces podía ser demasiado gracioso o curioso, dependiendo el día que le preguntaran a Max, hoy era curioso.

Desde que se levantó, Nat comenzó a insistir que debía ocuparse en algo hasta casi querer saltar el desayuno, al principio creyó inocentemente que debía ser algo relacionado a la universidad como una entrega de último minuto pero se sorprendió al escuchar ruidos en su gimnasio.

Allí estaba su niño, ejercitando a lo loco casi que corriendo a la velocidad más alta de la maquina de correr, lo cual era ya de por si extraño, Nat odia correr.

Trató de no preguntar nada por no molestar a su príncipe, pero si que se aseguro de que comenzara a hacer ejercicio de forma segura, tratando de acompañarlo durante su rutina, guiarlo en las diferentes maquinas que habían y demás pero ya para el viernes podía ver que el menor odiaba si quiera pensar en el gimnasio pero insistía en seguir yendo todos los días.

Junto a eso notó como el menor estaba algo más malcriado con el, no se dejaba abrazar tan fácilmente, no dejaba que Max le hiciera tantos mimos, desobedecía sus reglas y siempre estaba fastidiado con el, parecía molesto con el mayor por una razón que no entendía y era momento de actuar.

- Mi amor ¿Por qué no descansas del gimnasio hoy? A este paso vas a desaparecer del cansancio.

- Dijo Max tratando de abrazarlo por la cintura y acorralándolo en una de las paredes de su habitación.

- No puedo papi. Déjame. - Dijo el menor tratando de zafarse de su agarre.

- Bebé has estado raro toda la semana ¿Algo que quieras contar?

- Nada papi, si tanto quieres hablar díselo a esa tal Daisy.

- ¿Perdón?

- No te hagas el santo Max, se que estas hablando mucho de esa tal Daisy, si tanto te gusta y crees que tiene el tamaño perfecto deberías ir con ella ¿No? - El menor trato de volver a irse del lugar claramente molesto pero Max uso su tamaño a su favor para retenerlo, debía aclarar esto y pronto.

- Un momento Nat. ¿Quién crees que es Daisy?

- No lo sé, tal vez tu nueva asistente pero ni me importa, al menos si te parece tan perfecta y pequeña, seguro ella puede decirte papi en la oficina.

Max quería reírse pero eso haría todo peor.

- Mi amor. Daisy es un gato. - Dijo tratando de aclarar eso antes de que fuera una pelea innecesaria.

- ¿Perdón? - Dijo Nat viéndolo bastante sorprendido.

- Mi príncipe, en realidad esto era una sorpresa pero quería que adoptáramos una gatita juntos.

- Si claro, y yo tengo 4 años.

- Si me dejas puedo mostrarte las fotos tal vez estés más convencido.

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Luego de mostrarle las fotos y estar juntos en el cuarto de juegos, Nat no paraba de abrazarlo y dejarle besitos en todo el rostro. La idea había venido de ver los aristogatos en una de sus muchas sesiones de cariñitos luego del trabajo, su niño no paraba de ver a la gatita Marie y hacerle pucheros de querer una igual como esa.

Max no perdió el tiempo, una vez se aseguro que la libreta de calificaciones de Nat fuera excelente (como siempre lo era) comenzó el proceso de adopción y su plan era traerla a finales de la semana cuando el menor dispusiera de más tiempo para adaptar su rutina a la nueva integrante de su familia pero parece que su príncipe entendió mal el asunto.

- Papi ¿Sigues molesto? - Preguntó el menor batiendo sus pestañas tratando de verse lo más inocente posible mientras estaba sentado en sus piernas.

- Si, me dolió - Respondió Max haciéndose el dramático, en realidad no estaba nada molesto.- No sabia que querías darme algo, me hubieras dicho antes papi.

- Era una sorpresa para mi bebé, ya no se si deba dársela.

- ¿Si te doy muchos besitos me perdonas?

- No lo se, inténtalo.

Sin más Nat estuvo besándolo y dejando muchos piquitos aquí y allá, en sus mejillas, cuello etc. No pasaron muchos para rendirse y simplemente abrazar a su bebé tanto como podía.

Little Prince - MaxnatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora