♔ Capítulo cuarenta y cinco ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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Releí una y otra vez el papelito. En un arranque de impulsividad abrí la puerta y corrí hacia las escaleras, pero Mark no estaba ahí esperándome.

Arrugué la hoja y arrastré los pies de nuevo a mi apartamento. Tal vez era lo mejor, no estaba en condiciones de hablar con nadie aún.

Encendí mi celular a la vez que me sentaba de nuevo en el sofá, al instante vibró con un montón de notificaciones y llamadas perdidas de los chicos.

En algunos mensajes me reprochaban no habérselo contado, en otros se mostraban preocupados por mi salud y en otro montón me explicaban que estarían siempre para mí y me pedían que les respondiera.

La mayor cantidad de llamadas eran de Dorian, sorprendentemente.

Volví a dejar el celular en la mesita enana, esta vez encendido, y me recosté para poder apreciar el techo.

Dí un brinco cuando la puerta fue golpeada violentamente. ¿En qué momento me había dormido?

Miré la hora: 11:05 a.m. ¿Mark ya había vuelto? ¿No me había dicho que lo buscara cuando estuviera lista?

A menos que fuera sonámbula, yo no había llamado a nadie. Aún no me atrevía a enfrentar las consecuencias de mis actos.

—¡Betty! ¿Estás bien?

Otro golpe sacudió la puerta y me coloqué de pie. Me acerqué lentamente y abrí.

Dorian estaba impecable, sin traje como todas las noches de bar, pero con un Jean y un suéter que le quedaban espectaculares. Me observaba afligido.

—¿Estás bien?—esas fueron sus primeras palabras al verme.

Asentí torpemente.

—¿Puedo abrazarte?

Volví a asentir y mi amigo me envolvió en sus brazos. No tenía fuerzas para devolvérselo, así que solo apoyé mi cabeza en su hombro.

—No puedo creer que hayas tenido que pasar por todo eso tú sola. ¿Por qué no dijiste nada? Te hubiese acompañado sin problemas.

—Tenía vergüenza— murmuré—Aún la tengo.

Dejó de abrazarme para tomar mi mano y guiarme hacia el mismo sofá en el que dormí esa noche, se volvió a cerrar la puerta y luego nos sentamos frente a frente.

—¿De qué tenías vergüenza? ¿De estar embarazada de un imbécil o de tomar una decisión sobre tu cuerpo?

Me tomé unos segundos para pensar bien mi respuesta.

—No quería que me vieran con lástima... estoy harta de dar lástima, Dorian.

—No nos das lástima, Betts— aclaró suavemente— Simplemente nos da tristeza que tú, siendo la buena persona que eres, tengas que pasar por tantas cosas malas.

Lo miré aguantandome el llanto.

—No soy una buena persona. Siempre la cago y hago cosas malas.

—Todos la cagamos y hacemos cosas malas— soltó mi mano para colocarla firmemente en mi hombro— Miranos a nosotros, mírame a mí... he hecho cosas tan increíblemente cuestionables que nadie se podría imaginar, tú te las sabes todas porque no puedo ocultarte nada. ¿Crees que soy una mala persona, Betty?

Negué de inmediato.

—Tú tienes tus razones, Dor. La vida ha sido muy cruel contigo.

—Pero aun así hago cosas malas. Mis razones no justifican mis actos— Limpió una lágrima rebelde que se me escapó—¿Por qué piensas que eres mala persona?

—Siempre hago cosas malas, lastimo a los demás sin darme cuenta.

—¿Lo dices por Jughead?

—Claro que lo digo por él. Está tan enfadado conmigo que creo que nunca podremos superar esto.

Soltó una risa burlona.

—No puedo creerlo. Te ha ninguneado por meses, no fue capaz de comprender la decisión tan difícil que has tenido que tomar y anda a saber todas las veces que soportaste sus estupideces... ¿y aun así te preocupas por él?

—Es mi mejor amigo, Dorian. Y es tu hermano, no deberías hablar tan mal de él.

—Justo porque es mi hermano, puedo hablar honestamente de él—me corrigió.

Tomé un par de respiraciones profundas para calmarme.

—Tienes razón, fue muy cruel conmigo, pero aún así no puedo evitar culparse y darle la razón.

—Y dices que eres mala persona— negó, limpiando el resto de mis lágrimas con un pañuelo— si fueras mala persona, hubieses empujado a Jughead por las escaleras.

—Ya fueron suficientes muertes para mí— me incliné hacia delante hasta que estuve apoyada sobre su pecho.

—El aborto no es un asesinato, Betts, es la interrupción del embarazo. No mataste a nadie.

—Tu hermano cree que sí. Cree que soy un monstruo.

Me rodeó con sus brazos.

—No lo eres.

Nos quedamos un momento en silencio, él acariciaba lentamente mi espalda. Mi mente iba a mil por hora.

—¿Por qué siempre termino con la vida de mi familia?— murmuré.

—Si lo dices por tu padre, él te hizo más daño que tú a él.

La conversación terminó ahí, no quería darle más vueltas al asunto, eso solo me lastimaba más.

No sé en qué momento me relajé tanto, pero me asusté cuando Dorian comenzó a mover su pierna de arriba a abajo.

—¿Estás bien?— me levanté para mirarlo.

—Si— respondió muy rápido para ser él— ¿Quieres desayunar? Me muero de hambre.

—Yo... claro. Enseguida hago algo— tomé impulso para levantarme, pero mi amigo me obligó a sentarme otra vez— ¿No dijiste que tienes hambre?— su actitud me estaba confundiendo.

—Yo lo haré. Hoy mi función es ser tu mascota de apoyo emocional— se levantó y aplaudió varias veces mientras se dirigía a la cocina.

—¿Estás seguro?— pregunté en un grito para que pudiera oírme.

—¡Claro! Mientras tanto puedes ducharte, así relajas los músculos.

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The mafia bitch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora