♔ Capítulo cincuenta y seis ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.


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Entré en la mansión Jones después de ser recibida por un mayordomo y me dirigí, acompañada del mismo, hacia la oficina de FP Jones.

El padre de los hermanos Jones me estaba esperando muy cómodamente en su silla giratoria.

No se puso de pie para saludarme, ni yo hice el ademán de estrecharle la mano.

—Buenas tardes.

Dije simplemente y tomé asiento frente a él.

—Buenas tardes, Cooper.

Uní mis manos sobre el escritorio y aclaré mi garganta.

—Me llamó porque necesitaba hablar conmigo de algo importante, ¿cierto?

—Exactamente.

—Bueno... no se haga esperar más, aquí estoy y soy toda oídos.

Se inclinó un poco sobre el escritorio, en la misma posición que yo, y me miró con una expresión que me supo a desafío.

—Creo que la cuestión está clara, Elizabeth.

No tanto para mí, habían pasado muchas cosas en el último tiempo.

—¿Me la puede aclarar a mí?

—Siempre tan lenta—traté de hacer oídos sordos a su susurro despectivo y esperé a que continuara—. Los rumores corren rápido y resulta que Betty Cooper, la jefa de la mafia italiana, ha asistido al cumpleaños de Dorian Jones.

—Ah, sí. ¿Me ha llamado solo para regañarme? Creí que mi padre había muerto hace años.

—Bueno, creí que hace esos mismos años habíamos quedado en algo tú y yo.

—Si, cuando era menor y acababa de vivir el trauma de ver morir a mis padres. Eso me suena más a manipulación que a trato.

—No te hagas la inocente. Ambos sabemos que mataste a tu padre— me observó furioso.

—Porque él mató a mi madre y me iba a matar a mí. No se haga el inocente usted también.

—No te mereces llevar el apellido Cooper, mucho menos su legado.

Sentí el calor correr por mis venas, me molestaba que nadie tuviera fe en mí.

—Pues que lástima que haya asesinado a mi madre antes de que pudiera darle otro que si lo merezca.

—Tú madre no era una blanca paloma.

—Lávate la boca antes de hablar de mi madre.

El respeto ya se había ido a la mierda. Solo estaba esperando un intento de ataque para desenfundar la daga que escondía en mi bota.

Finalmente intentó tranquilizarse soltando todo el aire en un suspiro y se echó para atrás.

—Últimamente he oído mucho de ti.

—No hay que confiarse mucho de lo que nos dicen.

—¿Por qué desconfiaria de mi jefe de seguridad?

—¿Mark le habló de mí?—fruncí el ceño confusa.

—Él es el jefe de seguridad de Jughead. De quien te habló es de Jonathan.

—Ah, sí. Tuve la suerte de cruzarmelo.

Asintió al oír salir de mi boca lo que él quería que saliera.

—¿Entonces que haz hecho tanto estos días en la central?

—He ido a ver el despacho de mi padre.— respondí simplemente.

—¿Por qué tanto interés de repente? No has ido nunca desde su muerte.

—Mejor tarde que nunca... he ido por asuntos de trabajo, FP. Nada que te incumba realmente.

—No puedes entrar a la central neoyorquina como y cuando se te de la gana.

—Puedo hacerlo si tengo el permiso del jefe, y Jughead nunca ha tenido inconvenientes conmigo allí— me encogí de hombros.

Seguro que ahora los tendrá.

—Mira, yo soy el padre de Jughead y no te quiero ver más allí. Te has convertido en una irrespetuosa.

—¿Todo esto es por tratarte igual que tú me has tratado siempre? Que sensible— me burlé.

—Creí que tu padre te había criado bien, ya veo que me equivoqué.

Bien traumada será  jajaja

¿Por qué nadie se ríe? Es un gran chiste.

—Igual me iré a Italia en unas semanas. Enviaré a alguien a liberar el despacho y la antigua casa— respiré hondo—. El asunto se resolverá de esa manera, ¿le parece bien?

—Muy bien, Elizabeth. Espero que hagas un buen trabajo ahora que estarás al frente.

—Lo haré, al igual que siempre lo he hecho desde las sombras.

Me puse de pié, dando por finalizada la conversación, y FP imitó mi acción para acompañarme hasta la puerta.

—No deseo que haya conflictos entre las mafias neoyorquina e italiana, no sería conveniente para ninguna.

—Mucho menos para la neoyorquina, sin embargo no habrá problemas mientras no metan las narices en mis asuntos— estreché la mano que me ofrecía y la apreté con firmeza—. Me agradaría que tuvieran en cuenta que ya no soy una adolescente huérfana que necesita vigilancia, ahora soy una mujer que ha llegado muy lejos sola.

Rodó los ojos y asintió.

—Claro. Buena suerte, Elizabeth Cooper.

—Gracias, igual para usted.

Salí de ahí y cuando la puerta se cerró detrás de mí dejé salir un suspiro. Las reuniones con FP me desgastaban la energía, se sentía como hablar con el imbécil de mi padre.

Miré hacia un costado para encontrarme con Jonathan Moore esperando en el pasillo.

—Buenas tardes, Jonathan.

—Buenas tardes, señorita Cooper.

Volví como un rayo hacia el auto que me esperaba en el estacionamiento, dentro estaba Michael que me observó por el retrovisor.

—¿Cómo le fue, señorita?

—A veces es mejor quedarse con la duda, Michael.

—Ya me parecía que la reunión había durado muy poco.

Se arrepintió al instante de la broma e intentó disculparse, pero fue interrumpido por mi carcajada.

—Si, es muy difícil que un Jones y yo duremos mucho sin pelear.

¿De eso si se ríen? ¿En serio? Que estafa.

Él volvió a sonreír, esta vez con alivio.

—¿Ahora a dónde vamos?

—De nuevo a casa. Hicimos dos horas de viaje por 15 minutos, no puedo creer como me hacen perder el tiempo.

Michael simplemente asintió y se dispuso a volver por donde vinimos.

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The mafia bitch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora