♔ Capítulo cuarenta y tres ♚

105 21 1
                                    

Baby I got issues, but I love myself

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Baby I got issues, but I love myself.

◞───────⊰·•·⊱───────◟

—¿No te dije que no quería verte nunca más por aquí, Jughead?

No dijo ni una palabra de contraataque, no hacía falta, en sus ojos veía la furia contenida.

¿Qué le pasa a este ahora?

—¿No me vas a responder?—dejé mis cosas en el perchero y me acerqué.

Me paralicé en el instante en que ví los folletitos sobre la mesa de centro. Lo volví a ver, esta vez además de furia había reconocimiento en su mirada.

—Me preocupé porque la otra noche te fuiste enferma del bar— comenzó con tono neutro— sabía que me ibas a ignorar si te hablaba, así que me tomé el atrevimiento de investigar el registro médico de tu identidad falsa.

Se había puesto de pie a mitad del monólogo,  estaba arrugando los papeles por la fuerza con la que los sostenía.

—No te imaginas la sorpresa que me llevé cuando leí que Regina Monroe estaba embarazada y abortó ayer.

—¿Fangs también lo sabe?— murmuré asustada.

Fangs se encargaba de investigar y hackear sistemas. Si Jughead sabía, él seguramente también.

—¿¡Qué mierda te importa si lo sabe!? ¡Por supuesto que lo sabe, su trabajo es investigar!

Salí del estado de shock lo más rápido que pude, que fue casi un minuto después.

—¿Y quien te da el derecho de venir a gritarme a mi casa? Sin permiso, además.

Me molestaba que violaran mi privacidad, más cuando se lo había prohibido.

—No me cambies de tema.

—¡Vete de mi casa!

Dió un paso hacia mí, usando su última porción de autocontrol.

—Vete, Jughead— pedí en un susurro.

—Te voy a hacer una sola pregunta y quiero que me digas la verdad— no respondí nada, ni hice un ademán de hacerlo— ¿Ese bebé era mío? ¡Responde!

—Ya sabes la respuesta.

—¡Eres increíble, Elizabeth! ¿¡No pensabas decírmelo!?

—¿¡Para qué lo iba a hacer!? ¿Para que me mandaras a la mierda?

—¿En serio crees que te mandaría a la mierda?

—¡Piénsalo, Jughead! Ahora te molesta que haya tomado una decisión sobre mi cuerpo, por mi misma y sin tu intervención... pero, si te lo hubiera dicho, hubiésemos tomado la misma decisión juntos. O, mejor dicho, la hubieses tomado tú.

—¡Era mío también! ¡Tengo el derecho de decidir!

—¡Pues ya no! ¡Ya no lo tienes porque ya no está!

Estallé. Estallé en furia, en dolor, en tristeza y lo canalicé mediante lágrimas.

—¿¡Te piensas que fue fácil!? ¡No tenía otra opción!

—¡Claro que tenías otra opción!

—¡No! Acabas de iniciar una relación, somos muy jóvenes y somos basura. Esas me parecen suficientes razones para abortar.

—Pero...

—¿Qué iba a pasar si te lo decía, eh? En el caso de que lo tuviéramos, iba a ser madre soltera, porque aunque lo niegues eres un maldito egoísta que solo piensa en sí mismo. Tú ibas a centrarte en tontear con tu novia, mientras que yo tenía a tu hijo en el momento en el que más peligro estamos corriendo.

—Estás siendo cruel.

—¡Pues, la verdad duele! ¡A mí también me duele! Porque sé lo que es tener unos padres de mierda que no estaban listos para serlo, y yo jamás me permitiría hacer sufrir a mi hijo por ser una basura. Simplemente, no se lo merece.

—No tienes corazón.

—Tú menos.

—Terminaste algo que pudo haber sido hermoso, incluso antes de que comenzara. Yo seré un egoísta, pero tú eres un puto monstruo.

Caí de rodillas por el peso del dolor que estaba sintiendo. No podía controlar el llanto. Sin embargo, Jughead no se acercó a consolarme, no me sorprendí.

—Lo hice por el bien de todos, Jughead...

—Me encantaría entenderte, Betty, pero la verdad es que no puedo.

—Entonces no lo hagas, pero déjame tranquila—murmuré como pude.

—Te vas a arrepentir de esto, Elizabeth.

Pasó por mi lado y me tiró los folletos a la cara. Seguidamente escuché la puerta cerrarse y como se deslizaban mis llaves bajo la puerta.

Al final había cumplido con lo que le pedí semanas atrás y me dolió más de lo que pensé. Lloré con más fuerza, había perdido todo de él.

Ese era nuestro final. Aunque nunca nos quisiéramos de forma romántica, eramos muy buenos amigos y algo se había roto entre nosotros, algo que nunca podríamos reparar. Yo lo había roto.

Tardé al menos media hora en recomponerme y cuando me coloqué de
pie, lo primero que atiné a hacer fue buscar mi celular en mi bolso.

Leí el mensaje de Fangs y me entraron ganas de llorar otra vez: "¿Estás bien?". Era una pregunta tan simple, pero que hacía tanto no me hacían.

Presioné la opción de llamar, mi amigo me respondió enseguida. Mis nervios lo agradecieron inmensamente.

—¿Cómo estás, Betts?

—Por favor, dime que los chicos no saben nada.

Se tomó unos segundos en responder, los nervios y la desesperación ya me estaban consumiendo.

—Creo que ya es un poco tarde para decírtelo, no voy a mentir.

—Joder— murmuré, conteniendo las lágrimas que querían volver a salir.

Me sentía tan avergonzada de mi misma, quería mudarme otra vez a Italia y no tener que ver la lástima o el reproche en sus miradas nunca en lo que me quedara de vida.

—Lo siento, no se lo dije a nadie porque quería hablar contigo primero. Pero Jughead se ha encargado de gritarlo a los cuatro vientos en un ataque de ira.

—¿Están todos ahí?— susurré.

—Me he alejado para que pudiéramos hablar tranquilos, pero si, estamos todos en una reunión de trabajo.

Notaba la lástima en su tono y eso me destrozaba el doble. Odiaba su lástima.

—Me tengo que ir—me despedí.

—Lo siento mucho, Betts. Si quieres hablar solo tienes que presionar el mismo botón y estaré a tu lado cuanto antes.

Claramente no presionaria ningún botón, pero agradecía el gesto.

—Gracias, Fangs.

—Te quiero.

No respondí, solo colgué y apagué el celular antes de que empezara a sonar con mensajes y llamadas de lo demás.

No quería hablar con nadie, solo me quería morir, quería desaparecer y que nadie supiera nunca nada más de mi.

Cuidado, que los deseos se pueden cumplir.

◝───────⊰·•·⊱───────◜

The mafia bitch Donde viven las historias. Descúbrelo ahora