Muchos me llamaban la perra de la mafia.
Nunca descubrimos de dónde salió o el por qué me llamaban así. Podría ser porque era muy fiel, o porque era una grandísima hija de puta.
Prefiero dejarlo al criterio de cada uno.
Soy Betty Cooper, la que da...
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Baby I got issues, but I love myself.
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La cena había terminado y nos movimos todos hacia otra habitación denominado por Dorian: "el lugar de la fiesta loca".
El cumpleañero ya iba borracho y bailaba entre la gente mientras sacudía una boa de plumas en el aire (no pregunten de dónde la sacó porque no tengo ni puta idea).
Sonreí cuando enganchó a su hermano del cuello con la dichosa boa y comenzó a girar alrededor de él. Jughead trataba de sacárselo de encima de malas maneras, pero por más que lo intentara no podía.
Yo los observaba desde la barra, sentada en un taburete. Estaba prácticamente sola con mi martini de manzana sin probar y los bartenders. Fangs había hecho un buen trabajo al poner mucha gente a trabajar ahí, porque no había ningún borracho reclamando su bebida.
La mayoría de los presentes me miraban desde lejos, sin animarse a acercarse ni a decir hola. Como si yo fuera capaz de hacerles algo malo.
Bueno... no es que tengas muy buena fama querida.
Cierto, me había encargado de ser tan peligrosa en las sombras que nunca pensé en lo que sucedería una vez que volviera a la sociedad... al menos nadie me subestimaba.
—Renueva esto, los hielos ya se han derretido.
Una mano tomó mi martini y se lo entregó a una chica que estaba limpiando justo. Subí mi mirada por su brazo hasta encontrarme con la mirada de Mark, que estaba posada justo en mí.
—Ni lo tocaste—dijo a modo de explicación, mientras la joven dejaba un martini nuevo en el mismo lugar del anterior.
—¿Entonces no estás molesto?
Mark tomó asiento en el taburete junto al mío e inmediatamente le sirvieron un whisky.
—¿Por qué debería estarlo?
—No lo sé, deberías saberlo mejor que yo. No me dirigiste la palabra desde que llegué.
—No hubo oportunidad.
—Estaba sentada a tu lado—rodé los ojos.
—Si, pero estabas muy ocupada estando a la defensiva y discutiendo con Jughead como para prestarme atención a mi, Betty Cooper.
Mi nombre se sintió como la acusación de un crimen saliendo de su boca, y yo era la culpable.
Me aclaré la garganta y le dí un sorbo a mi martini.
—Al final lo hiciste—continuó—revelaste tu identidad.
—¿Te enfadaste por eso?
—Mantengo mi postura al respecto: no estoy de acuerdo pero es tu vida y tu haces lo que quieres con ella.
Asentí algo conflictuada con el nudito que se formaba en mi estómago en ese momento.
—¿Osea que estamos bien?
Se me quedó mirando y sonrió apenas.
—¿Te preocupa que me haya enfadado?
—Claro que no.
—Si te preocupa—amplió su sonrisa.
—Bueno ¿Hay algún problema con ello?—me puse a la defensiva de inmediato.
—En lo absoluto. Es tierna tu actitud.
—Cállate, idiota.
Me puse de mal humor y él continuó observándome con esa sonrisita estúpida. ¿Desde cuándo era tan sonriente? Todo era mucho más simple cuando nos tratábamos mal, al menos no me ponía tan nerviosa pensando en el porqué de su repentina felicidad.
—¿Entonces como te sientes con tu nueva situación de identidad?
—Por el momento bien, pero es muy probable que deba ir más seguido a Italia.
Por no decir que te tienes que mudar.
—¿Tu sucesora ya está enterada de esto?
—No, aún no he tenido tiempo de comunicárselo... seguro se enfadará muchísimo por no haber sido la primera en enterarse—sonreí imaginando el drama que me haría Cheryl en cuanto habláramos del tema.
—Es tu prima ¿Cierto?
—Si. Cheryl Blossom—le recordé—Debo admitir que en un principio tuve miedo de que no pudiera con todo eso, pero me sorprendió gratamente. Cheryl nunca decepciona.
—Me alegra oír eso, prima.
Me tomó un segundo asimilar de quien provenía esa voz. Por eso Mark sonreía tanto.
