♔ Capítulo cincuenta y uno ♚

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Baby I got issues, but I love myself

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Baby I got issues, but I love myself.

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El estúpido código de vestimenta era color blanco, y aunque me quedara para los dioses, prefería un rojo despampanante para mí gran renacimiento. Sin embargo, no quería robarle la atención al cumpleañero.

Hablando del rey de Roma, mientras terminaba de maquillarme recibí su llamada.

—¿Qué te vas a poner?

—Blanco ¿No era esa la temática?—pregunté obvia.

—Si, pero el blanco es aburrido.

—¿Entonces por qué aceptaste? Es tu cumpleaños, Dorian.

—No tenía ganas de pensar mucho y me gustan los tragos tropicales.

—Es aceptable.

—¿Entonces vendrás de blanco?

—Me gusta más el rojo, pero sí.

—¿Quieres que rompamos las reglas?—consultó con tono pícaro—.Yo tengo un traje azul marino que me queda—hizo un chef Kiss.

—¿Pero no quedaría mal que lo haga yo también?

—¿Desde cuándo te importa?—preguntó confundido.

—Me importa porque te puede importar a ti.

—A mí no me molesta. Quiero que vayas de rojo, hazlo por mí, no me dejes solo.

Suspiré, ya me había vestido.

—Estás muy pedigüeño en este cumpleaños. Bien, tengo uno rojo de satén con corte en la pierna, para morirse.

—Te amo, te voy a dedicar una paja.

—Siempre tan encantador—ironicé.

Soltó una carcajada.

—Ya me tengo que ir a recibir a mis invitados, te veré allá, Betty Cooper.

Cuando finalicé la llamada, ya había terminado con mi maquillaje. Busqué mi cambio de ropa en el armario y me lo puse, reemplacé los tacones blancos por unos negros y elegí un bolso del mismo color.

Que Dorian agradeciera al cielo que siempre tuviera ropa para estrenar en mi closet.

Ya hacia una hora y  media que la fiesta había empezado para cuando entré en el salón. Inevitablemente la mayoría de las miradas se posaron en mí, algunas juzgadoras, otras embelesadas, otras neutrales.

Dorian detuvo su conversación con algún invitado para acercarse felizmente hacia mí.

—¡Betty! ¡Cuánto me alegra que hayas venido!

Me envolvió en sus brazos, la gente más cercana a nosotros se nos quedó mirando.

—Ella es Elizabeth Cooper, mi mejor amiga—me presentó a un grupo de personas.

Los chicos estaban cerca y habían oído todo.

Fangs no pudo reclamar su puesto de mejor amigo por el shock.

Sweet Pea miró preocupado a su novia.

Ivy me sonreía dándome ánimos.

Verónica miraba a Jughead sin entender nada.

Jughead miraba a Mark, esperando que solucionara algo de todo lo que estaba pasando.

Y Mark me miraba a mí, con cara de "al final lo hiciste" pero no se veía molesto por ello.

—¿Ella es esa Betty Cooper o solo tiene la desgracia de tener el mismo nombre?—le preguntó alguien a Dorian.

—No lo sé, hermano. Dime que te parece.

El cumpleañero continuó guiándome hacia el lugar donde estaba nuestro grupo ubicado en una mesa.

La silla vacía que me esperaba, estaba justo entre Ivy y Mark, no podía pedir más.

—Con ustedes no hace falta que la presente, pero... Verónica, Ivy, ella es Betty Cooper, mi mejor amiga.

—Es MI mejor amiga—lo corrigió Fangs.

Ivy me guiñó un ojo y yo le sonreí.

—¿Tú no te llamabas Regina?—consultó la novia de Jughead.

—Fingí ser Regina durante un tiempo, pero mi verdadero nombre es Elizabeth Cooper, soy la jefa de la mafia italiana—le comente— por si te sorprende el alboroto de la gente.

La joven se mantuvo en silencio, igual que Jughead que parecía estar atravesandome con mil cuchillos en su mente por la forma en que me miraba.

—¿Estás bien, Jug? ¿No estás feliz de que volvamos a ser honestos?—le pregunté a propósito.

Si, estaba triste de que nuestra amistad se acabara. Pero también estaba muy molesta por como me había tratado, así que mi plan de la noche era joderle la suya.

No me respondió nada, solo nos miramos el uno al otro. Estuvimos así tanto tiempo que el ambiente comenzó a ponerse denso, claro que nos dábamos cuenta pero ninguno quería perder ese jueguito de miradas desafiantes.

—Yo si estoy feliz—intervino Sweet Pea después de recibir una patada disimulada de su novia.

—Yo también—asintió Fangs.

Jughead dejó de mirarme para mirarlos a ellos con una clara expresion de molestia. Al parecer era cierta la prohibición de seguir siendo mis amigos.

Fuimos interrumpidos por un camarero que llegó a servirnos la cena. En seguida se acercó Dorian para sentarse junto a su hermano.

—Disculpen, chicos. Estaba ocupado recibiendo invitados, pero ahora estoy con ustedes.

Estaba tan sonriente como un niño al que le regalaron caramelos. Me gustaba verlo así.

—Mentira. Viniste por la comida, no por nosotros.

Ese fue Mark, que se encontraba muy callado esa noche. Dorian solo se carcajeó y aceptó la acusación del rubio.

—Hey, ¿Cómo estás?—le murmuré con una sonrisa.

Me miró al tiempo que se llevaba el tenedor a la boca.

—Bien ¿y tú?—respondió con la boca llena, tan serio como el Mark que hacía mucho no veía.

—Bien.

Devolví mi mirada al plato que tenia en frente y me dispuse a comer.

Sentí un golpecito en mi tobillo y miré a Ivy.

Esta chica tiene el complejo de karate kid.

Ella miró a Mark antes de mirarme a mi y guiñarme un ojo. Rodé los míos, de mal humor por sus suposiciones erróneas y seguí comiendo.

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