Fictober: Charlastor [Hazbin Hotel]

19. Carta

Parte 2/2

...

     Charlie se miró en el reflejo de la copa de vino. Alastor estaba frente a ella, con el cuerpo tenso, como si estuviera en una inhalación sin fin. Bebía nervioso, con los ojos perdidos en el librero del frente. No podía leer los títulos desde esa distancia, pero era mejor que mirar a la princesa. Se movió en la silla. Hizo un rechinido que le dio pena ajena. Tamborileó los dedos sobre su escritorio y se aclaró la garganta.
     Charlie miró el reloj encima de él. Habían pasado cinco minutos y ninguno decía nada. Jugó con las manos, y movió las piernas, ansiosa. Quería que Alastor soltara la sopa de una vez.
     Abrieron la boca al mismo tiempo. Él se disculpó y volvió a guardar silencio.
     —Y... ¿Cómo está el vino?

     Alastor parpadeó, recordando la copa que tenía en manos.
     —¡Ah, oh! Bastante bien. Es lo mejor de lo mejor, querida. Quise traerlo especialmente para usted.

     Charlie dejó salir un suspiro.
     —¿Y de qué querías hablar conmigo?

     —Oh, nada importante —Alastor vedó el tema de inmediato. Se le hizo un nudo en el estómago—. Solo quería pasar tiempo con usted y tratar de profundizar un poco más nuestra conversación del medio día. Ah... ¿De qué hablábamos?

     Charlie pareció relajarse. Serenó el rostro y bajó los hombros.
     —Familia.

     —¡Ah, familia! —Alastor desapareció ambas copas y se reclinó sobre el escritorio. Lucía nada satisfecho con esa palabra—. La maravillosa familia Hazbin... Suena un poco ridículo si lo digo así.

     Ella se rió.
     —Es divertido. La relación con mis padres es un poco caótica desde que decidí fundar el hotel. La única que parece creerme con una mayor convicción es mi madre. Además, pasando tanto tiempo con ustedes, es imposible que no les haya ganado un poco de cariño —Reclinó la espalda en el asiento y descansó el codo en el reposabrazos. Colocó la cabeza encima del puño. Tenía la mirada puesta en Alastor, como si deseara aprender todo lo que tuviera que decir—. Han sido mis amigos por mucho tiempo. Es imposible que los deje ir así como así.

     —Vaya, suena muy convencida con lo que dice.

     —Por supuesto. ¿Cómo no podría quererlos a todos de esta forma? Han hecho de mi vida un lugar mejor y se los agradezco. Son mi segundo hogar, mi segunda familia, mi mayor felicidad en el mundo. Nunca creí conocer a personas tan increíbles.

     —Sí, sí... —Alastor trató de convencerla con eso. En realidad, no la estaba escuchando.

     Charlie se dio cuenta de inmediato.
     —Y parece que tú no estás de acuerdo con nada de lo que estoy diciendo —Sonrió e inclinó la cabeza, dándose la razón. Vio en Alastor, en su rostro, la fugaz presencia de la sorpresa que se mantiene atada al fondo del cuerpo. Se rió con la nariz—. Al, no soy estúpida. Sé que hay algo que te molesta. Las preguntas que me hiciste fueron ridículamente innecesarias y muy poco usuales en ti. ¿Qué estás tramando ahora? —Se enderezó hacia el frente, abriendo las piernas. Colocó cada codo encima de una rodilla, en una posición defensiva.

     Alastor palideció. Sorbió por la nariz y golpeó el pie sobre el suelo. Se le puso la piel de gallina.
     —No estoy tramando nada de lo que usted cree... Yo jamás me atrevería a hacerle daño a usted y a su hotel.

     —No hablo del hotel ni de tus intenciones de cirquero, sino de algo que no quieres decirme. Y... —Charlie levantó las palmas en son de paz—. No puedo obligarte a que me lo digas, pero sé que la situación entre tú y yo es incómoda. Y no me gusta. De hecho, lo odio —Cruzó las piernas.