6. Nada es para siempre

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     Charlie se había esmerado mucho en las invitaciones. Iba a casarse, y nada más y nada menos que con Seviathan Von Eldritch. ¿Por qué no podía emocionarse y vivir un poco la experiencia? Su madre, Lilith, le había acompañado a todas partes en búsqueda de arreglos florales y el vestido perfecto. No iba a quedarse de brazos cruzados y que su hija se las averiguara por sí misma. Lucifer estaba volviéndose loco. Su única hija iba a casarse, ¡y tan joven! ¡Y con un muchachito como ese! Lo peor que le podía pasar a un padre y a un rey era toparse con el príncipe de una casa enemiga dentro de su propia familia. Él mismo se daba palmadas en la espalda. Tenía qué verle el lado positivo: al menos no era un pecador.

     Los jóvenes se habían conocido en la antigua Academia Infernal. Sólo los miembros más altos de la jerarquía demoníaca tenían el privilegio de estudiar ahí, con la excepción de algunos overlords, pero debían demostrar su validez ante el consejo rector de la escuela y sólo ganarían un permiso especial para la biblioteca de clones, donde las copias de libros —en su mayoría censurados por los catedráticos del consejo para mantener los secretos más oscuros bajo llave— se almacenaban para su análisis y lectura, sin posibilidad de rentarlos. No cualquiera debía aprender en el infierno. No se trataba de un servicio caro, sino, dirigido solo a aquellos quienes podrían utilizar su educación avanzada para algo concreto y significativo dentro del averno. Los imps, perros del infierno y pecadores siquiera sabían dónde se encontraba con exactitud la escuela. Para ellos era casi un mito. Una leyenda demasiado fantasiosa y mística como para ser verdad.

     Charlie era parte del rango más alto. Se esperaba mucho de ella.
     Seviathan, por su parte, mantenía un perfil bajo. Compartieron un par de clases y congeniaron bastante. Seviathan buscaba ayuda, Charlie podía ofrecerle toda la que él quisiera. Cuanto más tiempo pasaban juntos, Seviathan más se interesaba. La admiraba muchísimo, y quería darlo todo por tener una fracción del estatus que ella representaba. No era cualquier princesa, sino la hija de los mismísimos Lucifer y Lilith Morningstar, los reyes del infierno.
     Tenía la suerte de que Charlie lo mantenía cerca en su círculo de amigos, y cada vez más cerca, hasta que ambos terminaron cayendo en los nervios del primer amor.

     A Lucifer no le gustó mucho la idea. Hubiera preferido que su hija se lo pensara mejor. Aunque otros candidatos también peleaban por la corona, no lo hacían por las razones que él hubiera querido.
     Deseaba que pelearan por el amor de su hija, no por el trozo de metal que llevaba en la cabeza. Pero Seviathan había demostrado principios. No estaba interesado en movimientos políticos, tampoco en las constantes guerrillas. Si tenía que hacer un cambio, lo haría eventualmente. Charlie tenía más experiencia con eso. Él sólo quería ser su compañero.
     Lilith, al contrario, estaba encantada. Mandó a hacer un banquete especial para celebrar la noticia. Fue una fiesta privada, lejos del hotel. La única persona a la que le permitieron la entrada, a petición de Charlie, fue a Vaggie, su mejor amiga después de la escuela. Seviathan y ella congeniaron bastante. Sus personalidades embonaron, y Vaggie, más que gustosa por el candidato, les dio el buen visto.

     La boda no solo significaba un cambio para todos dentro del infierno, sino, un giro gigante a la rutina de Charlie. Al casarse con Seviathan, sabía que tendría que subir al trono y éste se volvería la única cosa que tendría en mente a partir de ahí. Las responsabilidades irían en aumento y ella, tal como lo temía, debería abandonar el hotel. Tenía que dejar todo listo antes de la gran fiesta. Vaggie prometió guardarle el secreto. Comprendió la magnitud del asunto.
     Charlie pensó que tenía la fortuna de contar con personas lo bastante capacitadas como para hacerse cargo del hotel. Las rehabilitaciones habían presentado grandes avances los últimos años. Dos mil pecadores rehabilitados y la cifra en aumento. Tenían una lista de espera, e incluso, había planeado que se haría de otro hotel en el futuro cercano. Se sentía como una empresaria segura, pero una princesa todavía muy joven como para reinar. Amaba a Seviathan, y si quería unirse con él, tendría que madurar lo más rápido posible.
     Correcto o no, la corona del rey llegaría a su cabeza algún día. Tenía que prepararse.

Fictober: Charlastor [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora