10. Cicatrices

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     El insomnio de Alastor podía ser una herramienta eficaz en el trabajo para Charlie. No eran muy recurrentes las veces en las que él avanzaba el trabajo que se acumulaba con las semanas, pero le daba una mano. Después de todo, no tenía nada con qué entretenerse, y era mejor buscar un pasatiempo. Charlie y él llevaban un tiempo quedándose hasta tarde en el despacho principal. ¡Había tantas formas, papeleo y registros que organizar! No podía darse el lujo de dormir. Tenía que trabajar por sus sueños, sino, se estancarían.
     Charlie estaba quedándose dormida mientras escribía frente a la computadora. Su cabeza se tambaleaba hacia el frente, y de repente se detenía, una y otra vez. Alastor no tenía tiempo para mirar eso.
     Chasqueó los dedos y uno de sus tentáculos sacudió con violencia a la princesa por los hombros.
     Cuando se detuvo, Charlie tenía la mirada perpleja hacia el frente. No había esperado eso.
     —G-Gracias... —Logró decir luego de unos minutos. Estaba muy confundida.

     —No hay de qué, querida —Alastor volvió a chasquear los dedos. Una taza de café apareció frente a él, y otra al lado de Charlie—. Beba un poco, esto le ayudará a quitar el sueño.

     —Oh, Al... Muchas gracias... —Charlie dio un sorbo y cerró los ojos con fuerza. El café estaba demasiado amargo. Frunció los labios y lo dejó a un lado, haciendo un esfuerzo para tragárselo.

     Alastor la miró con una sonrisa.
     —¡Es demasiado amargo para usted! Pobrecita. En fin, así es como me gusta a mí. ¡Ja, ja, ja!

     Charlie tragó, tapándose la nariz para no sentir el sabor.
     —Diablos... Tengo qué comprar una cafetera personal.

     —¡Ni se le ocurra! Tenemos bastantes deudas. Tendrá que conformarse con tierra y agua caliente, o mi selecto café de reserva. Aunque, por supuesto, no está hecho para aquellos que no soportan el verdadero sabor del café. Sin azúcar, sin leche, sin crema. Solo los granos tostados y el agua.

     —Creo que voy a vomitar.

     —¡Oh, qué fascinante! Me encantaría verlo.

     Charlie lo miró de reojo, sobándose el estómago.
     —Al menos me quitó el sueño por el asco... Con eso es más que suficiente.

     Alastor dio un largo y sonoro sorbo de su taza.
     —Qué delicioso...

     —¿Puedo agregarle un poco de azúcar al mío?

     —¿¡Y rebajar su calidad!? ¡Por supuesto que no!

     Charlie miró a la taza con resignación.
     —Oh, mierda... —Simuló beberlo, pero lo estaba regando a un costado. No se dio cuenta de que el café era tan pesado que deshizo parte de su asiento. Otra vez, se había quedado sin palabras—. ¡A-Ah!

     —¿Sucede algo?

     —¡Ahhh... No! ¡Me... Me quemé con el café! ¡Qué rico, ya sentí su sabor! ¡Ja, ja, ja... ! —Tiró un montón de papeles —que no había revisado aún— al agujero de la silla. Fijándose más de cerca, notó que el café incluso había traspasado el suelo. Se quedó tiesa en su lugar—. Al, ¿qué le pones al café?

     —¿Por qué? ¿Acaso no sabe algo tan básico como eso?

     —Sólo dime que...

     —Agua y café. Es todo. ¿Por qué?

     —Por nada —Fingió una sonrisa—. G-Gracias. Me siento con mucha más energía.

     Alastor alzó su taza con orgullo.
     —No hay de qué, ya se lo dije. Oh, y va una segunda ronda de mi parte.

     Charlie sintió que moría.
     Su taza se llenó desde el fondo con un líquido todavía más espeso y caliente. La cubrió con un par de papeles, tratando de ocultarla.
     —Bueno, debemos seguir trabajando.

Fictober: Charlastor [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora