15. Oportunidades

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     La princesa se quedó helada cuando vio a Alastor caer de bruces al suelo. ¿Qué demonios había pasado? Se incorporó de inmediato, acomodándose el traje.
     —¡Querida, qué maniobra! ¡No la vi venir!

     Charlie no llevaba ropa de trabajo. Vestía un pijama decorado con patos amarillos.
     Sorbió por la nariz.
     —Hola... ¿Qué pasó... ?

     Alastor acercó su rostro tanto como pudo al de ella, pero Charlie lo esquivó de nuevo.
     —¿Está resfriada... ? ¿Los demonios podemos hacer eso?

     —¡No te acerques o te contagiaré!

     —Oh, eso no me preocupa —Alastor la rodeó y trató de acercarla hacia él—. ¡Vayamos a fastidiar a Mimzy!

     —¡No! —Charlie salió corriendo a su habitación—. ¡Eso sí que no! Estoy enferma. Si te acercas mucho a mí, podría contagiarte.

     —¿Eh? ¿Me está negando acaso el contacto físico que yo necesito? ¡Me niego y me abstengo a aceptar las reglas que inoportunamente ha decidido imponer hacia mi persona! ¡Creí especificar siempre que esto fuera una democracia, no una dictadura!

     Charlie se asomó por la puerta, con un pañuelo en la nariz.
     —¿Ya acabaste?

     —¡No! —Alastor apareció detrás de ella, sonriendo—. Detesto que me toquen. Pero detesto todavía más que me lo nieguen a mí. Le exijo tres razones reales por las cuáles yo no deba acercarme a usted.

     Charlie se alejó de él tanto como pudo.
     —Númedo uno, etoy enfedma —Habló a media lengua—. Númedo dos, podé contagiadte, y númedo tés, contagiadas a otos.

     —¿Y en español?

     Negó con la cabeza, tomó a Alastor por la espalda y lo arrastró fuera de su cuarto.
     —¡Largo! —Hizo un esfuerzo por hablar correctamente—. ¡Deja de molestarme!

     El demonio desapareció, haciendo que Charlie cayera de boca sobre su alfombra. Un tentáculo la puso de pie frente a él.
     —Princesa, por favor. Permítame acer...

     Charlie se alejó.
     —¿Por qué no puedes esperar? No es como si esto fuera a matarte.

     Alastor la miraba sin expresión. No lucía molesto, pero tampoco feliz. Parecía no comprender muy bien el asunto. Un demonio como él se caracterizó siempre por invadir el espacio personal de otros, pero detestaba que ellos mismos invadieran el suyo. Encontrarse con alguien cercano que no quisiera, de la noche a la mañana, tenerlo cerca, era en verdad algo sumamente irritante.
     —Querida, su juego no es divertido.

     —No es un juego... —Charlie se limpió la nariz con el pañuelo y tosió contra su codo—. Estoy enferma, ¿comprendes eso? ¿Alguna vez enfermaste?

     —Sí, pero nadie nunca me dijo que no me acercara. No me gusta —Dio un paso al frente—. ¡No sea caprichosa!

     —¡Tú eres el caprichoso! —Charlie botó el pañuelo al cubo de basura—. Diablos, parece que te toqué una fibra sensible. ¿No deberías respetarlo un poco?

     Alastor colocó las manos detrás de su espalda.
     —No. No quiero. No es justo. De un día al otro ha decidido botarme de su círculo más cercano. Puedo verlo. Usted miente.

     —¡Dramático! ¡Tengo un resfriado! ¿Comprendes eso? Ni siquiera me he cambiado a la ropa del trabajo porque... —Estornudó—. ¡Porque no me siento bien!

     Alastor puso las manos en sus caderas. Se acercó a Charlie de nuevo.
     —No se siente bien. Bueno, en ese caso yo podría ayudarla.

Fictober: Charlastor [Hazbin Hotel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora