17.

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Era algo tarde en la noche, Jorge llevaba ya algunas copas encima, no podía parar de reír, nunca lo había visto tomado, pero se veía adorable.

Cuando subieron al carro lo sentó en el asiento del copiloto, le puso el cinturón, él omega solo miraba al alfa con una sonrisa traviesa.

Una vez que llegaron al departamento del menor, cargó a Jorge hasta su cama, lo acostó y lo cubrió hasta el cuello, beso su frente e iba a irse, hasta que Jorge negó y tomó su mano.

—No te vayas...

—Tengo que trabajar, mi amor...

—Tú laptop está aquí, no te vayas... Duerme conmigo... —Diego sonrió y beso sus labios, asintiendo mientras acariciaba su cintura—

—Trabajaré en la cocina para no molestarte, ¿ok? —Jorge asintió, con una sonrisa— Luego vendre a acurrucarme contigo...

Cuando el alfa se fue, se quedó en su cama, cerró sus ojos intentando volver a dormir, hasta que no pudo evitar sentir como su miembro entre las piernas, empezaba a ponerse duro.

Frunció  su ceño y se enderezó, suspiro al ver que también estaba lubricando. Eso pasaba cuando tomaba demasiado, el alcohol lo hacía tener unas ganas inmensas de que alguien (en ese momento Diego) lo tomara.

Se paró rápidamente y buscó entre sus cajones, nunca se había puesto algo bonito para Diego, él no era de lencería, no se sentía cómodo en lencería, no siempre se sentía bien con su cuerpo, sentía que sus muslos estaban muy regordetes y sus glúteos muy flácidos, el resto de su cuerpo demasiado delgado, a pesar de hacer tanto ejercicio, sentía que nunca había podido quitar toda la flacidez que sus kilos de más provocaron.

Solo una vez le había comentado a Leslie acerca de que él quería ponerse lencería, pero solo recibió un horrible comentario de cómo se vería su pancita.

—Uhm... —Miro el suspensorio negro que tenía de cuando hacía teatro, no sentía que se le viera mal, sentía que se le veía sexy—

A parte, Diego era alguien que lo hacía sentir seguro en muchos aspectos.

Se lo puso rápidamente, se mojó un poco los rizos y se puso bálsamo, solo se miró unos segundos en el espejo, antes de salir de la habitación, porque sabía que si no lo hacía ahora, no lo haría nunca.

—Diego...

—Ya voy, bebé, espérame —susurro, rió cuando Jorge se acerco y rodeo su cuello con sus brazos, beso su bícep, llevando su mano a su pierna, sonriendo al sentirla desnuda— Qué ha-, Oh...

Jorge le sonrió al ver cómo se le quedó mirando, Diego rió suavemente, antes de tomarlo de los glúteos y subirlo sobre el, Jorge suspiro besando con hambre sus labios, llevando sus manos hasta su cabello, jalándolo.

—Me encanta como se te ve el rosa...

—¿Ah si? —Sonrió Diego, cargando con facilidad a Jorge de los glúteos, llevándolo a la cama de forma veloz— A mi me parece que nunca antes el negro se te había visto tan impresionante...

Lo tiro a la cama, Jorge gimió en respuesta al estar en ella, suspirando cuando él mayor le dio la vuelta, mordiendo su nalga, desnuda.

Diego...

El mayor tomó las piernas ajenas, para enterrar sus uñas, el de rizos solo suspiro subiendo aún más sus glúteos, bajando la parte superior de su cuerpo.

—Eres hermoso, Coky...

Jorge sonrió, seguramente escuchó el apodo que Danna y Alex le dijeron, pero sinceramente, aquel apodo cariñoso que le puso su madre hacía mucho, sonaba mucho mejor en la boca de quien amaba.

—¿Q-Qué harás?

—Estás chorreando... —Jorge ya lo había notado, sentía su lubricante hasta los muslos, sabía que pronto mojaría la cama— Voy a probarte.

Él omega gruñó, cuando el alfa hizo a un lado el hilo que cubría ese íntimo sitio, hundiendo su lengua entre sus nalgas.

—¡Ah!

Diego sonrió al escucharlo gritar, lo tomó firmemente de las caderas, acercándolo más a su cuerpo, probándolo como quiso.

Jorge gritaba, suspiraba, tiraba su mano hacia atrás buscando el cabello del chico, jalándolo entre sus blancas manos.

El primer orgasmo estaba tan cerca, que cuando Diego se detuvo y le dio la vuelta, se sintió mal.

—¿Q-Qué haces? —Chillo, mirando cómo Diego ser burlaba de cómo estaba— ¡Diego! ¡Voy a llorar!

—No tienes que... —Dijo, antes de ponerse el preservativo— Oh, bueno... No por ahora...

Jorge tomó sus piernas para dejar que el alfa se introdujera, efectivamente, lo hizo, la reacción de él omega fue suspirar mientras la gran hombría de él alfa se abría paso en su interior, solo suspiro, hasta que Diego sonrió.

—¿Hasta donde puedes subir las piernas?

Oh... ¿Quieres ver?

Jorge rápidamente subió sus piernas sobre los hombros de Diego, el alfa sonrió encantado, dando la primera embestida.

El omega gritó, viniéndose por primera vez entre su ropa interior.

Diego lo tomó del rostro para besarlo, el menor cerró sus ojos mientras él alfa lo embestía como un animal, solo gruñía y lloriqueaba contra su boca, llevó sus manos hasta su cabeza, pasándolas por la parte trasera de ella.

Diego, Diego, Diego.

—Jorge... —Tomo mejor el cabello del castaño, pegándolo a sus labios, para besarlo—

Dio varias embestidas, una tras otra, sonriendo entre el beso, mordiendo su cuello, lamiendo su clavícula.

Empujó con fuerza su miembro en aquel sitio, haciendo que un poco después, ambos gimieran fuertemente contra el oído del otro, porqué por fin se habían venido.

Se esta hinchando...

—Sí, lo está haciendo —Respondió Jorge, suspirando cuando nuevamente, se quedó completamente atorado bajo aquel hombre— Anudar me parece súper sexista.

Diego rió con fuerza al escuchar al omega hablar, sabía que solo quería sacar platica, era una cualidad adorable que tenía el menor.

—¿Ah si?

—Si... Quedamos atrapados gracias a ti, ¿Qué tal que yo no quiero estar aquí?

—¿No quieres?

—Bueno, no dije eso —sonrió, riendo cuando Diego empezó a acariciar algunos mechones del cabello ajeno— ¿Qué?

—Que me pareces muy bonito... Con tus rizos mojados, tu rostro rojo —rió, acariciando sus labios— A mi me pareces precioso...

—Mmm, lastima que no puedo decir lo mismo.

Diego negó empezando a reír, Jorge solo sonrió y besó sus labios, mirándolo con amor.

—Tú eres muy, muy guapo —busco su mano, entrelazándola— Y enserio... Me gustaría que me cortejaras...

Diego sonrió enormemente al escucharlo decir aquello, besó su frente y asintió, acariciando su cintura.

—¿Me dejas cortejarte?

—No lo digas así... Es vergonzoso...

—Tienes que responder —susurró al ver que miraba hacia otro lado, beso su mandíbula con calidez, sonriendo al ver cómo el chico se sonrojaba— ¿Coky, me dejas cortejarte?

—Estaba esperando que lo dijeras...

Diego enserio se sintió en el cielo.

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora