30.

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Inhalo, exhalo.

Llevo sus manos a la piel regordeta de su abdomen, no podía evitar sentirse algo mal.

Se había depilado con una de las navajas que tenía en casa de Diego, no sabía si dejar su cabello suelto o amarrarlo, tampoco sabía bien donde tenía que ir cada prenda.

Era una bonita braga de encaje, que conectaba con unos ligeros que iban en sus muslos, no dejaba nada a la imaginación, se podía ver su miembro, sin contar que los glúteos los tenía completamente al aire.

—¿Cómo mierda? —gruño, intentando abrochar el pequeño sostén, no tenía copa, ni costura, no le quedaba grande, tampoco justo, seguramente era para eso, para hombres omega— Mmm —Miro el cinturón tan solo unos minutos, ya no lo pensó más, se lo puso rápidamente— Por favor, que le guste...

Se miro unos segundos al espejo paso nuevamente sus manos por su pancita, sus piernas regordetas, y sus brazos, tenía miedo de no gustarle al alfa.

—¿Jorge? —tocó la puerta, el menor dejó de verse al espejo, volteando a la puerta— Amor, ¿todo bien? Enserio, si no te gusta...

—¿Ya te bañaste?

—Claro, acabo de salir.

—Bueno... Ya voy... —terminó de cepillarse los dientes, dándose un último vistazo—

—Hey, por fin sales, tardaste una eternidad —Iba a seguir hablando, hasta que vio como su chico salía—

Tenía sus rizos sueltos, un sonrojo fuerte en sus mejillas, la piel de su pecho estaba cubierta por suave encaje su cintura tenía el cinturón de la misma tela, lo cual causaba que su cintura se viera aún más delgada, no pudo evitar bajar la mirada un poco más, sonriendo al ver las bragas y los ligueros.

—Hey...

—Te juro que si te ríes te corto las pelotas.

—Mi amor... —sonrió, Jorge se tambaleó un poco, nunca se había sentido tan apenado, hasta ahora— Que precioso se ve mi omega... —dijo con una sonrisa enamoradiza, jalándolo mejor hacía el— Oye...

—Mi panza...

—Te ves hermoso —aseguró, el menor sonrió con un sonrojo fuerte en sus mejillas— Tan hermoso...

—Oh vamos, deja de hablar, terminaré por creérmela...

—Entonces seguiré repitiéndolo cuántas veces lo necesites —no pudo esperar más, lo tomó de las caderas y lo tiró a la cama, Jorge rió—

El alfa buscó tocar a Jorge, llevando la mano a su cintura, jalándolo hacia el, pego los labios rápidamente a los del omega, unos minutos fueron suficientes para que los besos subieran su intensidad, y Diego buscara con más insistencia sentir su cuerpo.

—Alfa...

Las feromonas que ambos soltaban empezaban a ser escandalosas, los sonidos eran más fuertes, rápidamente Diego pudo sentir el característico olor dulzón de el lubricante natural de su omega.

—Estas ansioso ¿Eh? —Jorge suspiro, el alfa le dio la vuelta el Omega respondió gimiendo— Mira nada más... ¿Tanto? —se burlo, haciendo las bragas a un lado, el hilo que hacía unos segundos estaba entre las nalgas de su omega, estaba empapado—

Diego...

—¿Si?

—Háblame... —rogó, Diego se sorprendió— Quiero... Oh Dios, que vergüenza...

—¿Te gusta que te hable mientras cogemos? —Jorge asintió—

—Me gusta que me hables sucio —admitió, sintiéndose avergonzado por soltarlo en voz alta— Yo... ¿Por favor?

—Claro que si —Concedió, sonriendo cuando él omega volvió a asentir— Me quieres a mi...

—Sí... Sí, no sabes cuánto... —suspiro, alzando sus glúteos, desesperado— Alfa, alfa...

—Omega... —hundió su dedo anular en la entrada de su novio, el menor se estremeció y suspiró, apretando la almohada—

Diego empezó a hablarle a Jorge al oído mientras follaba su entrada con sus dedos, el menor se quejaba, pero le gustaba, le gustaba mucho.

Cuando finalmente tuvo sus tres dedos en sus adentros, Diego bajo su mano hasta el miembro de su novio, la reacción de Jorge fue cubrir su boca, el de barba sonrió, empezando a jugar con el miembro ajeno.

—Diego... Diego voy a llegar...

—No pasa nada, hazlo...

—A-Acabamos de empezar —dijo con vergüenza, cubriendo su boca cuando el alfa empezó a masturbarlo— Mmm...

—Hazlo —Dijo en su oído con su voz alfa, el Omega no tardo en reaccionar, obedeciéndolo—

...

—Más rápido Coky... —él omega lloraba mientras su novio lo embestía, moviendo la cadera más rápido, dando sentones más profundos y rápidos, Diego gruñó tomando sus caderas, mientras Jorge chillaba que estaba cerca— Yo también, no te detengas...

Ah, ah, ah —dijo lloriqueando, hasta que finalmente dio un buen sentón, tocando su punto lo que ocasionó que se viniera—

Se acosto sobre Diego, suspirando al sentir como nuevamente su novio había quedado completamente atrapado en sus adentros.

El mayor acariciaba la pequeña cintura de su omega, besaba su cabeza mientras seguía disfrutando de el cuerpo ajeno, totalmente sumergido en sus pensamientos, sorprendido por lo bien que su omega se veía en ese tipo de prendas y por lo bien que se la habían pasado.

Él disfrutaba de todo junto a Jorge.

—Oye... —lo movió un poco, el Omega hizo una mueca, aun le dolía aquello cuando se movían— Perdóname, amor...

—No pasa nada —susurro, se le quedó viendo y le sonrió con cariño— ¿Qué pasó?

— Ahora quiero comprarte una pijama de esas que se ven tiernas —Jorge empezó a reír— No te rías... Yo quiero verte con algo como... Un unicornio, él come galletas, un oso cariñoso, yo que se.

—Me compraste lencería y ahora ¿quieres que use un mameluco?

—Son mis dos personalidades.

Diego sonrió y acarició la cabeza del más bajo, beso su frente con cariño y llevó su mano a su pecho, Jorge ronroneo y se acurrucó de mejor forma sobre su alfa.

—Me hiciste sentir el omega más bonito —admitió— nunca me habían mirado como tú me miras...

—Porque estas perfecto —Jorge sonrió cerrando sus ojos— mi omega es perfecto.

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora