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Eran las cuatro de la mañana cuando por fin bajo de su avión, se sentía muy cansado pero sabía que finalmente podría quedarse en México, sin más vuelos, sin tener que estar más tiempo lejos de su pareja y sus hijos, con un proyecto impresionante a punto de estrenarse.

Antes de llegar al hospital, vio algunos videos de YouTube acerca de lo que estaba pasando, su relación ya no era más un secreto y Jorge había compartido una que otra historia en la que se podía notar que estaba en el hospital, había bastantes personas que insinuaban que habían terminado y se había puesto así por el lazo, que ahora que estaba grabando le había sido infiel y un montón de barbaridades más.

Cuando llegó al hospital, pudo ver al papá de Jorge en la sala de espera, suspiró y se apresuró a pasar, cuando el hombre lo siguió y lo detuvo.

—¡Diego!

—Por favor, son las seis de la mañana y no e dormido nada, lo único que quiero es llegar con mi esposo y abrazarlo durante unas dos horas antes de que tengamos que iniciar nuestro día oficialmente —tomó nuevamente su maleta, cuando el hombre lo siguió de regreso a él— ¿te acuerdas cuando te pedí la mano de Jorge? Me hiciste prometerte que lo protegería de las cosas malas , y ahora lo estoy protegiendo de ti, con permiso.

Sabía que Jorge ni siquiera había visto a su madre o a Omar, solo había permitido visitas de sus amigas más cercanas y su familia política, él lo permitía, si no quería ver ni siquiera a su hermano, él tendría sus razones.

Al entrar a la habitación pudo ver a su rizado novio semiacostado, su bata caía por uno de su hombros y dejaba a la vista su glándula marcada y clavícula, sonrió al ver las mejillas de su novio más regordetas, se acercó un poco más y suspiró al ver que ya estaba usando sostenes de maternidad, seguramente porque ya estaba fabricando leche.

No pudo aguantar y se acostó cuidadosamente a su lado, pasó sus brazos por su cintura y frotó su pancita, Jorge no tardó en despertar al sentir cálidos besos sobre su cuello y hombro.

—Hola...

—No deberías usar sostén mientras duermes —le susurró, besando su suave mano, el menor tenía algunos moretones en esta por todas las veces que lo habían inyectado o sacado muestras de sangre, finalmente no tenía ninguna aguja atormentándolo, solo esos horribles piquetes y algunos moretones esparcidos por ahí— Te extrañé...

—Te extrañé más... —susurró, acariciando su barba con una sonrisa— Me da vergüenza que me vean... Ya se notan mucho y tengo cientos de enfermeras y doctores checándome cada ciertas horas, sin contar a tu familia que es súper linda y siempre viene a verme.

—Jorge, te verán todo cuando los niños nazcan.

—Bueno, hasta que eso suceda puedo tener dignidad.

Ambos rieron y se besaron una vez más, cerraron los ojos y se quedaron ahí, en paz con la presencia del otro.

—Te tengo una noticia...

—¿Cuál?

—No pude aguantarme y le pregunté al doctor el género de los mellizos.

—Eres un grosero, yo quería llorar contigo cuando te enteraras... —rió, acariciando su abdomen— ¿Qué son?

—Mmmm...

—Anda, no seas así, quiero saber.

—¿El bebé más grande?

—¿Ajá?

—Es una niña... —Diego sonrió al escucharlo, besó su mejilla, acariciando sus caderas—

—¿Y el otro?

—Es un niño —dijo emocionado, soltando inconscientemente sus feromonas de felicidad, Diego rió y empezó a llenarlo de besos, Jorge solo reía entre estos, hasta que pudo ver cómo los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana—

—Déjame dormir una hora, ¿si? Necesito recargar energía para ser un papá muy feliz...

—No te preocupes, yo también necesito dormir.

Jorge se volteó cara a cara a su esposo, el de barba lo acercó de la cintura con una sonrisa, besándole con cariño la frente.

No tardaron en quedarse completamente dormidos.

...

Estaba dormido en el asiento del copiloto, hasta que en cierto momento del viaje sintió como su pareja detenía el carro y cubría sus ojos con una bufanda, alzó una ceja sin entender.

—¿Qué haces Diego Cárdenas?

—Te tengo una sorpresa, ven.

Rió un poco cuando bajaron del auto, le costó un poco no tropezarse, sentía que tantos días fuera habían hecho que olvidará por completo cómo era su depa.

Cuando estuvieron dentro, obvio en el primer piso, se sintió diferente, no había tanto ruido como siempre había, y el señor que siempre los saludaba a la entrada, no los saludó ese día.

Cuando destapó sus ojos, alzó una ceja sin entender, se volteó al alfa, mirando como le sonreía.

—¿Te gusta?

—¿Qué hacemos aquí? —susurró sin entender, era una casa enorme pero hermosa, con techos altos y montón de cristales, mucha iluminación, acabados modernos y mucho, mucho Mármol—

—Es nuestra casa.

Jorge se volteó con sorpresa a su esposo.

—Nuestro departamento me encanta y tiene muchísimas comodidades pero... Si tendremos dos hijos, necesitamos un lugar más grande para que crezcan, hay un patio gigante y mucha seguridad, también un parque de juegos dentro del fraccionamiento y varias de los mejores colegios cerca... ¿Te gusta?

—¿Qué si me gusta?

—La mayoría de la casa ya está amueblada... Pero si quisieras cambiar algo, podemos...

Él omega corrió hacia sus brazos y lo besó, Diego acarició su espalda y lo levantó unos centímetros, se sonrieron, sintiendo calidez junto al otro.

—Me encanta, Diego... Muchísimas gracias...

—¡Oh! ¡Te tengo una sorpresa más!

El mayor tomó a Jorge de las manos y lo dirigió por las escaleras flotantes, él omega se venía carcajeando, hasta que llegaron al segundo piso y el mayor lo dirigió a un cuarto.

Cuando abrió la puerta, pudo ver un cuarto perfecto, totalmente blanco y beige, con dos cunas de madera, muebles, un cambiador doble y una mecedora, sus ojos se cristalizaron al ver los móviles que colgaban del techo, uno sobre cada cuna.

—¿Te gusta? —preguntó detrás de él, Jorge asintió y volteó a verlo, suspirando al ver a aquel hombre que tanto amaba—

Lo abrazó y empezó a llenarlo de besos, Diego rió mientras acariciaba su cintura y bajaba a sus caderas, el aire empezó a faltar, el calor de sus cuerpos a incrementar.

—El doctor me dijo que si podíamos tener sexo mientras no fuera rudo...

—Estrenemos la casa, entonces.

Ambos se carcajearon, Diego levantó a Jorge del piso al estilo princesa, llevándolo a su cama.

Amigos... ¿Con derechos?. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora