Capítulo 11

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Cuando bajé hasta el primer piso esa mañana lo hice con las manos llenas, llevaba el jugo que acostumbro a tomar más uno que preparé para él en agradecimiento.

No solo lo había hecho ir por mí sino que ahora debía llevarme con mi auto porque me había olvidado que lo llevé y no fue hasta que estuvimos en el estacionamiento y no lo noté.

Apenas bajar ahí estaba el con ese atractivo rostro, su traje era negro en su totalidad, incluso la camisa y contuve la respiración mientras me acercaba, no puedo solo olerlo, tan varonil y sexy viéndose de esa manera. Se supone que debo comportarme.

-Buenos días- le tendí el jugo y caminé hasta la puerta contraria cual se empeñó en abrir.

-Se ve muy linda hoy Señora- abrí la boca algo ofendida por su atrevimiento.

-Halagándome no conseguirá un asenso- traté de ocultar mi sonrojo. Lo observé llevar el envase a su boca mientras caminaba hasta su lado del auto. Pavoneándose por lo bien que sabe que se ve.

Hoy estaba silencioso, cosa rara en él. Me detuvo al momento en que planeaba bajar del vehículo. -¿Pensó en lo que le dije?- asentí, sabía a lo que se refería. -¿Puedo saber que decidió?

-Eres demasiado curioso para ser sano- aflojó su agarre dejando a notar que no le gustó esa respuesta y no se porqué tuve la necesidad de darle explicaciones. -Llegaré algo más tarde. Pasaré a la central para retirar mi renuncia.- y sin esperar respuesta bajé del auto y caminé al mío sin siquiera mirar atrás.

¡¿Porqué le importa tanto?!

...

Apenas llegaba a la oficina cuando este me recibía con una de esas sonrisas leves que mi cerebro guarda hasta el día siguiente. -Hola, ¿a dónde iremos hoy?- su entusiasmo era mayor.

-La tienda de electrodomésticos.

-Oh, genial. Necesito una nueva lavadora.

-¿Iremos de compras acaso?

-No, pero mientras hago mi trabajo puedo informarme de cual es mejor.- dijo con encogimiento de hombros. - ¿Su auto o el mío?

-El mío- entre cerré los ojos. -¿Qué?

-Nada, yo conduzco. Para que descanse.

-¿Parezco cansada?- pregunté con ironía pero le tendí las llaves.

-No, se ve fresca y bonita. Ni siquiera parece haber estado en la cárcel.- mordí mi labio para no reír, que impertinente que es.

Subimos a mi auto y olvidé por completo el paquete que llevaba detrás, no eran tangas pero era la bolsa de una tienda de ropa interior. Me deshice de mi saco con rapidez para dejarlo sobre la bolsa de manera disimulada.

Demasiado bochorno había pasado frente a este hombre como para que vea algo como esto. -¿Dónde vamos a comer? Hay un lindo lugar por la zona, podemos ir ahí.

-O podemos pedir para entrega- alcé una ceja, lo que tiene de atractivo lo tiene de confianzudo.

-Mejor vamos allá, es más práctico.- ¿dónde es más práctico? Yo no lo veo.

Acabó haciendo como quería pese a mi mala cara, irónicamente a él parecía no afectarle. El lugar era una preciosidad, bastante elegante también. -Deberíamos venir en la noche, este lugar debe verse hermoso con las luces de la ciudad- estaba en un alto maravilloso y tenía una pequeña terraza que da a las vistas adornada con bombillas. 

-¿La cena? Estamos por trabajo- resalté

-Un día que terminemos tarde. Yo invito por supuesto.- y como dije, lo que tiene de atractivo lo tiene de confianzudo. -Adoro los mariscos pero dudo que estén lo suficientemente frescos aquí en la cuidad. Prefiero una pasta. ¿Usted que va a comer?

-Mm una pasta está bien. - ambos pedimos lo mismo, me atreví a acompañarlo con una copa de vino, él conducía de todas formas.

-Cuénteme

-¿Sobre?- me entretenía colocándole mantequilla a un poco de pan, este lo tomó de mi mano apenas estuvo listo.

-Gracias noona- acabé atragantándome -¿Te molesta que te diga así? Seguro que sí, eres extranjera. Encontraré un apodo cariñoso para cuando estemos solos.

-¿Qué tal Señora Ortega?- arrugó la cara.

-Está en sus treinta pero se empeña en ser llamada señora.

-Tengo 36 y me llena de orgullo mi edad.

-Yo también me llenaría de orgullo al decir mi edad si me veo como usted.

-¿Debería ofenderme?- negó de manera rápida, ahora el colocaba mantequilla en un trozo de pan y me lo tendía. Acabé tomándolo por cortesía.

-Se ve mucho más joven. Lo juro, fina y elegante también.

-Ya veo, los halagos parecen haberlo traído a donde está.

-Para nada.- una sutil risa se escapó de mí -Me gusta su nombre, tiene un significado hermoso.

-¿Cuál es? Puede que en diferentes países sea distinto.

-Significa Te amo, sus padres deben haberla amado mucho.

-Lo hicieron- pareció entender aquello.

-Mi madre también murió hace años. Estoy distanciado del resto de mi familia. Mmm solo hablo con mi hermano pequeño, pero ahora está de viaje por trabajo.

-Tiene aspecto de hijo único- dije segura.

-¿Es porque parezco engreído? Como usted- abrí la boca en señal de ofensa pero cuando estalló en carcajadas no tuve más que seguirlo. -Tengo dos hermanos barones, soy el del medio.

-Tiene sentido, el de en medio suele ser ignorado y se vuelve más independiente.

-Vaya, justo eso.

-Es una ventaja.

-Por supuesto. ¿De dónde es?

-De México

-Vaya, ese es un hermoso país. Siempre quise visitarlo. Sus playas son una locura. Las veo en los sitios que promocionan vacaciones todo incluido.

-Lo es. Hace mucho que no voy.

-¿Cuánto?

-Debiste ser reportero.

-Por lo general no soy tan curioso. Pero he de admitir que usted como tema de conversación es fascinante.

-7 años, desde que me mudé aquí.






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Nayeli Mi Vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora