Capítulo 17

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Era un nuevo día laboral, uno en el que me permití arreglarme más de la cuenta. Lo hice porque quería sentirme bonita, merecedora de toda esa atención que el castaño de traje sexy a mi lado me brinda.

Me encantó su reacción, más que eso.

Había dejado la boca literalmente abierta cual se permitió cerrar con su mano. Traté de quitarle fierro al asunto pero aún así su atención estaba sobre mí.

Pero toda esa confianza que había utilizado para vestirme y arreglarme desapareció apenas noté el itinerario del día.

Debíamos ir a la imprenta. De pronto todo aquello se convirtió en nervios puros, nervios que se intensificaron al notar a la joven de altas piernas con que se acuesta mi ex. Es que tiene que hacerlo adrede la pinche perra.

-¿Estás bien?- quiso saber quien estaba a mi lado, había detenido mi andar.

-Si, disculpa.- tomé camino nuevamente.

-Buenos días.- agregó este -Vamos a necesitar los documentos de gerencia referente a la aprobación de subsidios.

-¿Disculpe?- mordí mi labio evitando reír, se comporta demandante y rudo cuando quiere. Es sexy. Esta comenzó a caminar y tomamos ese hecho para seguirla.

Articulé un Gracias cual devolvió con un guiño coqueto, no se lo que voy a hacer con este hombre. De verdad que no.

Esta nos dejó en una de las oficinas revisando los documentos y aquello pareció un buen momento para el castaño para sentarse sobre la mesa y pedir por mi atención.

-¿Te pusiste así de linda para tu ex?

-¡No! Ni siquiera sabía que nos tocaba aquí.- me excusé de manera rápida.

-Para mí entonces- una sonrisa lobuna se dibujó en sus labios mientras se acercaba.

-Hay cámaras. ¡No puedes besarme aquí!

-Pero ¿qué dice Señora Ortega? Le acomodo el pelo.- dejó un mechón tras mi oreja. -Almorzaremos fuera hoy. Debo jactarme de su compañía.

-Adulador.

-Adular abre muchas puertas.- en efecto

La puerta fue abierta y con ella la cercanía que teníamos se rompió.

-Las listas de proveedores son otras.

-Los cambiamos...

-Por unos más caros y según las notas de los operarios el material con menos calidad.- la otra guardó silencio.-Sacaré unas copias.

-Yo puedo hacerlo. ¿Podrías mostrarme donde?- le habló a la otra. Agradecí aquel hecho, hoy que había despertado de tan buen humor no estaba para sus insinuaciones baratas.

Aún así esta entró antes que él -Deberías darle el divorcio a mi amorcito. Deja de aferrarte, se ve poco elegante andar rogándole a alguien que no te quiere.

-¿Eso te dijo? Hace 4 meses le di los papeles de divorcio, papeles que el se niega a firmar. Incluso puse una demanda para divorciarme, así que si tanto deseas que eso pase deberías convencerlo.- esta parecía a punto de echar humo por la boca y las orejas cuando salió de la oficina dejando en su lugar a un extrañado castaño.

Se ve lindo en todas sus facetas.

...

Habíamos terminado la revisión y llenado el informe que sería pasado a la gerencia, la lista de nuevos proveedores era de cuidado. Acabamos almorzando en la azotea de nuestra oficina y tuve que aguantarme su cara de niño consentido por diez minutos.

Las conversaciones fluyeron solas, con ese hombre es imposible uno mantenerse al margen o mostrarse indiferente. Me roba más sonrisas que cualquier otra persona en el mundo y temí que se convierta en alguien importante para mí.

Aunque ese miedo irracional no debería tener cabida, el ya era alguien importante para mí. -¿Que haré contigo?- dije en modo de broma, arrugaba su cara contra el sol pero prefería no moverse para no alejarse de mí.

-Justo eso me he preguntado todo el fin de semana.- giró su rostro lo suficiente como para dejarme ver esas hermosas facciones.

-Dijiste que me darías todo el tiempo que necesitara.

-Y lo haré. Solo...- dudó

-¿Qué pasa?- ¿se había cansado de esperar?¿se sentía rechazado?

-Mi café está algo raro. ¿Segura no le pusiste alcohol?

-¿Por...- acabé captando tarde su intención. Me había besado, duro, con ganas.

Su lengua demandante exigió permiso para entrar y lo hizo. Ambos cafés cuales descansaban sobre nuestras manos fueron alejados por el para permitirnos tocar lo que nos sea próximo en el otro.

Mi cintura pareció serle de interés, acabó acercándome tanto a él que mí cuerpo no tuvo más que dejarse hacer, sentada sobre su regazo el beso fue roto.

-Creo que el mío también tenía.- le seguí el juego. -Déjame organizar mi vida. Déjame... divorciarme.

-Bueno- volvió a picar mis labios. -¿Qué te parece si te ayudo un poco? Si me prestas los documentos estoy seguro de que...

-¡No! No tienes que hacer algo como eso.

-¿Por qué no? Vamos a ser pareja después de todo.

-¡No digas eso!

-¡¿Por qué no?! Nos tomáremos de las manos y pasearemos. Veremos películas en el sofá y pasearemos a tu tóxico juntos. Saldremos a cenar y también cocinaré y cocinarás para mí. Nos besaremos todo el día.

-¿Quién dijo?- pretendí indignarme con lo ultimo.

-Yo lo digo. Yo y mi necesidad inmensa de besarte todo el tiempo.









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Nayeli Mi Vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora