Capítulo 18.

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¡Feliz día del lector!

Aquí un capítulo que iba a ser para el sábado, pero he decidido que actualizaré hoy y el sábado para festejar a todos aquellos lectores.

Gracias por todo!

Capítulo 18.
¿Celoso, Wilston?

A a mañana siguiente —después de dormir como tres horas, o hasta menos—. Jaden y yo parecemos zoombies vivientes cuando nos levantamos con flojera muy a nuestro pesar y nos dirigimos a la cocina para almorzar algo ligero.

Y aunque suene curioso, de no haber sido por la pequeña Melanie que ya estaba sentada en la barra de la cocina limpia e impecable, no nos hubiéramos levantado.

Mi madre y la de Jaden ya estaban de viaje, así que tendríamos 4 días en los que estaríamos solos. Sin un completo adulto, bueno... se supone que nosotros ya lo eramos, aunque no actuaramos como uno.

Isair pasa por nosotros para dejar primero a Melanie y después nosotros llegar a la facultad.

Hannah se ha dormido por el camino, cosa que me causa gracia —y eso que estoy igual o peor—. Así que cuando llegamos a la facultad el auto de Isair se estaciona y él la despierta suavemente y con una sonrisa. Hannah se frota los ojos con flojera y no dice nada.

De hecho, todos nos quedamos callados unos minutos más sin decir nada en el auto. El único sonido que se escucha es el de los demás pasando a lado de la camioneta sin tener idea alguna de nuestra existencia.

Creo que todos tememos que el señor sí que nos haya visto y ahora estemos prácticamente... jodidos.

Y no voy a negar que a mí me dé miedo la idea de que el gato hable por arte de magia y nos delate ante la directora.

Pero eso no se los diré a ellos, claro... seguramente se burlarian de ello por un buen tiempo.

Unos minutos más tarde el pelinegro suelta un suspiro y habla.

—Pues venga ya, vamos a ver que nos prepara el destino.

Todos parecemos nerviosos al caminar en grupo a la entrada de la facultad. Vamos con pasos lentos y temerosos.

Creo que han sido los dos minutos más difíciles de mi vida.

Por suerte, nadie parece prestarnos atención cuando caminamos en grupo. Una que otra chica mira a Jaden sonriendole, pero él parece no darse cuenta.

Nunca se da cuenta de ello, y no sé si me gusta o me parece curioso. De todas formas, siempre lo dejo pasar.

Interrumpo el hilo de mis pensamientos al ver a Daisy prácticamente lanzándose sobre los brazos Jaden. Él pobre apenas puede agarrarla para que no se caiga de cara al suelo.

No la he visto desde la fiesta. Y casi lo agradezco.

Aprieto los labios con fuerza, cuando le da un abrazo y Jaden la separa lentamente un poco confuso.

—¿Desde cuándo eres...?

—¡Hace mucho no te veía!, ¡y ya te extraba!, aparte, no me vas a negar que en la fiesta me dejaste sola, Jaden. ¿Qué te pasa?, ¿dónde quedó la promesa que me hiciste? —pregunta ella en un puchero.

Yo me cruzo de brazos avanzando hacia ellos con el ceño fruncido.

¿Qué promesa?

—¿Qué promesa? —vocalizo observando primero a la rubia y después anclo mi vista en Jaden en busca de una respuesta.

El día que la luna dejó de brillar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora