Capítulo 11: El aprendiz no cae lejos del árbol

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Harry se puso de pie y le ofreció la mano, mirando al hombre mayor a los ojos. -Sí señor, es un placer conocerlo Maestro Barclay.-

-Qué joven tan educado.- dijo el Maestro Barclay, mirando a Snape con una sonrisa. Se volvió hacia Harry. -Es un placer conocerte también.-

Snape quedó impresionado. Resultó que el mocoso sí sabía cómo actuar cuando estaba lo suficientemente motivado. Miró a Harry y le dio un rápido asentimiento de aprobación.

El maestro Barclay se sentó en una silla bastante grande detrás de un enorme y macizo escritorio de madera. Detrás de él, en la pared, había docenas de placas y certificados enmarcados, y había una estantería entera dedicada a trofeos y premios. Esparcidas entre las diferentes placas y premios había fotografías enmarcadas del Maestro Barclay con todo tipo de magos y brujas famosos, desde políticos y músicos hasta famosos jugadores de Quidditch.

Snape permaneció de pie hasta que Barclay lo invitó a tomar asiento. Harry observó a Snape cuidadosamente y siguió su ejemplo, sentándose en silencio cuando Snape lo hizo.

Aunque el maestro Barclay era un hombre cálido y extrovertido, también era muy estricto con los modales y el protocolo. Tenía una mentalidad muy abierta en muchas cosas, pero cuando se trataba de interactuar con la gente, ya fuera personal o profesionalmente, era extremadamente formal y muy de la vieja escuela. 

Como aprendiz, Snape aprendió muy rápidamente que no había margen de error con esto, el Maestro Barclay lo tomó como una señal de falta de respeto personal y una afrenta si alguien ignoraba el protocolo u olvidaba un título. Todo, desde quién se sienta y quién se pone de pie primero, quién habla primero, quién termina la conversación, quién abre la puerta, quién entra, había una manera "correcta" de hacerlo todo. La jerarquía y el orden eran muy importantes para él, especialmente cuando estaba en la cima.

Pero Snape aprendió a apreciar esto: significaba que cada interacción social tenía reglas y un ritmo a seguir, y en su vida después de su aprendizaje se encontró cumpliendo con estas formalidades, incluso insistiendo en ellas para sus propios estudiantes y miembros de la casa. Según su experiencia, la gente siempre apreciaba a una persona con buenos modales. Fue una forma instantánea de mostrar el carácter de uno.

-Maestro Barclay, quiero agradecerle por reunirse con nosotros hoy, sé lo valioso que es su tiempo y tanto el Sr. Potter como yo estamos muy agradecidos.-

-Ha pasado mucho tiempo desde que viniste a verme, Severus. Espero que eso signifique que las cosas te han ido bien y que simplemente has estado ocupado. Disfruté tu reciente publicación sobre tu rápido reabastecedor de sangre: ¡un fascinante descubrimiento! Espero que lo presenten en la reunión anual a finales de este año.-

Snape conocía al Maestro Barclay lo suficientemente bien como para saber que tendría que tener paciencia antes de ponerse manos a la obra. Al hombre le gustaba controlar la conversación, disfrutaba de la dinámica de poder de decidir cuándo la gente podía hablar. Snape siempre lo imaginó como un robot de tráfico de conversación. Dio luz verde y luz roja a cualquier discusión y todos los que lo rodeaban debían obedecer. Snape sabía esto y estaba preparado para ello, y sólo tendría éxito en esta reunión si seguía el ejemplo del hombre y iba a su ritmo.

El Maestro Barclay golpeó el escritorio con su varita y apareció un juego de té. -¿Té?-

Snape asintió antes de intentar cortésmente hacer avanzar la conversación. -Como mencioné en mi carta, hoy vengo a usted con una petición bastante inusual, Maestro Barclay, y espero que tenga la amabilidad de concederme la cortesía de permitirme explicarle completamente antes de emitir cualquier juicio.-

El aprendiz excepcional (Una historia Severitus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora