Capítulo 17: Estrella de la noche.

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Desde esa noche pudo descansar mejor, sabía que la solución a sus problemas estaba cerca.
Ahora tenía que pensar en una forma inteligente de deshacerse de Garret, los demás podían esperar.

Esa tarde tenían planes; había un huerto en medio del lago; se habían quedado sin provisiones y además Santino quería tener alimentos frescos para cocinar pasta.
Coriolanus se ofreció a ir en la barca que estaba en el lago; tenía una lista con las instrucciones y los ingredientes que necesitaba.

Preparó todo y ya estaba a punto de zarpar; entonces vio una figura corriendo hacía él. Verona.

'Lo que me faltaba' pensó Coriolanus.

"¡No te vayas!" Gritó Verona.
Coriolanus ya iba un poco alejado de la orilla y ansiaba de verdad remar para no tener que lidiar con ella y por una extraña razón, se quedó quieto.

Dejó que ella se metiera al agua y que lo alcanzara. Pensó que era lo bastante quejumbrosa como para no meterse al agua fría.

"¿Y ahora qué?" Le dijo Coriolanus de mala manera.

"Santino se dio cuenta de Garret" dijo Verona una vez dentro de la barca.

"¿Cómo no se iba a dar cuenta si hacen su..." Coriolanus se mordió la lengua. "... su espectáculo a mitad de la noche, con la luz encendida y la puerta abierta?"

"Ah, claro ¿disfrutaste del espectáculo?" Verona hablaba con su sonrisa burlona.

"Ya. Entonces viniste aquí a presumirme de los dotes del macho alfa de Garret"

Verona lo observó por un momento, lo analizaba, quería ver si había una pizca de celos en él. Coriolanus intentó mantener la postura lo más que pudo; ella no lo iba a romper.
"Creo que mis gemidos de esa noche hablaron por sí solos"
"Basta"
"¿Por qué?"
"Dije que te detengas" el sonido de provocación de Verona le estaba hirviendo la  sangre.
"¿Estás celoso?" Se atrevió a preguntar ella.

Coriolanus la miró directo a los ojos; intentando penetrar su mirada, esa chica era ruda, difícil de intimidar.
"Yo no podría estar celoso de un incompetente como Garret" Coriolanus tensó su mandíbula, era la única manera de mantener el control.
"¿Por qué no?" Verona seguía provocándolo.
"Porque yo te haría gemir más que él" se atrevió a decir Coriolanus.
"Demuéstralo" Verona inclinó su cuerpo hacia él.

Coriolanus la imitó.

"Ni loco" respondió él. "Tu decidiste meterte con ese inútil; te quedas con ese inútil"
Y entonces, Coriolanus obtuvo algo que estuvo esperando desde que conoció a Verona: una expresión de enfado, resentimiento y mejillas rojas por el disgusto.
"¿Qué? ¿es la primera vez que te dicen que no, princesa?" Ahora Coriolanus se burlaba de ella y sentía cómo la venganza era tan dulce como el jugo de albaricoque.

Llegaron en una hora, el camino se hizo en silencio porque Verona estaba tan enfadada como para hablarle y Coriolanus ya había dicho suficiente, además de que gozaba observar a Verona de esa manera, ver cómo esa sonrisa burlona se desvanecía y era remplazada con labios fruncidos y mirada de odio.

Cuando llegaron al huerto; Coriolanus acomodó la barca y ayudó de manera amable a bajar a Verona, el contacto con su mano fue estremecedora pues, le cruzó por su cabeza pensar qué tal vez la piel de su mano estaba igual de suave que la de su espalda.

Coriolanus tenía una llave que le había encomendado Santino, era importante que la guardara bien y que además hiciera todo lo que le había pedido; ya que esa era su única fuente de alimentación por ahora. Ese huerto lo cuidaba Santino, cada fin de semana iba a la cabaña solo para asegurarse de que el sistema de riego funcionaba bien y a recolectar verduras, frutos y tubérculos.

El verano 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora