Capítulo 8: La tormenta.

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Esa noche, Coriolanus durmió como el infierno. El calor no fue lo peor, sino el hecho de que había soñado con Verona y que además, ella había sido su musa para solucionar el problema que había tenido hace unos días. Lo que más lo estresó, fue que se sintió muy bien, más que bien; nada comparado con hacerlo en la ducha.

Cerró los ojos un par de horas y el despertador de cuerda sonó con fuerza. Coriolanus no se atrevió a volverse a dormir, no le apetecía quedarse solo en esta casa lleno de polvo y además, su misión era que Mags lo ayudará esa tarde con su 'situación'.

Se metió al baño a darse una ducha rápida, luego se colocó la ropa de traía del día anterior y cuando salió, Mags estaba esperando afuera.

"¿Ya terminaste?" Le preguntó ella malhumorada y con el cabello más alborotado que el día anterior.

"Supongo que sí" respondió él con un poco de miedo.

"Bien. En la cocina hay ensalada de pescado, desayuna y bajo enseguida, también mete los sándwiches de atún y el agua en la bolsa de color azul" le indicó Mags. Coriolanus antes de cerrar de portazo el baño.

Coriolanus suspiró y obedeció. Muy en el fondo odiaba que lo trataran así, que le hablaran como a un criado, porque el tenía criados en la mansión y él era quien daba las órdenes; cerró los ojos y se volvió a repetir que esto era por un bien mayor.

Mags no tardó más de quince minutos en salir arreglada y acicalada. Coriolanus ya la esperaba con todas las indicaciones cumplidas; ella solo rodó los ojos y tomó el tridente, luego se lo extendió a Coriolanus, él lo tomó con dificultad y después ella tomó la lanza con la que lo había amenazado ayer.

"Vamos" dijo Mags y se fueron.
El sol estaba por salir, el aire era lo suficientemente cálido como para andar con ropa de algodón, aún así, se podía percibir la humedad en el aire.

Caminaron por un sendero de palmeras, que al parecer los guiaba al mar. Coriolanus se quedó maravillado al ver las olas y la arena, a pesar de estar oscuro se podía apreciar un buen paisaje.
"He Mags, ¿ya trajiste compañía porque no puedes tú sola con el paquete?" Se escuchó decir al fondo a un chico.

"Cierra el pico, Bellamy" replicó ella y siguió andando hasta las barcas.
Coriolanus la siguió, no miró al chico llamado Bellamy porque no quería problemas además de que se notaba que Mags tenía todo controlado.

"¿Qué estás haciendo Mags?" La cuestionó Bellamy.
"Tomando mi barca para poder ir a pesar"
"Conoces las reglas. Debes pagar la cuota de mantenimiento para que te anoten en la lista de espera y luego tomar tu turno" la detuvo Bellamy.

"Maldición. Ya te dije que le pagué por adelantado a Marcus Cresta, tengo todo el jodido año para tomar esta barca o la que yo quiera, así que muévete" lo empujó.

"Mags no comprendes" Bellamy la jaló de brazo. "Éstas barcas necesitan mantenimiento"

"¿Algún problema?" Intervino Coriolanus.

"Nada que sea de tu incumbencia, maldito blanco"
"Yo creo que si es de mi incumbencia que estes tocando a Mags" lo retó Coriolanus.
"¿Ah si? ¿Qué harás al respecto?" Lo encaró Bellamy.
"Oigan, esperen, esperen" los detuvo Mags. "Bellamy, necesito hablar contigo, a solas"
Coriolanus rodó los ojos y se fue; mientras que Mags tomó de la camisa a Bellamy y se lo llevo detrás de los baños.

A Coriolanus le hervía la sangre, no podía creer que estuviera lidiando con una situación como la de Lucy Grey y Billy Tapue, no es que estuviera celoso, pero el simple hecho de tener que defender a Mags de un cavernícola como Bellamy le daba nauseas.

"¡Corre! ¡Corre!" Gritó de pronto Mags. "Ayúdame a empujar la barca al mar" le pidió a Coriolanus luego de que arrojó sus cosas adentro.

Coriolanus obedeció y comenzó a empujar la barca posada contra las olas, al llegar se les complicó un poco porque las olas los regresaban a la orilla.
"Empuja más fuerte" pidió Mags. Ambos seguían empujando con todas su fuerzas.

"¡Mags!" Se escuchó al fondo Bellamy, venía arrastrándose. "Mags, maldita sea ven acá"

"Por el amor al cielo, empuja mas fuerte, Coriolanus" suplicó Mags.
Ambos, al ver a Bellamy regresando y tan enfadado, tomaron fuerzas suficientes para poder adentrarse en el mar aún con las olas en su contra.
"Sube" le exigió Mags a Coriolanus, este se arrojó adentro de la barca y Mags siguió empujando, cuando hubo una distancia considerable entre la orilla y la barca, Mags también subió.

Ambos estaban agitados y asustados, sus respiraciones eran entrecortadas y de pronto Mags se echó a reír como loca, luego se recargó en el suelo de la barca.

"¿Estás bien?" Le preguntó Coriolanus luego de un rato.
"Lo estoy, vayamos a pescar" dijo Mags y luego se sentó a remar.

Mags intentó enseñar los principios básicos de pesca a Coriolanus, cosa que fue imposible porque al joven rubio se le complicaba insertar el cebo en el gancho y no tenía la malicia para mantener el equilibrio cuando un pez hubiera picado el gancho. Así que Mags decidió pescar sola, pero puso a Coriolanus a desollar a los peces y guardarlos en la caja.

Cuando el sol estaba en la cima, Mags decidió descansar y comió los sándwiches de atún con Coriolanus, quien se preguntaba si esto era lo que iban a hacer todo el día; se le acababa el tiempo.

"¿Vamos a pescar todo el día?" Se atrevió a preguntar Coriolanus.
"No, escuché en el radio que se aproximaba una tormenta, cuando mucho una hora más"

Cuando Mags dijo esto, los truenos y las nubes se aproximaban a una velocidad increíble.
"Coriolanus, debemos irnos" Mags dejó a un lado su sándwich y tomó uno de los remos para regresar. "Ayúdame a remar, a cómo vienen esta nubes, en media hora estará la tormenta aquí"
Coriolanus se asustó, ver nerviosa a Mags le causó un retortijón en el estómago.

Duraron remando quince minutos y aunque estaban cerca de la costa, comenzó a llover fuerte, incluso se escucharon relámpagos al fondo.
"Rema, rema y no te detengas" gritó Mags.
La tormenta ya yacía en el 4; todo mundo regresaba corriendo a sus casas, mientras que Mags y Coriolanus, luchaban por regresar a la costa.

"El mar está hostil, debemos saltar y nadar a la orilla"
"Perderemos los peces y las armas" protestó Coriolanus quien temía echarse  a nadar.
"Si no saltamos ahora, es probable que nos impacte un rayo" dijo Mags, luego se quitó la ropa que traía encima para dejar ver un traje especial. "Estaremos bien, solo sígueme" luego se arrojó al mar y comenzó a nadar.
Coriolanus frunció los labios, si sabe nadar pero estaba aterrado por estar en medio de la tormenta, cuando echó un vistazo al fondo del mar y noto los rayos impactando en el agua, sin pensarlo más, se arrojó al mar y comenzó a nadar.
Mags lo hacía de manera fácil, se notaba a leguas que ella llevaba haciendo mucho tiempo esto, mientras que Coriolanus se sentía pesado con cada brazada que daba, pensó que pronto llegaría a la orilla, hasta que se percató que el mar lo estaba arrastrando de regreso y que las olas eran peores cada vez, pasando el tiempo, se le hacía más difícil seguirle el ritmo a Mags, cansado y rendido, se dejó llevar por las olas y el mar, regalándole a la tormenta cada aliento de vida, esperando el fin de su existencia.

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Nota de la autora: perdonen que haya actualizado hasta ahora, es que hoy es mi cumpleaños y no había escrito nada en toda la semana, jeje pero aquí estamos como cada domingo. Puse una tormenta porque manifiesto lluvia y tormentas!!! Estoy harta del calor!
Nos leemos el próximo domingo, ya cada vez falta menos para balada!!

El verano 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora