Capítulo 24: Jaque.

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"Buenos días a todos" saludó ella con su tono de disculpa, "mi padre y yo estamos aquí en nombre de Jullien Madds, hemos venido a..."

"Esta bien, querida. La interrumpió su padre"

Joseph Cardew, un hombre flacucho de piel blanca y con el ceño fruncido todo el tiempo.

"Estamos aquí, para ser miembros del comité ya que por la muerte adelantada de Jullien y Santino Messina como jefe vigilante, nuestra presencia fue solicitada, no hemos venido a cambiar planes de los Juegos ni a alterar el orden del lugar" advirtió Joseph. "Sigamos con las actividades planeadas"

Dicho esto, la reunión matutina comenzó.

Coriolanus duró pasmado casi quince minutos; Livia había jurado no volver y ahora estaba ahí de regreso, cambiando todo por completo. Coriolanus intentó no mostrarse preocupado para que Verona no lo notase, al contrario de eso, decidió tomar su mano y hacer un suave masaje en sus nudillos, aunque no quisiera admitirlo, el contacto con la piel de Verona era muy satisfactorio, nunca había sentido piel más suave y que oliera a naranja y frescura y eso lo hacía sentir en paz.

La junta terminó y ahora seguía la transmisión en vivo de los Juegos, para los cuales, Coriolanus no estaba invitado aún por no ser miembro de edad suficiente; solo se le tenia permitido estar en las juntas matutinas y en la apertura de esa edición por sus magníficas ideas.

"Te veré al atardecer en tu mansión" le dijo Coriolanus a Verona, esta iba a protestar. "Y antes de que te atrevas a chantajearme, te advierto que si lo intentas, no me pasaré por tu cama en al menos dos semanas" Verona apretó los dientes. "Así que anda a tu casa y te veo más tarde"

La mujer de los labios rojos se marchó, dejando a Coriolanus sentado en la mesa con las manos entrelazadas.

Livia seguía con sus anotaciones, tal vez al salir de ahí, discutiría las nota que su padre le había pedido hiciera.

"¿No te marchas? Coriolanus" le habló Livia al muchacho quien se puso de pie y de acercó a ella.
"Te estaba esperando"
"¿A qué debo el honor?" Replicó ella sarcástica.
"Curiosidad de saber a qué regresaste si tú me prometiste aquella noche que jamás, jamás regresarías si tu vida estaba en el ocho mejorando los trajes de los agentes de la Paz" Coriolanus fue agresivo, Livia hizo una mueca y asintió levemente con la cabeza.

"Sé lo que te dije esa noche y es verdad, no pienso quedarme en el Capitolio, mi padre y yo hemos venido a vigilar el proceso de Santino Messina para luego firmar el poder de cede a él, se supone que mi padre está aquí para evaluar su desempeño durante esta edición de los Juegos, terminando, mi padre firmará el poder y nos marcharemos"

Coriolanus sintió cómo se le heló la sangre, siempre fue posible que uno de los dos fuera vigilante de los Juegos sin importar la edad, solo era cuestión de que firmaran el poder y Coriolanus no fue quien estaba al frente porque todo el tiempo estuvo en la palma de la mano de Verona, eso le escoció la sangre, estaba siendo un maldito títere de los Messina y lo peor de todo es que se los estaba poniendo muy fácil.

"Ya veo; ahora entiendo todo" fue lo único que pudo replicar Coriolanus.
"Y yo igual, creí que cuando llegó la carta del Capitolio, el nombre ahí iba a ser el tuyo no el de otro filántropo como Santino, luego vi como veías a Verona Messina y como la acariciabas y comprendí que aunque el nombre de Santino estaba ahí, el tuyo estaba ente letras" Livia alzó las comisuras de sus labios. "Sé que no pierdes el tiempo"

"Claro, me conoces muy bien; ese habría sido tu lugar si aquella noche hubieses aceptado lo que te propuse" Coriolanus se acercó a Livia.
"No me interesaba ese lugar, además, me asuste, tenia veintiún años y lo que me proponías era demasiado para mi" se excusó ella. "Acababa de recibir mi título de la Academia y seguía planeando ese verano y tú llegaste a pedirme matrimonio así como así, es obvio que me asuste" Livia alzo la voz. "No tienes ningún derecho a reprocharme nada"
"No lo estoy haciendo, solo quería saber porqué regresaste, creyendo que te quedarías y ahora que ya se lo que ocurre, no me interesa" replicó Coriolanus con naturalidad.
"Oh, si que te importa, sé que te rebana el ego y los sesos al ver a Santino al frente y no tú, pero como gustes, sigue jugando al amante con Verona mientras ese guapo e inteligente filántropo te quita tu futuro"

El verano 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora