Capitulo 22: ¿Qué le ocurrió a Jullien?

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Llovía de manera torrencial en el Capitolio, eran las cinco de la tarde del primer día de los seis que le había otorgado Verona a Coriolanus.

Coriolanus estaba tan tenso que por primera vez decidió beber whiskey sin motivo alguno cuando a él le disgustaba el alcohol. No podía dejar de pensar en Carrie; es decir, nunca pensó en volver a verla, le había hecho una favor con obtener su autocontrol y ahora tenía a Verona donde quería y para poder conseguir su objetivo, iba a tener que hacer algunos sacrificios.

La verdad, se sintió mal. Él nunca se ha considerado alguien sentimental, solo que se sentía un malagradecido por lo que estaba a punto de hacer. Estuvo caminando de un lado a otro por horas y bebiendo, sintiendo cómo iba embriagándose de a poco.

"Coriolanus, ¿podrías dejar de caminar por toda la casa? Vas a perforar el piso" se quejó Tigris muy entrada la noche.
"Déjame solo" le espetó, el alcohol ya estaba por todo su sistema.
"¿Estás bien?" Se acercó ella a él. "No puede ser ¿estás ebrio?"

Coriolanus giró su cabeza, era bastante vergonzoso que su prima lo viera así.
"No, es solo..." no pudo terminar la frase, algo extraño le estaba ocurriendo, su garganta de hinchaba de a poco y eso le impedía articular frase alguna. "No puedo hacerlo Tigris"
"¿El qué?" Pregunto ella, luego lo acaricio de los hombros.
"No puedo decirte, si lo hago y algo sale mal, no estarás a salvo" Coriolanus hundió su cabeza entre el hombro y cuello de Tigris.
Tigris se quedó pasmada por un momento, luego se relajó, el sabía de antemano que las decisiones de su primo eran por el bien común, ella ya había aprendido a callar y observar porque eso era lo mejor para todos, por ejemplo, ahora estaban en casa de los Plinth y no volvieron a sentir hambre y desesperación y todo había sido Gracias a Coriolanus.

"De acuerdo. No me digas, pero sea lo que sea que vaya a hacer creo que no te equivocaras porque eres muy inteligente y sabes lo que debes hacer, así que no te detengas"

Coriolanus soltó unas lágrimas y asintió con la cabeza, sabía lo que debía hacer y aunque le había tomado afecto a Carrie, era una más en la lista favorita de Snow.

Los últimos cuatro días se la pasó en tres lugares: en las reuniones de Los Juegos del Hambre, en el laboratorio de la profesora Gaul y en su habitación; no durmió ni comió bien, a la hora de las reuniones, se ponía sus mejores trajes y le pedía a Tigris que lo ayudara a verse fresco aunque estuviera desecho; por otro lado, Verona estaba tan radiante y relajada como siempre, era como si esa noche en la mansión se los Messina nunca hubiera sucedido.
Eso lo fastidiaba más porque mientras el trabajaba día y noche para cumplir su parte del trato, ella estaba con la última palabra.

En el laboratorio de la profesora Gaul, había manuales y experimentos que ella había realizado, no le quiso solicitar su ayuda porque si algo salía mal, no quería involucrarla y no porque le importase, si no que había que tener una víctima a la vez y siendo honestos, meterse con la profesora Gaul podría salir muy mal.

Estaba buscando algo que lo ayudara; algo muy parecido a la flor de Estrella de la noche, solo que ese sueño durara para siempre, algo que no fuera doloroso; que solo hiciera entrar en un gran sueño a Carrie, porque la única filosofía de Coriolanus era quitar del camino a quien le estorbaba sin escrúpulos, pero con Carrie era diferente, ella no había sido un problema para él en ningún momento y ahora tendría que matarla.

Toda la mesa de trabajo terminó atestada de textos, imágenes y hojas sueltas, la última noche no descansó sin parar porque ya tenía la respuesta en la punta de la lengua, le raspaba la garganta, el estómago, todo.

"¡Bingo!" Gritó cuando hubo conseguido el triunfo.

Y entonces lo hizo.

A la mañana siguiente, el Capitolio había organizado un desayuno para abrir las cosechas de los Juegos del hambre, ya que como se sabía, eran a diferentes horas y estaba planeado estar viendo cada transmisión de mis doce distritos.

El verano 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora