Ya se habían terminado las clases por fin. Coriolanus Snow pensó que nunca saldría de la Universidad y que a pesar de que uno de sus anhelos era estudiar, con el tiempo se dio cuenta de que quería aspirar a más que sólo presentar exámenes y escuchar a gente hablar de temas que él no comprendía del todo. Lo más emocionante durante su cursado en la Universidad, fue que el señor Plinth le había comprado un lugar como colaborador en los Juegos, aunque solo el primer año, los demás, Coriolanus fue invitado especial por su astucia y creatividad. Coriolanus Snow, no podía ser Vigilante de los Juegos ya que la edad permitida para serlo era a partir de los veinticinco años y le faltaban dos.
¿Y ahora qué seguía? Se cuestionaba el joven Snow mientras veía por la ventana a los sirvientes cortando los arbustos rebeldes. Era verano, lo que Coriolanus hacía en esos dos largos meses, era planear con ahínco los siguientes Juegos, explotaba al millón su creatividad, porque deseaba que con el pasar de los años, Los Juegos del Hambre, fueran un espectáculo digno de admirar por las personas del Capitolio y es que las condiciones en los décimos Juegos fueron repugnantes.
Los décimos Juegos..., recordó Coriolanus. Lucy Grey. Cinco años después y Lucy seguía en su cabeza. Él cerró los ojos y apretó la mandíbula, respiró hondo y volvió a retomar la compostura. Coriolanus había jurado que no iba a pensar en ella, no de nuevo y que jamás iba a volver a sentir cariño por quien sea, porque eso era una debilidad, él se había sentido manipulado y gracias al sentimiento del 'amor' estuvo a punto de perderlo todo; la grandeza, el Capitolio, los Juegos, poner en alto el apellido Snow después de haber caído.
No. Jamás. El amor es una trampa. Una tetra. El amor te hace caer más más rápido que una bala enterrada en el cerebro.
Tigris interrumpió sus pensamientos entrando al recibidor.
"¿Qué haces en la ventana, Coryo?" lo cuestionó.
Coriolanus la miró y sonrió, Tigris llevaba en mano el saco de color rojo que se había deshilado por tanto uso. Tigris sabía que si a Coriolanus se le salía, aunque sea un hilo de un saco, pantalón o camisa, con un chasquido de dedos, los Plinth le remplazaban la ropa imperfecta, pero a ella le encantaba arreglar la ropa de su primo, así como en los viejos tiempos, como esa camisa heredada el día de la cosecha de los décimos Juegos, por otro lado, Coriolanus dejaba practicar a Tigris porque sabía que ella también necesitaba hacerse de fama, después de todo, la moda es lo que más se vendía en el Capitolio.
"Pensando en los arbustos" mintió, después de que Lucy se fue, él nunca volvió a hablar con nadie de ella, ni siquiera con Tigris.
"Claro, que no dejen ni una hoja suelta ¿verdad?" bromeó ella y se acercó a Coriolanus para medirle el saco rojo. "Me quedó perfecto, las mangas están intactas y el dobladillo quedó como nuevo" celebró.
"Es cierto y creo que lo ajustaste a mi medida porque ya no me queda tan flojo" Coriolanus levantó los hombros, se sentía cómodo y fresco.
"Perfecto. Vas a lucir como todo un Snow en la reunión de graduados"
"Un refinado Snow" la corrigió él.
"No me digas que vas a ir a esa reunión a hablar de política y filosofía" se quejó Tigris.
"Ya sabes que a esas reuniones van personas interesantes y tengo que estudiarlas a todas, para aprender de ellas, para...
"Sí, sí. Para buscar debilidades y ser mejor que ellos por que el Capitolio no merece líderes ignorantes" terminó la frase Tigris, una frase que llevaba escuchando cinco años.
"En efecto, nada de ignorantes" se acomodó el cuello Coriolanus.
"Coryo" dijo Tigris entre suspiros "llevas cinco veranos haciendo lo mismo. Planear los Juegos, ir a reuniones, planear, estudiar, ir a reuniones y volver a planear. Luego esperabas que se terminara el verano para entrar a la Universidad y aprobar las clases con la mejor nota que todos y por una paliza" Coriolanus frunció los labios, aunque él sabía que nadie en la Universidad pudo con su sabiduría, era una victoria que le gustaba celebrar solo en su cabeza, después de todo, la arrogancia hacía caer hasta al hombre más inteligente, he ahí a Giordano Bruno, quemado en la hoguera por arrogante.
"¿Y qué esperas que haga entonces en esa reunión?" le preguntó, serio.
"No lo sé, alocarte un poco, beber más de la cuenta, quizás..., ¿bailar?" Coriolanius la miró en cuanto dijo eso.
"Yo no bailo, no me gusta. Beber demasiado provoca que las personas se porten estúpidas y tengo una reputación que proteger y en cuanto alocarme, no sé a que te refieras, pero el señor Plinth no pagó en vano años de educación para que en una desabrida reunión lo eche a perder" Coriolanus contuvo el aliento, Tigris había tocado una fibra sensible al mencionar el baile, desde Lucy Grey, no volvió a pegar su cuerpo demasiado a una mujer. Ni siquiera a Lidia Cardew a quien odiaba bastante y veía en ella una buena opción para casarse con fines diplomáticos.
"Bien. Lamento haber tocado el tema" se disculpó Tigris, luego le quitó el saco a su primo. "Lo llevaré a planchar, estará en tu habitación cuando termines de bañarte" finalizó y salió del recibidor.
El agua caliente recorría la espalda de Coriolanus mientras él pensaba en la reunión de alumnos graduados con honores, pensó en que era probable que los miembros del comité de los Juegos estarían ahí y que era a los primeros que se acercaría, incluso para ver detalles sobre el nuevo Vigilante para los decimosextos Juegos, el lado bueno es que ahí estaría Santino Messina, el único colega competente que tuvo en la Universidad y quien además provenía de una familia muy rica.
Iba a ser una reunión simple. Lo pensaba Snow mientras enjabonaba su cuerpo a conciencia, las piernas, los brazos y sin querer, rozó su entrepierna, sintiendo un ligero espasmo, lo que lo llevó a pensar en las palabras que había dicho su prima Tigres en el recibidor. 'Alocarse' escuchó esa voz, eso lo llevó a pensar en su intimidad, ¿Cuándo había sido la última vez que había tenido intimidad con alguien? En realidad, nunca. El sexo no era algo que pasara por la cabeza de Coriolanus Snow todos los días, había estado tan ocupado intentando poner en alto su apellido que había caído en la guerra que, el tema de la intimidad pasó a segundo término. Ni siquiera estando con Lucy Grey pensó en eso.
Sin darle muchas vueltas al asunto, llevó su mano a su miembro y comenzó a acariciarlo hasta que estuviera recto, fue sencillo y lo que necesitaba era terminar. Comenzó a frotarlo de arriba abajo, sintiendo una combinación de sensaciones que caminaban al placer, solo que, faltaba algo, un impulso, un pensamiento que lo guiará todavía más allá de sensaciones vanas y superficiales, necesitaba experimentar más. Coriolanus intentó llevar sus pensamientos a alguna mujer o acontecimiento que lo impulsara a terminar, pero no había nada, ninguna mujer le provocaba el deseo necesario para que fuera su musa en esto. Todas las mujeres del Capitolio le parecían huecas, tontas y eso les quitaba todo el atractivo a sus ojos, Coriolanus respiró profundo, intentando que el momento se alargara y para su desgracia, no lo pudo contener.
Coriolanus Snow se rindió y aceptó que, su intimidad había terminado a sus veintitrés años, sin siquiera haber comenzado.
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Nota: Estoy muy emocionada de escribir esto, les juro que las manos me temblaban por escribirlo, no les voy a mentir, Tom Blyth como Coriolanus, es espectacular y me motiva todavía más a escribir un fanfic maduro. Espero de corazón que les guste y yo la verdad voy a gozar escribir los domingos mientras la primavera, el verano y el otoño pasan, para que en invierno recibamos a la 'Nieve' con gusto.
Los quiero, Tributos y que la suerte esté siempre de su lado .III.
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El verano 23
FanficHabían pasado cinco años desde los acontecimientos de los décimos Juegos del Hambre; en donde la Academia se había arrepentido a cada segundo de haber mezclado a los estudiantes con los tributos, donde Lucy Gray Baird había sido vencedora y en donde...