Capítulo 7

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THE LORD AND THE LADY OF THE BUILDING

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

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Capítulo 7. La lady es una cajita de sorpresas.

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Tras aquel interesante intercambio de palabras con su vecino del piso superior, Sasuke no había vuelto a verlo ni una sola vez, lo que combinado con el número de ocasiones en las que sí se encontró casualmente con Sakura, pareció un regalo del universo.

Lo común era encontrársela en el vestíbulo por las tardes, compartir un viaje en el elevador ocasionalmente y a veces conversar un par de minutos cuando ella salía a regar las plantas del pasillo, por la mañana.

Cada vez le era más sencillo estar cerca de ella sin ponerse nervioso o preocupado de hacer alguna elección de palabras que la ahuyentara y, conforme más la conocía, comenzó a reconocer que, además de ser una mujer parlanchina, tenía una filosofía de vida que le parecía bastante interesante, siendo ésta: encontrar comodidad y felicidad hasta en el detalle más pequeño de la cotidianidad.

Era por eso que la joven dama disfrutaba tanto de arreglarse, tener una poco mutable rutina de trabajo, tomar fotos a cosas y momentos, ya fueran importantes o inverosímiles, buscar constantemente artículos de decoración para su hogar, apreciar cada momento de descanso que tenía disponible y salir a hacer sus compras cada domingo, sin falta.

Siendo ésta ultima una de sus actividades favoritas.

Y aquel fin de semana el Uchiha pudo reafirmarse a sí mismo que estaba teniendo una suerte de miedo cuando la dama tocó a su puerta y le informó que se pasaría a un mercado cercano, por si necesitaba algo.

Al ser una oportunidad que primero moriría antes de desperdiciar, Sasuke prefirió acompañarla, lo que ella aceptó gustosa.

—Estoy por mostrarte uno de mis tesoros escondidos aquí en el vecindario, Sasuke-kun. Sé que será de mucha utilidad para ti — la pelirrosa le anunció a su acompañante mientras caminaban por la acera.

Ese día el sol estaba en su completo apogeo, acalorando el ambiente casi insoportablemente, por lo que Sakura usaba un vestido largo color verde bosque, cuyos tirantes se ataban a sus delicados hombros en un par de moños y su cabello lo había sujetado en una coleta baja, dejando un par de rizados mechones a los costados de su rostro.

Por su parte, Sasuke había optado por una simple camisa blanca de mangas cortas que hacía resaltar sus fuertes brazos y pantalones rectos color beige, así como unas gafas de sol negras.

Cuando salieron del edificio, ella le había comentado lo bien que se las arreglaba para lucir apuesto aun en un casual fin de semana, lo que le hizo sentir seguro de su elección de atuendo para ese día. Admitiendo para sus adentros que quería que ella siempre lo considerara de esa manera.

Aquel mercado que Sakura mencionó no quedaba tan lejos de donde vivían, ni tampoco era tan grande, aunque al entrar se encontraron envueltos entre una considerable horda de gente que caminaba en todas direcciones.

—Ven Sasuke-kun, no quiero que te pierdas — de manera despreocupada, la pelirrosa entrelazó su brazo en el suyo y comenzó a abrirse paso entre la multitud.

Él no tuvo objeción alguna con ello, deleitándose con esa cercanía que creyó aún faltaba mucho tiempo para disfrutar con ella. A su vez, su ego se infló considerablemente al notar que, conforme avanzaban, las personas se abrían para dejarlos pasar como en ese cuento bíblico del hombre que separó en dos el mar.

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