Capítulo 41

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THE LORD AND THE LADY OF THE BUILDING

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

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Capítulo 41: El lord experimenta algo nunca antes vivido.

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Es reconocido por todos la luz y alegría que un bebé trae a su familia.

La experiencia de conocer e incluir a una nueva personita es algo que inflama el corazón de manera distinta. Es algo para lo que se prepara lleno de promesas de cuidado y protección, sueños para el futuro, regalos físicos y sentimentales, así cómo el deseo de estar ahí, por siempre.

Cuando Sarada Uchiha llegó al mundo, cada persona que fue a conocerla, la tomó entre lágrimas y se regocijó en lo hermosa, adorable y perfecta que era.

La pequeña criatura regordeta era la más fiel representación de las características de sus padres. De piel blanca, cabello y ojos oscuros, igual que su progenitor, y de rasgos suaves y sonrisa deslumbrante, igual que su madre.

Todo aquel que la sostuvo en sus brazos dio fe de ello y felicitó a los Uchiha por traer al mundo semejante obra de arte.

Los primeros meses de la pequeña fueron tranquilos, pues todos querían darle su espacio a Sakura para que pudiera recuperarse del parto, aunque, aun así, todo el mundo se aseguró de estar ahí en caso de que la mujer y su bebé necesitaran algo. De esa forma, tras visitas cortas para traer regalos o comidas ya preparadas, familiares y amigos se marchaban para dejar a las mujeres bajo el cuidado de Sasuke.

El penthouse estaba lleno de alegría y amor en cada rincón y desde el primer día que llegaron del hospital, acompañados del nuevo miembro de su hogar, no hubo ningún sentimiento negativo que ensombreciera el sueño idílico que estaban viviendo.

Ninguno más que la frustración y confusión del único hombre de la casa.

Entre los muchos temores que Sasuke tuvo respecto a cuando finalmente su bebé estuviera fuera del vientre, en el mundo frío y hostil, dígase accidentes, gente peligrosa, problemas médicos o demás incidencias de la vida, la que nunca le cruzó ni por un segundo por la cabeza fue la que terminó sucediendole.

—Vamos, mi amor. Está de buen humor en este momento. Inténtalo — Sakura animó a su esposo con una cálida sonrisa.

Mientras descansaba en la sala de estar y disfrutaba de la tranquilidad de la tarde, la mujer sostenía a su pequeño angelito en sus brazos.

Efectivamente, Sarada estaba de buen humor en ese momento, pues gorgojeaba incomprensiblemente y agitaba sus manitas al aire al tiempo que sus ojos curiosos analizaba su entorno. Había sido alimentada hacía muy poco, algo que era efectivo a la hora de controlar su demandante personalidad. Podía ser pequeña e incapaz de comunicarse, pero cuando se trataba de leche, hacía saber a sus padres y al resto del edificio que la quería y la quería pronto.

Sasuke estaba ocupado con unas cosas en la cocina. Se había tomado una licencia de paternidad extendida luego de que su esposa diera a luz y de que fuera promovido en la firma, así que él se ocupaba de todas las tareas domésticas, para disgusto de su mujer, quien todavía quería ayudar.

El hombre suspiró audiblemente pero no se negó al pedido de su mujer, pese a que sabía que era mala idea.

Tratando de disimular sus dudas, se acercó a su familia y, preparándose mentalmente para lo que sabía que venía, levantó en sus brazos a su dulce angelito con cuidado y lentitud.

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⏰ Última actualización: Aug 25 ⏰

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