Capítulo 27

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THE LORD AND THE LADY OF THE BUILDING

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

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Capítulo 27. El lord y la lady a veces tienen mala suerte.

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Si él podía jactarse de la considerable fuerza física en sus brazos, sin duda, Sakura podía hacer lo mismo respecto a la de sus piernas.

Esas blancas, suaves, largas y torneadas extremidades en las que la mirada de su novio se veía atrapada siempre que las visualizaba y que envolvían su masculino cuerpo, sin posibilidad de escapatoria, cuando hacían el amor.

Además de que, siendo una mujer de baja estatura, para la pelirrosa era casi esencial adornar aún más la deliciosa parte inferior de su cuerpo con altos y elegantes tacones. No sólo luciendo un poco más alta gracias a ellos, sino también innegablemente sensual.

Sasuke había tenido fantasías sexuales con ella y cada pecaminoso par de zapatos que poseía prácticamente desde que la conoció y ahora, siendo finalmente su amante, podía disfrutar de la bendición de cargar sus maravillosas piernas sobre sus hombros y tener a los costados de su rostro esos ítems llenos de femineidad y erotismo.

Esa noche, por ejemplo, Sakura usaba aquel par de tacones negros que le había dejado ponerle el día que se quedaron atrapados en el ascensor, cuando aún no eran novios.

—¡Sasuke! ¡Por favor, no pares! — ella gemió mirándolo con los ojos suplicantes, mientras un par de lágrimas amenazaban con rodar por sus mejillas debido al casi intolerable placer.

—¡Cómo si pudiera! ¡Me tomas tan bien! — el pelinegro gruñó observando con las pupilas dilatadas como su miembro embestía con fuerza y rapidez la entrada anal de su pequeña novia —. ¡Mierda! ¡Vas a arrancármelo! ¡Eres una delicia!

A pesar de que no era la primera vez que hacían el amor de esa manera, la sensación era tan intensa y placida como siempre. Estaban copulando en el dormitorio y sobre la cama de Sasuke, misma que parecía crujir y a punto de ceder debido a la fuerza con la que el Uchiha embestía a su novia, y es que para él era imposible no dejarse llevar por sus más bajos instintos.

La perversa visión de la pelirrosa aferrada a las sábanas, con la mirada perdida en él, su boca entreabierta y jadeante, la piel perlada de sudor y enrojecida por las marcas de las manos y los besos que su novio dejó en ella, su precioso par de senos saltando al ritmo de cada acometida recibida, su húmedo núcleo siendo atendido por él, al mismo tiempo que llenaba su agujero más estrecho con su pene y, sobre todo, el par de zapatos sobre sus hombros como la única vestimenta que conservaba, simplemente eran demasiado que soportar.

Hacer el amor con ella de esa manera lo hacía sentirse animal y primitivo en el más positivo de los sentidos. Se sentía poderoso, masculino, el hombre más viril del mundo y llenaba aún más su autoestima que ella también lo viera así.

—¡Sasuke-kun~! ¡Dios! ¡Eres maravilloso! ¡Me encantas! — si no fuera porque nadie más vivía en ese piso, sus gritos llenos de adoración los habría escuchado cualquier persona afuera de su departamento —. ¡Me encanta esto! ¡Estoy por...!

—¡Ven rápido! ¡Quiero verte llegar! — él gruñó sin reducir el ritmo y la entrega, al tiempo que acercaba el pulgar de su mano derecha a sus hinchados labios y veía como ella de inmediato lo chupaba y lamia con lujuria.

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