Los últimos minutos estaban aproximándose, la clase de Ciencias Políticas estaba siendo motivo de un inquebrantable sueño para el 90% de los estudiantes, aunque para la Licenciada Fernández, su monótona clase, es de las más magistrales que ha dado.
La felicidad y los gritos de euforia acompañaban el sonido particular del timbre.Angelo deja que todos se alejen abandonando el aula, para luego salir tranquilo sin movimientos desesperados que ocasionen disturbios. Mientras camina por el pasillo, Diana posicionada delante de él, se detiene, y girando media vuelta, muy pensativa expresa:
—¿Tenés tiempo libre esta siesta para culminar el trabajo de historia?
—Sí—responde él un poco cortante.
—¿En tu casa se puede?
—No habrá problemas.
— ¿Qué horario? yo puedo solo hasta las 16 p.m.
—¿14 hs?
—Sí, por favor dime tu ubicación—súplica.
—Te la paso por wapp—dice Angelo guiñandole un ojo en forma de chiste.
—No.
—Bien. Avenida Belgrano 1567—responde rodeando los ojos, dejando en evidencia que solo quería que la conversación sea menos estructurada.
Tras emitir sus últimas palabras informativas, ambos se separan con el silencio e incómodo momento ocurrido luego de que Diana no le haya regresado el saludo de despedida.
Angelo sube al automóvil conducido por el chófer de la familia, y tras acomodarse, se coloca sus auriculares inalámbricos, evadiendo hablar con él.
°°°
—¡Holaa bebecito! que alegría verte por fin, no sabes como te extrañamos todos en el San Bernardo—exclama emocionada Juliana, tras verlo salir del coche.—Hola amor—saluda él con poco entusiasmo, dándole un beso frío de pocos segundos.
—Te estoy esperando para almorzar...quería verte, hablar con vos...preguntarte que se siente tener profesores que se visten con vaqueros, y convivir con estudiantes que el único pasaje que conocen es el del transporte público —expresa tocándole la parte trasera del cuello.
—Sí está bien, pero tendrá que ser una conversación rápida, porque enseguida una compañera vendrá para terminar un trabajo.
—¿Whats? ¿Una qué? —Pregunta con un rostro un poco desfigurado.
—Es un práctico de historia, me tocó hacerlo con ella.
—¿Y cómo es ella?—pregunta Juliana mientras se sienta para almorzar junto a él.
—Una chica x—responde Angelo, antes de introducir el primer bocado de comida.
—Eso no es una respuesta detallista. Debes darme más adjetivos.
—No sé qué quieres que te diga.
—Describela...cuando hablan de mí, todos dicen que soy extravagante, y no sólo por pertenecer a la sociedad elitista de Buenos Aires. Perdón bebé, pero mírame, soy hermosa, inteligente, millonaria, cool, interesante, radiante.
—Te faltó decir que eres humilde.
—Sí también, gracias —responde ella sin notar su sarcasmo.
—No me gusta cuando te alarmas por alguien insignificante...es un trabajo nada más, no sé porque estás así. Si sabes que sólo te amo a ti, no entiendo cuando te alteras por cualquier mujer que tenga una mínima cercanía conmigo.
—Bueno, sólo me pareció curioso que en tu primer día, ya traigas a una chica a tu casa.
—En contraposición a lo que dije, a veces me divierte verte así de celosa—confirma él entre risas.
—¿No te molesta si me quedo esta tarde?
—No, está bien, sería bueno que estés, al parecer la chica no es muy conversadora—responde él dejándola más tranquila.
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La política del amor
RomanceUn mínimo error y pasas de ser un líder con influencias en colegios privados a ser un simple número en una secundaria estatal. Angelo cometió una equivocación, y es el precio que debe pagar por ser el hijo de un candidato a la reelección en la polít...