• La sugerencia •

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Angelo no volvió a salir de su cuarto durante la noche anterior. No bajó ni siquiera para cenar, soportando con fuerza de voluntad el apetito durante horas. El enojo con su padre era tal que ni siquiera accedió a quitar el pasador de la puerta para abrirle a su madre.

Su consuelo era la tranquilidad de saber que por la mañana, ninguno estaría dentro de la vivienda, debido a que como de costumbre, su rutina constaba en irse muy temprano a sus respectivos puestos de trabajo. Sin embargo, en esta ocasión no fue así.

Mientras se ubica para el abundante desayuno matutino, tras tomar la taza de café para acercar a su boca, escucha los pasos ejercidos por los tacones de su madre que lentamente se dirigen hacia el comedor.

-Buenos días cielo, necesitamos hablar-susurra mientras toma asiento al lado derecho de su hijo.

-Si es sobre Diana no es el momento.

-Es mi deber como madre hacerlo, muchas veces, a tu edad, somos susceptibles a tomar decisiones equivocadas. Mi rol es aconsejarte sobre la vida.

-¿Ahora te acuerdas de mí no? Seguro papá te contó sobre el romance, y como no quiero hablarle, te rogó que vos lo hagas, y una vez más, le haces caso cayendo en su manipulación - se queja con un rostro enfadado.

-Me comentó lo mínimo, por eso quise venir a hablarte personalmente, él lo hubiese deseado, pero era mejor encargarme de esto yo.

-¿Sabes con quién te engaña no?

-No vine para hablar de tu padre... ambos estamos preocupados por el supuesto noviazgo con esa muchacha...creo que es repentina esa decisión, teniendo en cuenta que a penas te has separado de Juliana-afirma ella mirándolo con cierta frialdad.

-Yo creo que ya pasó mucho tiempo, incluso estoy pensando en pedirle matrimonio. Necesito que lo autoricen porque somos menores de edad- bromea para luego seguir ingiriendo los alimentos.

-He decidido ausentarme en mi oficio, para poder hablar contigo. No es el momento de chistes-manifiesta dejando emerger de su cuerpo su impaciencia.

-No te preocupes por mí, vete a la oficina.

Susana no asimila aún las intenciones de su hijo, no se perdería de un día de trabajo para escuchar sus reproches y no tener absolutamente ninguna respuesta.
Por ello, con una seguridad desbordante, expresa contundente mirando fijamente el rostro de su primogénito.

-Si no quieres hablar lo comprendo, pero así como falté a mi trabajo, vos no irás a la escuela. A menos que me digas lo que necesito, recuerda que el chófer acata mis órdenes.

-Bien ¿qué quieres saber?-pregunta él con expresiones faciales que demuestran queja.

-¿Es cierto lo de tu romance con esa chica?

-Sí, todos lo saben, si estuvieses más pendiente de mí, hubieses sido la primera en saberlo -miente manipulando un poco.

-¿Y si ella solo está contigo por nuestro dinero?- indaga para ver la reacción de su hijo.

-No, te lo aseguro- contesta con una sonrisa.

Su madre, sin saber qué otra pregunta hacer, extrae de su chaqueta su teléfono, ingresa a su red social para poder observar nuevamente la foto que subió su hijo con Diana en la heladería.
Cuando tiene la imagen frente a sus ojos, amplia con sus dedos haciendo zoom, notándose un poco estupefacta, consumida por el prejuicio al imaginar que Angelo podría estar entablando un romance con ella.

-¿Es hermosa no?-dice él tratando de mostrarse enamorado viendo la fotografía.

-¿Estás seguro de esto? Ni siquiera tiene un color de piel parecido al nuestro -afirma sin poder asimilar el supuesto noviazgo.

-No importa, su sangre también es roja como la nuestra-bromea nuevamente disfrutando el momento. Hace bastante no pasaban tiempo juntos, y aunque no era la mejor manera de hacerlo, Angelo en el fondo lo gozaba.

-¿Sabes dónde vive?

-Cerca del antiguo club de deportes, "Fireball" creo que se llama, ahora es un inmenso sitio deteriorado.

-¡¿Qué?! esa zona se asemeja a una villa, es extremadamente peligrosa hijo.

-La vez que fui no me ocurrió nada, solo intentaron secuestrarme para vender mis órganos-expresa comenzando un ataque de risa que no lo puede disimular.

-¡No es gracioso!

-De todas formas ni papá ni vos van a romper mi relación con Diana.

-No estoy para nada de acuerdo con esa relación. Ella no pertenece a nuestro círculo, y no hablo solamente por su escasa belleza, sino de que sus costumbres, su cotidianeidad es distinta. Las clases existen por alguna razón, y no podemos mezclarlas...amor no son compatibles, quizás ahora pienses que son el uno para el otro, pero sus raíces envuelven diferencias que los distanciarán.

Susana mientras decía estas palabras, en su mente buscaba la manera de ponerle fin a ese romance de una vez por todas.
Ella es una mujer que cree que todo el mundo tiene un precio, y que Diana claramente no podría ser la excepción, más aún sabiendo de donde venía. Estaba segura que a cambio de un cheque, su noviazgo quedaría para la historia, siendo una simple alucinación instantánea sin relevancia.

Pero Angelo, viendo a su madre pensativa, inmersa en ideas que no podía saber con exactitud, anticipando que podría idear un plan para provocar una separación entre ellos, decide exterminar con sus bromas aclarando:

-Hablando en serio, Diana no es mi novia, es una mentira que ideé para que mejore mi reputación. Si la gente ve que estoy enamorado de una pobretona, dejarán de pensar que soy un clasista insensible a las necesidades, como las de ese mugroso niño-dice exagerando algunas palabras para que piense que es absolutamente todo planificado de manera fría.

-¿Seguro? ¿No sos novio de esa negrita?-pregunta Susana abriendo sus ojos.

-No.

-¿Y qué gana ella en todo esto? ¿Por qué tuvo que acceder no?

-Sí, pero no es importante, ya tienes la información que querías. Ahora debo irme al colegio -se despide con un beso enérgico mientras se dirige hacia el exterior en busca del chófer que una vez más lo llevará al colegio.

La política del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora