• La propuesta •

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El día martes había llegado con un intenso sol que reflejaba a tempranas horas, sin embargo, el ambiente venía acompañado de una suave brisa que se extendía por cada rincón de la ciudad.

Angelo había madrugado, se había despertado a las 5 a.m  de ese día para ser precisos. Tras haberse higienizado, comienza a organizar algunas compras para su club de deportes, y a analizar los últimos movimientos decididos por el Centro de Estudiantes de su antiguo colegio, San Bernardo.

Como de costumbre, en su rutina mañanera no podía faltar el solitario desayuno, la soledad ha sido testigo desde pequeño que aunque la comida era abundante, la compañía era escasa, rodeado solo de las personas que están a disposición y servicio de su familia que se encuentran cada uno de ellos ejerciendo el rol de una tarea específica.

Al haber llegado a la institución, ve a un par de chicos, compañeros de él, y como el día de ayer no había hecho ningún amigo, sin mucha vergüenza se acerca a ellos cautelosamente:

—Hola chicos ¿qué hay?—expresa tratando de caerles bien.

—Ey bro ¿tienes comida?—pregunta uno que fue testigo que el día de ayer había compartido su turrón con ellos.

Angelo extiende su mano derecha segundos después de haber extraído una barra de chocolate de su mochila, ellos la toman, y luego van en busca de un joven que les llama.
Angelo siempre ha sido un líder, no sabe como actuar ante tanta indiferencia o poco interés de los demás, en que esté en su grupo.

Da la vuelta, y se dirige al salón un poco desmotivado por todo lo ocurrido. Ya que no pensaba que sería tan difícil poder interactuar con los estudiantes de allí.

°°°

Tras culminar la clase de Lengua y Literatura, Angelo prefiere no salir del aula, se queda en su pupitre en silencio, buscando un pasatiempo que hacer.

De repente, observa que Diana, y una amiga de cabello negro oscuro, están hablando mientras sin disimular demasiado lo miran. "Quizás esa chica es Marina" piensa tras recordar que fue mencionada por la primera en la clase de historia.

—Así que vos sos el famoso Angelo—saluda Mariana, mirándolo de abajo hacia arriba minutos después de haberse dado cuenta que él sabía que es el protagonista de sus conversaciones.

—Solo tengo 13 mil seguidores en redes, pero sí—responde modestamente con una sonrisa.

En ese momento, Chiara al escuchar la voz de ésta, emite sin ningún tipo de vergüenza posible:

—¿Volviste Mariana? Pensé que te habías ido del colegio, para no volver a perder las elecciones este año—expresa entre risas retirándose del aula para irse al exterior.

—¡Es insoportable! Yo lucho por las mujeres, por nuestros derechos, pero personas como Chiara Gutiérrez, se merecen lo peor—afirma ella, notándose un poco de odio en su mirada.

—Solo estoy hace dos días aquí, y fui testigo de sus malas conductas. Su soberbia es directamente proporcional a su peso.

—Vos tampoco soy muy modesto que digamos —susurra Diana mirándolo fijamente a sus ojos.

—Ni siquiera me conocés —responde él, no muy contento por su comentario.

—Solo ruego poder ganar las elecciones este año, de lo contrario no podría sobrevivir un año más aquí, aguantandola—piensa en voz alta Mariana, que hasta hace un momento, ignoraba por completo la conversación de ellos, por estar aferrándose a los dichos de Chiara.

—¿Te postulas para presidente estudiantil?—pregunta Angelo expectante.

—Presidenta. Y sí, el año pasado estuve cerca, y ojalá este año lo logre. Quiero ayudar a todos los estudiantes de esta institución, y romper ciertas cadenas que nos mantienen oprimidos, sobre todo a nosotras las mujeres.

—Yo en mi colegio anterior fui presidente estudiantil, sin mencionar que lidero ciertos clubes de deportes. Intenté conectarlos con el Centro actual de este establecimiento, pero Chiara me dejó en claro que no está interesada ni siquiera en llevar el tema a una propuesta en la Asamblea.

—Ella no aceptará, ni aunque sea un bien para los estudiantes.

Angelo, viendo la oportunidad de su vida, comienza con una idea para proponerle. Esto no solo le serviría para interactuar más con los estudiantes de allí, sino también podría ayudarle a recuperar su buena imagen, "ya que a pesar de ser un adinerado joven, ayuda a cumplir los anhelos de otras personas que no tienen su misma suerte"...que no es un muchacho clasista, como muchos portales de periódicos afirman.

—Ambos tenemos algo en común, una fuerte rival por vencer. Si estás dispuesta, yo podría ayudarte para lanzar tu candidatura hasta conseguir la presidencia—declara con una sonrisa.

—Agradezco tu propuesta, pero ya estamos completos. Y la mayoría de nuestra lista está conformada por mujeres...aquí a mi lado está la secretaria Diana.

—Mi intención no es ser integrante legítimo, piénsenlo, la campaña estudiantil es muy costosa, tendrían que comenzar a trabajar desde este momento, para ganar un fondo monetario estable para cuando esa fecha llegue...Yo podría ayudarlos con el dinero, podríamos hacer una de las mejores campañas de todos los tiempos.

—Lo siento, pero el dinero de tu papá capitalista no nos interesa —aclara Mariana, no muy feliz de escuchar su propuesta.

—El mundo se mueve por la plata. Y son ahorros míos que lo conseguí trabajando.

—No queremos que un chico blanco privilegiado cisgénero nos facilite la vida. Pero gracias.

—Está bien, si no quieres mi ayuda lo entiendo, pero por lo menos piénsalo, invertir en una campaña este año, será un gran reto si no tienes un patrocinador— asegura dejándola muy pensativa a Mariana.

La política del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora