• El reclamo •

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Durante toda la tarde, Angelo no pudo disminuir su ansiedad por el inmenso deseo de enfrentar a su padre. Necesitaba reclamar una explicación justificable ante esas fuertes declaraciones dichas con seguridad por parte de su examigo.
Las paredes de su cuarto fueron testigos de como su mente quedó paralizada, sin poder canalizar sus emociones concentrándolas para llevar a cabo sus obligaciones.

En ciertos intervalos de tiempo, fue víctima de movimientos corporales involuntarios producto de sus nervios.
Incluso, no pudo mantener internamente sus lágrimas que le ayudaron a desahogarse.
En su mente, recorrían hipótesis o ideas de cómo sería ahora su vida, si su padre estaría teniendo una relación amorosa secreta con la señora Beinstein.

Angelo y Agustín iniciaron su amistad a una muy temprana edad, desde jardín más exactamente. Fueron los responsables de unir a ambas familias, que si bien se conocían de vista, nunca habían entablado una cercanía significativa, hasta que sus hijos condujeran a eso.
Agustín es el mayor de dos hermanos, siendo Tania la segunda hija del matrimonio formado por la doctora Virgina Beinsten, y el Diputado Rogelio Zurich.

En primaria, durante muchos años, agotaban el tiempo libre jugando videojuegos o participando de actividades lúdicas cibernéticas, acumulando de esa forma vivencias juveniles aumentando el lazo que unía su amistad.
Con a penas doce años, Angelo se vio obligado a cambiar sus rutinas diarias, debido a que Augusto, disconforme con la poca responsabilidad cotidiana exigida a su hijo, decidió aumentar las intenciones de que se convirtiera en un político como él, no limitándose ahora solo a comentarle de su mundo, sino a involucrarlo para que poco a poco forme parte de él.

En los primeros años de secundaria, su grupo de amigos se había extendido aún más, pero sus tiempos disponibles eran limitados, debido a la inmensa cantidad de actividades que debía a hacer por exigencias de su padre.
Esto condujo las inevitables comparaciones con Agustín, que él seguía comportándose como cualquier joven promedio de su edad.
Las críticas aumentaban, sobre todo por parte de Rogelio, que también anhelaba que su hijo se interese por la política, y extermine esas ideas de querer estudiar ingeniería nuclear.

Ante esas circunstancias, Agustín poco a poco dejó de ver a Angelo como amigo, sino más bien, como una competencia, naciendo así los cometarios picantes entre ellos, camuflados de chistes amistosos.

El sonido de la llegada de su padre se hizo presente, él, con a penas escuchar su vehículo, fue a su despacho, una pequeña oficina dentro de su casa que utiliza para emergencias. Generalmente cuando regresa, se dirige al interior de la misma, normalmente para guardar ciertos objetos en su caja fuerte.

—Te estaba esperando —asegura Angelo extremadamente serio al verlo atravesar la puerta.

—Hola, estoy muy ocupado en este momento, quizás otro día podemos hablarlo con...

—¡No, tiene que ser ahora! —exclama elevando su tono de voz, y tras un suspiro, segundos después continúa con un rostro donde refleja furia —. ¿Es verdad qué te estás revolcando con la señora Beinstein?

Él, sorprendido por su comentario, respira, y contesta:

—Primero no te permito que me hables así, utilizando además esas expresiones como si fueras un corriente. Cada día estás más lejos de parecerte a un político—responde tratando de evadir el tema.

—¡Contéstame!

—No, no sé de dónde sacas eso.

Angelo lo mira, sabe que está mintiendo, lo conoce demasiado bien como para caer en sus engaños de político barato.

—Sé que me estás mintiendo, y eso solo me enerva más ¿de verdad papá? ¿Con la mamá del hijo que estuvo con mi exnovia?— expresa entre lágrimas indignadado de solo imaginarlo.

Augusto se resiste a confesar, no quiere hacerlo, pero tras ver a su hijo en ese estado, viendo sus ojos que demuestran decepción, decide dejar de lado su falsa respuesta, aceptando de una vez, la cruda realidad.

—Lo nuestro comenzó antes de descubrir la relación entre Juliana y Agustín. Lo siento, pero es la verdad...ella comenzó a trabajar con nosotros en un proyecto político sobre la salud, nos fuimos conociendo aún más, en ese momento tu mamá y yo solo éramos una fachada y el romance con Virgina surgió—se sincera, no muy orgulloso de sus actos.

—¿Terminaron?—pregunta levantando la mirada volviendo a mirar a sus ojos.

—Aún no, debemos dialogar, no pudimos desde lo ocurrido en el evento.

—¿Rogelio y mamá saben?

—Rogelio no, y tu madre creo que lo intuye.

—Me dan asco—dice con repugnancia sin poder evitar comentarlo.

—Entiendo que sea difícil para vos, prometo que terminaré con ella...solo asegúrate que esto no se divulgue más, un escándalo como este es lo único que nos falta ahora tan pronto a las elecciones.

—¿Solo te importa eso verdad? Tranquilo, no me sentiría bien si todos se enteran de que mi padre hizo lo mismo que él idiota de Agustín, como si Buenos Aires fuera pequeña, y solo hay una mujer en el mundo.

—Retirate por favor, tengo pendientes que resolver —ordena con firmeza.

Angelo, al escuchar ese comentario, aún más enojado que antes, lo desafía:

—Déjame terminar. Eso no saldrá de mi boca, hay un chisme más interesante que quiero que todos se enteren, que Angelo Schetzneir es novio de la pobre panadera que va a su escuela ¿cree que es un buen título? ¿O muy amarillista? — dice mientras se va a encerrarse en su cuarto.

Augusto no le da importancia, piensa que es un berrinche, una mentira insignificante para desequilibrarlo mentalmente. Sin embargo, todo cambia cuando después de unas horas, le llega la notificación de un tuit donde Angelo confirma el romance con Diana, dejándolo más que sorprendido, furioso.

La política del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora