Capítulo 6: An unlikely champion

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Harry, ¡qué alegría verte! No te preocupes, sólo es la ceremonia de pesaje de varitas y las fotos de después. Después de todo, tenemos que asegurarnos de que todas las varitas estén en perfecto estado a tiempo para la primera tarea. Los otros campeones ya han llegado. Y profesor Snape, qué amable de su parte unirse a nosotros también. Para vigilar al joven Harry, supongo-.

Ludo Bagman era tan odioso como siempre lo había sido. Aparentemente sin preocuparse por nada, los condujo a la pequeña aula, donde la mayoría de los pupitres habían sido apartados. Sin embargo, en el centro de la sala había tres mesas unidas y cubiertas de terciopelo. Detrás había cinco sillas y una bruja vestida de magenta estaba sentada en una de ellas. Los otros campeones se habían reunido en un rincón y mantenían una animada conversación, aunque hicieron señas a Harry para que se acercara en cuanto oyeron a Bagman anunciar su llegada.

El profesor Snape ignoró fríamente a Bagman, pues sentía una aguda alergia y aversión por los tontos, y se acercó a la bruja no identificada. Habló suavemente con ella durante un par de minutos, la bruja parecía más regocijada a cada segundo y luego se retiró a un rincón para poder observar sin entrometerse en la ceremonia.

No tuvieron que esperar mucho antes de que entraran los jueces junto con el señor Ollivander. Tomaron asiento en la mesa cubierta de terciopelo, mientras los cuatro campeones se sentaban cerca de la puerta. La bruja y su calvo acompañante, que era fotógrafo a juzgar por su cámara, se retiraron a un rincón frente al profesor Snape. El señor Ollivander se había colocado bajo una de las ventanas, mirando al vacío con sus grandes ojos extrañamente pálidos.

-Campeones, les presento al señor Ollivander, el fabricante de varitas más famoso de Gran Bretaña. Examinará sus varitas para asegurarse de su buen estado antes del comienzo del Torneo-.

-Mademoiselle Delacour, si es tan amable de venir primero-. El señor Ollivander fue a colocarse en el centro de la sala, de espaldas a los jueces. Fleur se le acercó con elegancia y le entregó delicadamente su varita. Él examinó la varita con detenimiento, haciéndola girar entre sus largos y ágiles dedos. La varita emitía un pequeño número de chispas rosas y doradas, pero él no les prestó atención. -Nueve pulgadas y media de palisandro, inflexible... Y para el núcleo, oh cielos...-.

-Un cabello de mi abuela. Ella era una Veela-. La noticia de que Fleur era parte Veela no fue una sorpresa para al menos la mitad de la sala. A los campeones se les había dicho en una reunión temprana para que pudieran armarse contra el encanto, Madame Maxime lo sabía como directora de Beauxbatons y Dumbledore y el profesor Snape tenían mucha experiencia con seres mágicos.

-Yo nunca uso pelo de Veela, ya que me parece que hace varitas bastante temperamentales, pero si te conviene...- Unos dedos largos recorrieron la varita, comprobando si tenía algún golpe, cresta o arañazo. Obviamente satisfecho con lo que encontró, el señor Ollivander murmuró "Orchideus" y un ramillete brotó de la punta. -Excelente, funciona perfectamente. Sr. Diggory, es su turno-.

Fleur volvió a su asiento, intercambiando una sonrisa con Cedric. -¡Ah! Uno de los míos, ¿no?- El señor Ollivander dejó perfectamente claro que le importaban más las varitas que él mismo había fabricado con el repentino entusiasmo que desprendía. -Sí, la recuerdo muy bien. El unicornio del que saqué este pelo casi me destripa cuando se lo arranqué de la cola. Un espécimen muy fino-. Los sonrojos en toda la sala indicaban que no sólo el unicornio era considerado como tal. -Doce pulgadas y cuarto... ceniza... bastante elástica. A juzgar por su buen estado lo tratas bien-.

-Sí, señor. La pulo todas las noches-. Cedric sonrió, completamente ajeno a las toses que se oían en la habitación.

Con un chorro de humo plateado, el señor Ollivander se declaró complacido y llamó a Viktor para que se acercara. El búlgaro casi se tambaleó hacia el centro de la sala, tan extraño era su paso por el suelo. Con el ceño fruncido, confió su varita al fabricante de varitas.

AN OATH OF TRUTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora