Capítulo 18: Nerves galore

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Extractos de ensayos DADA y las notas que los acompañan.

Yo usaría la maldición asesina para acabar con las arañas, ya que las odio y deberían desaparecer del mundo. ~ Ron Weasley (Sí, pero quién se ocuparía de todos los insectos si las arañas ya no se los comen. Buena creatividad, pero intenta usar un poco la cabeza la próxima vez).

Sobrecargar el hechizo de levitación puede dar lugar a explosiones impresionantes, que pueden ser un poco peligrosas cuando las realiza un mago fuerte. ~ Seamus Finnegan (No todo el mundo tiene la tendencia de hacer cada pieza de magia que preforman en un hechizo basado en fuego. Te sugiero que compruebes tu ascendencia o tu disposición elemental).

La maldición Cruciatus actúa como un desfibrilador muggle, así que podría usarse para reanimar en pequeñas dosis. ~ Hermione Granger (Excelente idea, Granger. Sólo desearía que hubieras respetado la longitud exigida, que te costó puntos).

La maldición Imperius podría ser útil para los sanadores que tratan a enfermos mentales. Podrían evitar que se hicieran daño a sí mismos o a los demás. ~ Draco Malfoy (Inteligente idea, excepto que el Imperius causa daño cerebral y adicción con el uso prolongado. Por cierto, tanto para el usuario como para la víctima).

La maldición asesina es rápida e indolora, no tiene efectos secundarios conocidos por parte del usuario y requiere que el usuario quiera matar a la víctima. Si uno de mis seres queridos tuviera una muerte lenta y agonizante, yo querría darle un final rápido e indoloro. Los no-mágicos han llamado a esto eutanasia, y aunque requiere el permiso del paciente y ciertas circunstancias, es legal en muchos países. Estas condiciones incluyen ser mayor de edad, tener una enfermedad terminal y sufrir un dolor diario agonizante. ~ Harry Potter (Buen trabajo Potter. Veo una notable mejora en tu trabajo escrito desde Halloween. Sigue así).

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El sábado por la mañana Draco era una bola de nervios. Estaba ocupado revisando el Jardín de las Rosas para que los detalles fueran perfectos. Un grueso mantel de picnic de color verde con detalles dorados estaba colocado en el centro del cenador. Cuatro platos estaban dispuestos en un cuadrado, al igual que los cubiertos dorados. Draco estaba ahora sobornando a las hadas con pequeños caramelos para que se portaran bien durante el día, así la cita no sería arruinada por seres traviesos.

Respirando hondo, Draco se obligó a meditar para calmarse. Quejarse y agitarse no lo llevaría a ninguna parte. Todo estaba dispuesto a su gusto y Dobby había prometido vigilarlo. Dobby también iba a cocinar, lo que siempre era un placer, y se servirían los platos favoritos de Harry. No había nada que pudiera hacer aquí por ahora, así que sería mejor que fuera a los dormitorios a prepararse. Aún le quedaban tres horas antes de la hora acordada para la reunión, pero aún así...

Apresuradamente se dirigió a las mazmorras repasando mentalmente la ropa adecuada que había traído y las posibles combinaciones que podía hacer. Por el camino, agarró a Blaise. El chico italiano tenía un ojo inigualable para el estilo. Blaise balbuceó un poco ante el manoseo, pero Draco lo ignoró. Era el día más importante de su vida. Si el más mínimo detalle salía mal, podría despedirse de su oportunidad de cortejar al amor de su vida. (Que conste que, aunque Draco estaba exagerando mucho la gravedad de las circunstancias, la cita estaría bajo un severo escrutinio).

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En el otro extremo del castillo, en la torre de Gryffindor, Harry se duchaba tranquilamente, mientras sus amigas repasaban su vestuario. Harry estaba demasiado nervioso como para elegir él mismo un atuendo, por lo que decidió encomendar esta ardua tarea a Fleur, Hermione y Luna. Sobre todo a Fleur, ya que Hermione aún no se había puesto al día con la parte de la ropa formal, y Luna podría enviarlo con un traje de unicornio. A los chicos se les había prohibido entrar en la habitación, aunque Cedric había robado a Viktor para que le ayudara a elegir su propio traje.

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