-El Pacto con el Diablo del Mar-

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Ace estaba bien, pero aún se sentía como si estuviera atrapado en una especie de jaula de oro.

¿Vas a admitir que estás sufriendo el síndrome de Estocolmo? - Deuce lo miraba.

Te estoy diciendo que no es eso - Ace regresó a sus mapas.

La única respuesta certera es la muerte - Banshee volvió a susurrar. Ace no podía evitar pensar que Banshee había tenido una muy buena elección de su nombre. No sabía de quién estaba presagiando la muerte y la liberación, pero bueno, ¿tal vez Barba Blanca porque está muy viejo y eso significa que puedo ser libre? No, Barba Blanca no había sido malo con él. Realmente no lo entendía.

Quería tomar un poco de aire, necesitaba bajar a la isla para poder estirar las piernas y caminar. También tenía que despejar sus pensamientos; no podía dejar que estas cosas raras entraran a su cerebro.

Ace se levantó rápidamente para dirigirse a su habitación. Seguramente, Otama estaría en el nido. La llevaría para que ella también pudiera caminar un poco; los cachorros tienen que correr, hacer actividad física.

Otama, ¿quieres venir a caminar con papa? - La niña se levantó rápidamente del nido y se fue a cambiar de ropa. Después de todo, el tío Izo le había hecho un montón de ropa para toda ocasión. Otama se puso la ropa para correr y tomó la mano de Ace. Ambos iban con una sonrisa, llegaron a la cubierta.

¡Papa! - Ace llamó la atención de Barba Blanca.

¿Qué pasa, hijo? - Barba Blanca estaba parando una discusión entre algunos de sus mocosos.

Voy a dar una vuelta con Otama para que corra un poco. Volvemos antes del atardecer. - Barba Blanca asintió con una sonrisa y regresó a detener la pelea de niños de sus hijos que se peleaban por quién podía ir a torturar a un desgraciado que le tocó el trasero a uno de sus hermanos omega.

Ace y Otama bajaron a caminar. Mientras caminaban, Otama decidió hacer algunas preguntas que le surgieron al ver a la familia.

¿Papa, cómo sabe uno a qué casta pertenece? - Otama miró con sus ojitos curiosos a Ace, que le acarició la cabeza.

Bueno, cuando llegas a cierta edad, tu primer celo aparece. Se sabrá si eres omega o alfa, y si no recibes nada, eres beta. - Otama asintió.

En casa todos tratan bien a los omegas, pero en los puertos la gente es mala. - Otama miró triste a Ace.

Algunas... muy malas personas odian a los omegas, pero tenemos gente como nuestra familia, que nos trata como iguales. Esas son las personas con las que debes codearte. Tampoco debes ser mala con los omegas, cariño, ellos cuidan a la manada. - Otama asintió feliz mientras iba a jugar y Ace se sentaba para vigilarla mientras descansaba.

Mientras hacía eso, Ace sintió una especie de presencia fantasmal.

¿Deuce? - Preguntó al aire mientras tomaba lentamente su daga.

Es un demonio, Ace. No pude hacerte nada si no haces un trato con él. Sabe que puedes verlo, así que viene a hacer un trato contigo. No aceptes. - Deuce le advirtió y desapareció.

Portgas D. Ace. - Escuchó una voz ronca detrás de él.

Ni siquiera lo intentes, porque voy a decir que no a todo. - Ace tenía la mirada puesta en Otama, que jugaba con las flores.

Oh, eso está bien. No importa. Solo déjame decirte que nunca serás realmente libre, estás atrapado. - La palabra "atrapado" rebotó una y otra vez en el cerebro de Ace; su corazón se aceleró.

Aunque le gustaba su nueva familia, siempre estaba a la defensiva, asustado, atrapado, quería libertad.

Cállate. - Ace gruñó. No debía escuchar. Ahora estaba seguro: en la manada, tenía una pareja y una hija. No importa los comportamientos raros; eran piratas.

Oh, claro, no te gusta sentirte atrapado... aunque claramente lo estás. Barba Blanca camina hacia una guerra, irás tras de él. Sabes, chico, tu única forma de ser libre es morir. - El demonio se rió de él.

Claro, está bien si me muero, pero no te llevarás mi alma por nada en este mundo ni en el otro. Así que será mejor que te largues. - Ace gruñó y el demonio desapareció en un gruñido horrible.

Ace miró al mar. Si ahora mismo tomaba a Otama y ambos se iban caminando hasta el fondo del mar, morirían en los brazos de Madre Mar y simplemente nunca los encontrarían. Se liberaría a él y a su hija de esto.

Ace se levantó y caminó lentamente hacia el mar; lo miraba con los ojos perdidos. Ace quería entrar, pero su cuerpo tembló. No podía irse sin Otama, y jamás se atrevería a ver a su niña llorando asustada. No se lo permitiría. Se dio la vuelta y caminó directamente hacia Otama.

Si en su cuarto cubría todas las salidas de aire y encendía su fuego, el gas lo acabaría en un sueño... pero no lo haría porque era un cobarde. Luffy se enfadaría mucho si llegaba a morir; le prometió que viviría. Si él mismo se mataba, ni siquiera tendrá su honor para irse al descanso eterno.

¿Papa? - Ace miró a Otama, que tenía una hermosa sonrisa en su rostro.

Todo bien, mi amor. Regresemos a... casa. - Las palabras sabían amargas en la boca de Ace. ¿Esa realmente era su casa? ¿No estaba acaso en un peligro mortal junto a su hija diariamente?

Quiero comer helado de frutilla de postre. - Otama sonrió.

Claro, si te comes todos tus intestinos. - Ace la sostuvo bien de la mano; no quería soltar a su niña.

Claro que lo haré, papa. El tío Thatch cocina realmente delicioso. - Otama comenzó a contarle todas las cosas que había hecho con toda la familia y lo que sus tíos le habían estado enseñando.

Además, hoy puedo dormir sola porque ya soy una niña grande. El tío Jozu dijo que las niñas grandes duermen solitas. - Ace sonrió ante eso.

Bueno, sí, pero si necesitas volver al nido de papa, solo toca la puerta. - Otama asintió feliz.

Bohemio[TERMINADA][Corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora