9.2 | it's time to go (again)

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ix

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ix. he's got my past frozen behind glass, but i've got me

Grace tuvo que hacer un esfuerzo enorme para poder seguirle el paso a Thomas. Por más que su mente le decía que debía correr más rápido, sus músculos aún parecían estar algo adormecidos.

En esos momentos, pensó que había perdido toda su habilidad como corredora.

Después de haber girado hacia la derecha y hacia la izquierda unas quince veces por los interminables pasillos, llegaron al último recodo, solo para descubrir que estaban de nuevo en el camino que los conducía a la gran puerta por la que habían ingresado desde un principio.

―¡Ahí está! ¡Ahí está! ―la voz de Thomas se superpuso por encima del sonido de las sirenas, señalando las grandes puertas.

En cuanto llegaron al final del pasillo, Grace se recargó en una de las paredes tratando de recuperar el aliento, mientras Thomas deslizaba la tarjeta de acceso por el sensor que abriría la puerta.

El teclado sonó, rechazando la tarjeta. Una vez, dos veces, tres. Todos los intentos fueron completamente denegados, lo que hizo que los demás comenzaran a desesperarse.

―Vamos... ―murmuró Thomas, deslizando por quinta vez la tarjeta―. No, no, no...

―¡Thomas!

Todos voltearon hacia el otro extremo del pasillo al escuchar la voz de Janson, el cual se acercaba poco a poco flanqueado por varios guardias con escudos antidisturbios y armas en sus manos.

Thomas dejó caer la tarjeta al suelo y alzó la pistola, apuntando hacia Janson para evitar que se acercara a sus amigos.

―¡Abre la puerta, Janson!

―No querrás que lo haga.

―¡Abre la maldita puerta! ―volvió a gritar Thomas.

Mientras Thomas se alejaba aún más de ellos, Grace apartó la vista de él y observó cómo Minho deslizaba la tarjeta por el sensor, pero esta seguía denegando el acceso. Minho maldijo y golpeó la puerta con frustración.

―Maldita sea, no funciona.

―Déjame intentar.

Grace tomó la tarjeta de las manos de Minho y la empezó a pasar por el sensor de nuevo, dándola vuelta una y otra vez. No podía creer que habían llegado tan lejos para ser detenidos por un estúpido y simple rectángulo de plástico.

―¡Escúchame! Intento salvarte la vida ―dijo Janson, elevando sus brazos―. El Laberinto es una cosa, pero no sobrevivirán un día en el Desierto. Si el clima no los mata, los cranks lo harán...

Mientras Janson hablaba, Grace seguía intentando desesperadamente que la puerta se abriera.

―¡No! ¡Déjame intentar de nuevo! ―exclamó la rubia, esquivando el manotazo de Minho.

𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇𝐋𝐘 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒, tmr thomas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora