26.2 | the right arm

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xxvi. they could care less as long as someone'll bleed

Después de una hora, el grupo logró vaciar a Bertha. Tal y como les había dicho Jorge, el espacio era perfecto para que todos pudieran entrar. El hispano se había erigido como el conductor designado, y a su lado, ocupando el asiento del copiloto, estaba Newt.

Este último había ganado el codiciado puesto tras una intensa e infantil disputa de cinco minutos con Minho, quien, para su consternación, se vio relegado a la parte trasera junto al resto del grupo.

La camioneta rugió con vida cuando Jorge giró la llave de encendido. El motor respondió con un gruñido potente, llenando el aire con su rugido, como si la propia Bertha estuviera ansiosa por emprender viaje después de mucho tiempo. Avanzaron con un suave traqueteo por la carretera desierta, y el silencio se había apoderado del vehículo.

El grupo no tardó en sumirse en un reconfortante descanso. Cada uno había buscado un rincón para dormir un poco, y en ese momento, la única banda sonora que rompía la quietud era el suave murmullo del motor.

Grace, entre Minho y Thomas, cerró los ojos y se permitió un breve instante de tranquilidad. La fatiga pesaba en sus párpados, pero una parte de su mente no podía dejar de divagar, especialmente cuando su mirada se posaba en Brenda, quien descansaba frente a ella apoyada contra la ventanilla a un lado de Alex. Su respiración era entrecortada, y de vez en cuando emitía leves gemidos entre sueños, de manera similar a como lo había hecho Winston en su momento.

Su mirada se deslizó de la chica infectada a Alex. Había algo en su postura que hacía pensar que estaba enojado. La tensión entre ellos se hizo más palpable en cuanto el chico giró el rostro con brusquedad y con un movimiento calculado, acomodó su cuerpo para aparentar que se entregaba al sueño como todos. Sí, él estaba enojado con ella.

En realidad, enojado no parecía ser la palabra correcta. Más bien parecía herido. O tal vez estaba imaginando cosas y en realidad Alex no estaba preocupado en lo más mínimo. Dejó de darle vueltas al asunto en cuanto Thomas pasó su brazo alrededor de sus hombros y la acercó a él para que descansara lo que quedara del viaje.

La camioneta continuó su ascenso por la sinuosa carretera, siguiendo el mismo trayecto hasta alcanzar la cima de una montaña y luego otra. La vista desde allí arriba era impresionante, pero la carretera por la que avanzaban no inspiraba mucha confianza. Era estrecha y se encontraba salpicada de grandes rocas, una evidencia de la constante amenaza de los derrumbes.

A pesar de ello, Jorge demostró una habilidad excepcional para esquivar aquellos obstáculos. Minutos después, Bertha rugió por última vez antes de que Jorge decidiera detenerse. El grupo descendió del vehículo, solo para encontrarse con un escenario desalentador: una horda de autos oxidados y estancados les bloqueaba el camino.

—Bueno, supongo que iremos a pie —anunció Jorge, y la resignación se apoderó de los rostros de todos, sabían que no tenían otra opción. Con un suspiro colectivo, empezaron a avanzar, adentrándose en el océano de vehículos.

𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇𝐋𝐘 𝐓𝐑𝐈𝐀𝐋𝐒, tmr thomas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora