"𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 𝐝𝐢𝐝 𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 𝐡𝐞𝐫𝐞, 𝐧𝐨 𝐬𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐰𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐢𝐭 𝐛𝐞..."
Tras evadir las paredes del Laberinto, Grace creía estar a salvo de las garras de CRUEL. Sin embargo, su refugio en un nuevo comple...
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xix. it's just a cruel existence like there's no point of hoping at all
Un pequeño grito escapó de los labios de Grace al ser empujada una vez más hacia adelante, sobresaltada por la repentina fuerza del impulso.
Extendió sus brazos con determinación, tratando desesperadamente de alcanzar la palanca que podría liberarlos. Sus dedos apenas rozaron el metal, pero el continuo balanceo la apartó una vez más, provocando que un coro de maldiciones llenara el aire.
—Mierda... —maldijo la rubia, frunciendo los labios.
—Sólo tenemos que intentarlo una vez más —instó Thomas, mirando a la chica.
Grace observó a Minho, asintiendo. Giró su cuerpo hacia él, sintiendo nuevamente sus dedos alrededor de su cintura baja, murmurando la cuenta regresiva. Con otro empujón, Grace volvió a ser impulsada hacia adelante.
Pero esta vez, a pesar del esfuerzo conjunto, ni siquiera se acercó a la baranda de metal. Su cuerpo giró de nuevo en el aire, regresando a su lugar y frustrando a todos los presentes. Grace dejó escapar un resoplido cansado.
—Vamos, Minho. ¡Empújala más fuerte! —exclamó Newt perdiendo la paciencia.
La frustración se apoderaba de todos, temiendo el regreso de Jorge o de cualquier otra persona que pudiera atraparlos. Una vez que Grace volvió a balancearse hacia atrás, Minho la atrajo hacia él, tomándola por la chaqueta. Apretó con más firmeza su agarre en las caderas de la chica y, tras una rápida cuenta regresiva, Grace tomó una bocanada de aire mientras avanzaba una vez más.
El corazón de todos latía con fuerza, temiendo que ese intento también terminara en fracaso. Grace extendió sus brazos desesperadamente, y sus dedos finalmente agarraron la barra con ambas manos. La sensación fría del metal contra su piel fue un alivio indescriptible. Su agarre se mantuvo firme, y contuvo la respiración mientras se aferraba con todas sus fuerzas, evitando soltarse.
Un coro de vítores y celebraciones estalló entre sus compañeros mientras la rubia, con una expresión de triunfo y alivio en el rostro, comenzó a contorsionar su cuerpo para llegar a la palanca.
—¡Sí!
—¡Muy bien!
—¡Grace, rápido! —exclamó Thomas.
—¡Estoy en ello! —respondió la chica con brusquedad, aun sintiendo el peso de su discusión anterior. Se apartó el cabello de la cara y bajó la palanca unas muescas, provocando que todos descendieran con brusquedad.
Cuando su cuerpo estuvo lo suficientemente bajo como para llegar al borde, se abrió camino para posarse en el suelo de concreto, desatándose rápidamente. Se alegró de que la sangre que antes fluía hacia su cabeza comenzara a regresar a su sistema.
—¡Teresa! —llamó la rubia, extendiendo sus manos hacia la azabache y tirando de ella hasta acercarla al borde.
—Gracias, Gracie —agradeció la chica, desatándose antes de ayudar a Grace con los demás jóvenes.
