Maleficent

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N/A: I'm back girls, disfruta el agua 7u7




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"Cuidarás y protegerás con tu vida misma a la princesa Cabello"

"No, es un estúpido humano"

"Harás lo que se te ordena" Orbes verdes se tornaron rojos ardiendo cómo el fuego, grandes alas de plumas negras se agitaron con brusquedad.

"Prefiero ser desterrada" El hombre mayor de gran barba blanca cómo la nieve suspiró negando "Arráncame mis alas o la vida misma" El hombre mayor se colocó de pie ya cansado.

"Vas a cuidar de ella, es tu destino y el de ella" Golpeó su bastón en el suelo logrando que el suelo vibrara y comenzara a abrirse, antes de que Lauren pudiera negarse o si quiera decir algo más sintió cómo su cuerpo se elevaba y era envuelta por la magia de su dios. Lauren comenzó a gritar cuando sus cuernos iban disminuyendo y desapareciendo poco a poco de pronto soltó un grito aún más alto de dolor cuando sus alas se desprendieron de ella "Ella corre un gran peligro, sabrás lo que tienes que hacer cuando llegue el momento"

"¡No!"

—Eres tan estúpida, tú misma podrías acabar con tu vida con lo torpe que eres - Murmuró entre dientes mientras se lanzaba al vacío para tomar a una pequeña castaña de cinco años.


—¡Lolo! ¡Otra vez!


—¡No me digas así! - Gritó mientras caminaba con la niña sobre su hombro hacia una pequeña cabaña en medio del bosque.


—¡Lolo! Yo quiero volar cómo tú - Escuchó cómo aplaudía y eso sólo la hizo bufar un poco más —¡Por favor, mommy! - Esa niña era muy enérgica.


—¡Dije que no, niña torpe! ¡Ya cállate! - Zarandeó su cuerpo mientras le gritaba aquello —Debería dejarte aquí sola hasta que mueras de hambre - Gruñó para luego soltarla y dejarla encerrada en su habitación bajo llave.


Salió totalmente cansada de esa niña caprichosa, estaba tan cabreada que ataran su vida a la de un insignificante humano estúpido. Salió en busca de leña pues estaba segura que la noche estaría más fría de lo previsto. Un sólo segundo fue el que dudó acerca de dejar a la chiquilla sola en la cabaña pero encogiéndose de hombros salió de ahí, con suerte cuando regresara ella ya habría acabado con su vida.

Era así siempre, desde que la pequeña había comenzado a caminar ella era demasiado torpe y vivía metida en problemas, Lauren no entendía cómo es que seguía con vida si muchísimas veces estuvo a un milímetro de morir, si no fuera por ella.

Cerca de una hora y media más tarde llegaba a la cabaña un poco más relajada y con leña de más, le había servido para meditar acerca de Camila. Lauren preparó la cena y luego iba a comer pero la culpa de dejar abandonada a la pequeña castaña le ganó a su orgullo. Con velocidad se acercó a la habitación de la castaña y abrió la puerta con cuidado, la niña no estaba en la cama cómo creía que la encontraría, Camila estaba acurrucada contra la ventana mientras abrazaba su mantita amarilla. Con cuidado se acercó a ella hasta envolver sus grandes manos en su pequeño cuerpo y colocarla sobre la cama, la castaña se removió y luego abrió los ojos.

Se necesitaba de mucho valor para admitir que a Lauren le había dolido la mirada de miedo que mostró la pequeña niña, de pronto sus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas pero la castaña estaba dando todo por no llorar, apretaba sus labios para no sollozar.

—Hey... - Lauren alargó su mano pero Camila se encogió y se apretó contra la cama cómo si de esa manera pudiera traspasarla y alejarse de ella.


—Por favor... - Su voz sonaba ronca —Yo... no seré más torpe pero no... no me, no te vayas...


Aquello había sido cómo si abrieran su pecho y arrancaran su corazón hasta hacerlo pedazos.

¿Tenía un corazón?

—¿Puedes darme un abrazo? - Preguntó la ojiverde con cautela, la pequeña niña ladeó la cabeza y luego asintió —No eres torpe - Susurró —Yo soy la torpe por hablarte así... nunca, nunca te abandonaré bestia - Murmuró mientras besaba la cabellera castaña.


—¿Es una promesa, Lolo? - Las comisuras de la ojiverde se elevaron un poco mostrando sus colmillos.


—Te lo juro, pequeña bestia - Lauren cerró los ojos cuando sintió la pequeña manita de la morena en su mejilla.


Desde aquel momento algo había cambiado para Lauren, ver a la pequeña niña tan vulnerable le había movido algo en su interior, desde aquel día Lauren había decidido cuidar de Camila y sobretodo, había decidido darle un hogar cálido. No era cariñosa pues no era parte de ella, en cambio, seguía llamándola torpe de vez en cuando y enfadándose cuando la morena cometía una travesura, Lauren era un alma amargada.




Once años más tarde las cosas eran perfectas para Camila Cabello y su guardiana maléfica, Lolo.

Camila amaba fastidiar a Lauren cuando le llamaba Lolo frente a otras personas en el pueblo, Oh Camila seguía siendo una niña caprichosa para Lauren y sí, seguía siendo torpe.

Camila también se había vuelto preciosa, su cuerpo se había desarrollado, ella había crecido y no sólo los ojos de Lauren se habían dado cuenta de ello, en el pueblo no había mirada que no se robara Camila al pasar. Había un par de miradas además de la de Lauren que eran más intensas que las del resto.

El Príncipe David había quedado cautivado apenas vio a la morena correr junto a los animales cerca del lago, su melena castaña brillaba con los rayos del sol, su piel dorada brillaba con las perlas del sudor de la castaña, el Príncipe David había recorrido con hambre el cuerpo de la morena mientras esta se tiraba al lago y salía con el delicado vestido que llevaba pegado a su piel cómo guante de látex, escondido entre los arbustos vio los pezones tiernos de la morena tensarse por el agua fría del lago, aquel día exigió a su padre acudir al reino hermano para reclamar a tan bella morena, no era secreto para nadie que la Princesa Cabello vivía alejada del mundo por precaución, lo supo por sí mismo, él mismo habría cometido una locura en ese momento si Camila no hubiese sido llamada por el monstruo que la cuidaba.

Otra mirada era dirigida a la morena desde los aires, una criatura con alas cafés y cuernos dorados, aquella mirada era de odio puro.

Aquella mirada lograba estremecer hasta la criatura mágica mas insignificante del páramo.

—El Rey Alejandro solicita ver a la princesa Camila Cabello en calidad de urgencia - El ceño fruncido de la ojiverde se marcó aun más —Vendrán por ella al amanecer.

—Claro - Habló con sarcasmo —Aléjense de mis tierras —Espetó —Cualquier humano que vea rondando por aquí será degollado, ¿Entiendes? - Sus ojos se tornaron rojos con fuego, el informante asintió para después salir a toda prisa de la cabaña de aquel ser malévolo. Luego de que los hombres del Rey Alejandro salieran del páramo Camila entraba por la puerta trasera de la cabaña curiosa por haber visto más humanos al rededor, ella ya sabía que Lolo no era muy sociable, no tanto cómo el príncipe David.

Sonrió al recordar a que venía con tanto entusiasmo.

—Mal... - Lauren giró al escuchar la suave voz de Camila.

—Tenemos que hablar, pequeña bestia - La morena asintió.

—He conocido a un príncipe - Sonrió soñadora —Él ha creído que estaba en peligro y me salvó - Bufó con gracia porque ella había sido quien había salvado al hombre alto y delgado —Me hizo una invitación a su reino - Camila sonrió mientras aplaudía con emoción.

Lauren no tenía expresión alguna en su rostro, había llegado el momento que tanto temió, el momento en el que alguien quisiera arrebatarla de su lado. Había sido mandada a ser prácticamente la sombra de la princesa Camila Cabello, seguía odiando aquello cómo el primer día pues al principio odiaba tener que lidiar con un niño y sus berrinches, no contaba con que la adolescencia de Camila sería peor para ella, la tortura que sufría su polla no era comparada con la tortura que llegó a sentir en sus oídos cuando la pequeña bebé no dejaba de llorar. El pequeño cuerpo en desarrollo de la pequeña morena le hacía tener erecciones accidentales, cómo aquella primera vez que notó lo mucho que había crecido su pequeña morena.

Era una tarde calurosa y Camila simplemente vestía unas pequeñas bragas rosadas y una camisa cómo dos tallas más grandes que la suya, aquel día había notado lo bien que se había desarrollado su trasero, oh lo notó muy bien, inconscientemente había estado frotando su polla mientras Camila estaba empinada luchando contra un rompecabezas.

Se sintió sucia pero nadie podía culparla. Había pasado más de diez años desde que tuvo a una mujer entre sus brazos, engañándose a si misma se metió en la cabeza que aquel había sido el motivo, había pasado mucho tiempo desde que disfrutó del buen sexo y por ello sus ganas acumuladas habían estallado aquel día. Se lo repitió tantas veces cada vez que Camila se acurrucaba por las noches en su cama por que tenía miedo, se lo repitió tantas veces cada vez que se masturbaba pensando en sus labios rosados, imaginando cómo sería su rostro al tomarla, cómo gemiría mientras la montaba duro y profundo.

—¿Lolo? - Preguntó Camila desconcertada ya que no había respondido nada.


Oh nadie, absolutamente nadie le quitaría a Camila de sus brazos, ni el Rey ni siquiera un estúpido príncipe marica. Camila le pertenecía por derecho, y ella era muy celosa con lo suyo.

—¿Por qué has hablado con extraños? ¿Por qué siquiera saliste de casa sin autorización? - Las mejillas de Camila se encendieron.

—Fui al lago - Susurró —Él estaba rondando perdido por aquí - Los puños de Lauren se cerraron al imaginar que aquel sucio humano había estado viendo el cuerpo desnudo de Camila.


—Sabes que yo siempre haré todo para protegerte, ¿Lo sabes, verdad? - Decía Lauren con calma mientras se acercaba a pasos lentos a la morena.


—¿Qué sucede, Lolo? - Preguntó con una sonrisa confundida. Camila sabía que Lauren la quería pero jamás lo demostraba, se enfadaba cuando la morena quería abrazarla, se molestaba cuando Camila se colgaba a ella para besar sus mejillas y decirle lo mucho que la quería. Esta actitud extraña le hacía sentirse confundida, se preocupó al instante pues tal vez la mujer que consideraba su madre estaba enferma y ella no lo sabía —¿Lolo?

—Hay personas malas en este mundo, podría considerarme una de ellas - Camila negó —Ese hombre sólo quiere tu cuerpo, puedo oler su deseo a kilómetros - Camila frunció el ceño.


—¿De qué hablas, madre? - Lauren debería sentirse una escoria por ponerse dura con aquella mención. A Lauren le encantaría tener a Camila llamándola mami, debajo de ella —El príncipe David ha pedido que vengas conmigo a una cena en su reino, él quiere esto enserio - Las sienes de Lauren pulsaban con furia, Camila hablaba de ese hombre cómo si llevaran tiempo conociéndose. Arrancaría la garganta de ese hombre si se atrevió a tomar lo que es suyo.


—¿Te has estado escabullendo sin permiso? - Lauren gruñó a lo que la inocente morena se sonrojó.


—Lo conocí en el lago... - Repitió.


—¿Te ha tocado? - Gritó mientras la tomaba por el brazo. Camila negó pero a Lauren no podía engañarla, su mirada marrón dictaba otra cosa. Su pecho dolió al imaginar a su Camila con alguien más —¿Por qué mientes? - Murmuró dolida.


—Me ha besado, madre... sólo me besó y quiso tocarme pero no se lo permití.


Aquello había sido todo.

Los ojos verdes ardieron en fuego y con un par de susurros por parte de Lauren, Camila había caído en un sueño profundo desvaneciéndose en sus brazos. Beso su frente mientras la dejaba en la suave cama que compartirían de ahora en adelante y camino en busca de aquel asqueroso humano que tuvo la valentía de siquiera mirar a la pequeña morena. Arrancaría su garganta primero, después sus manos y su diminuto miembro sería un regalo para el rey. O tal vez lo dejaría vivo, en un estado dónde sintiera lástima por sí mismo, eso sería su castigo.

Oh, castigaría a la morena por ser una nena desobediente. Toda la vida había sido así y ya era hora de imponer un castigo por su actitud.

Sus manos temblaban para cuando regresó al páramo, sus nudillos estaban rojos por los golpes que había propinado al humano, le había dejado en claro dónde estaba su lugar y cómo no debía siquiera pensar en Camila, otra visita que hizo fue al rey Alejandro, también le había asustado con despojarlo de todo si seguía con esa estúpida idea de querer a Camila de vuelta en el reino, el rey había tomado su decisión hace años, él y su ambición habían preferido el poder que a la niña.

Camila fue suya desde que la obligaron a cuidar de ella, Camila era suya desde que se había encargado de protegerla.

La morena de casi diecisiete despertaba y sentía cómo si hubiese dormido una eternidad, estiró sus extremidades con una sonrisa pero se borró al instante al sentir alguna especie de soga en sus muñecas y tobillos, Camila comenzaba a entrar en pánico cuando escuchó el sofá de la esquina chillar aquello la hizo girarse a esa dirección, reconocería aquellas largas piernas en cualquier lugar.

Era su cuidadora, Lauren. Lolo cómo ella prefería llamarla.

¿Porqué Lauren la mantenía atada a la cama? Ella creía que escaparía, que equivocada estaba.

Camila jamás querría escapar de su mami.

—¿Lo? - Vio sus ojos verdes brillar en la oscuridad.

—Ese príncipe como tú lo has llamado solamente quería tu pureza, ¿Ibas a dársela? - La morena se sonrojó y negó —¿Estás mintiéndome de nuevo? - Negó.

—Él dijo... - Lauren se puso de pie haciéndola callar.


—Esa inocencia es la misma que él quería... - La piel de Camila se erizó cuando sintió las puntas de los dedos de Lauren acariciar lo largo de sus piernas, su piel áspera le hacía sentir cosas a la pequeña morena que no debían ser buenas, ella sabía que no eran buenas. Había escuchado en el pueblo que si una mujer estaba deseosa por ser tocada aquello la convertía en una cualquiera, una mujer de la calle.


¿Que pensaría la gente si pudiesen leer sus pensamientos?

Ella había imaginado a su mami sentándola en sus piernas y tocándola cómo no era correcto. Si las personas pudiesen ver lo que ella imagina la condenarían.

Camila sabía que aquello estaba mal, desde la diferencia de edad hasta que Lauren era una criatura mágica y no debía mezclarse con ella, estaba mal sabiendo que Lolo era cómo su madre y ella la quería más allá de lo fraternal. Cuando se dio cuenta que no era apropiada la manera en la que quería estar con Lauren decidió darse una oportunidad con un humano, y había encontrado a David, él la quería hacer su esposa pero no era tan inocente cómo lo aparentaba, Camila sabía que el príncipe David era capaz de hacerla su esposa con el fin de reventar su cereza.

A lo largo de los años a veces veía cómo su cuidadora recorría su cuerpo con la mirada, siempre creyó que había leído mal entre líneas pero ahora... que la tuviese atada a su cama sólo significaba una cosa. Sonrió internamente pero siguió actuando cómo el pequeño cordero más inocente de la tierra.

Camila estaba ansiosa por montar la polla de Lauren, la había visto, ese tronco de carne era el adecuado para hacerla mujer, no estaba segura cómo encajaría pero apostaba a que Lolo lo haría funcionar.

Para cuando Lauren llegó a sus muslos la morena tenía las bragas empapadas, su coño punzaba necesitando alivio cuanto antes. Lauren tenía manos femeninas pero fuertes, con un solo movimiento abrió sus piernas logrando que su vestido suave de satén se levantara revelando un poco más la cremosa piel de sus muslos. Camila intentaba cerrar las piernas resistiéndose a su cuidadora consiguiendo que Lauren gruñera.

—Nunca te haría daño, Camila - Murmuró mientras una vez más separaba sus muslos —Sólo quiero comprobar que sigues intacta, pequeña bestia.

Sus muñecas dolieron cuando Camila trató de zafarse del agarre, Lauren no lo sabía pero anhelaba que la tocara ahí para poder sentirse mejor. Lauren levantó un poco más la tela de su vestido, sonrió como un lobo frente a su presa cuando noto la mancha de humedad en sus bragas blancas. ¿A Camila estaba gustándole eso? Ya parecía que si. Cepilló con sus nudillos su intimidad sobre las bragas casi chillando de gusto al sentir frío porque los había humedecido. Con su dedo medio se burló de la morena cuando lo paseó por los bordes poco a poco haciendo a un lado sus bragas hasta que uno de sus labios rosas quedó expuesto. Lauren acarició el vello mojado de sus labios  haciendo que se retorciera gustosa.

—Mal... - Ronroneo Camila —Por favor.

—Vamos a comprobar si sigues virgen...

Lauren hablaba más para sí misma. Subió a la cama tumbándose sobre su abdomen quedando entre sus piernas, que vista tan perfecta estaba teniendo. Sus ojos verdes brillaron con hambre al ver su coño expuesto cuando rasgó sus bragas, sus labios brillaban empapados, juraba que podía ver su pequeño botón palpitar, tenia poco pelo a sus al rededores y aquello solo la excitaba aún más, después se encargaría de quitar su vello ella misma si Camila lo prefería así. Con una de sus manos se encargó de abrirle los labios revelándole que efectivamente estaba intacta y tan lista para que ella solamente se tumbara sobre su cuerpo y la montara hasta que a Camila le temblaran las piernas sin poder con más.

—Ma... mami por favor, no - La polla de Lauren soltó un poco de esperma —¡Ah! - Camila gimió y movió sus caderas cuando sintió cómo Lauren escupía en su coño para después pasar solo la punta de su lengua delineando sus labios terminando con una chupada a su clítoris —Suéltame...

Quería que la soltara y así podría enterrar sus dedos en su largo cabello negro. Lauren no la escuchó, la mujer madura continuó chupando y penetrando un poco su ternura con la punta de su lengua, los gemidos y pequeños sollozos de Camila le tenían la polla cómo una vara, erguida y con mucho dolor por conseguir liberación. Los dientes de Lauren rasguñaron un poco sus labios rosados siendo aquello el detonante para que llegara al tan ansiado orgasmo.

Ojalá hubiese sido el primero, pero no era así. Camila se había tocado antes mientras Lauren daba sus rondines verificando el páramo, Camila se había frotado cómo un pequeño gatito el coño con la ropa interior de su cuidadora, a veces se corría sobre las sábanas en las que ahora estaba acostada, gimió aún más alto al recordar cómo nada era suficiente cómo hasta ahora. Si eso le había provocado su lengua no podía imaginar lo que sería su polla penetrándola.

Lauren tragó el líquido vizcoso que emanaba del coño de la princesa Cabello, chupó tratando de dejarla completamente limpia pero Camila continuaba empapándose, sus labios estaban hinchados y sensibles pero ella quería más. Sin embargo no lo diría, por el contrario ella trataba de cerrar las piernas lo cuál era inútil pues las sogas solamente lastimaban sus tobillos. Lauren se colocó de rodillas admirando cómo el cuerpo moreno se retorcía buscando su libertad, ella sonrió mostrando sus blancos dientes, Camila gimió cuando vio los colmillos de su cuidadora crecer. La ojiverde rasgó el suave vestido de Camila dejando sus pechos casi inexistentes al aire, ella no tenía pechos grandes pero se podía imaginar prendida a ellos hasta dejarlos con escozor. Los ojos marrones se abrieron enormemente cuando vio cómo Lauren se llevaba las manos a su pantalón de cuero, escuchó detalladamente cómo bajaba el cierre y quitaba su cinturón.

Realmente iba a suceder, estaba sucediendo.

—Lolo, por favor...


—Te ves tan linda fingiendo - La voz de Lauren estaba cargada de puro deseo.


La mirada de Camila estaba puesta en el pene de la ojiverde, lo había visto de lejos pero verlo tan cerca y tan parado era una sensación totalmente distinta. Lauren hizo presión en la cabeza de su polla tratando de aliviar un poco el dolor pero sabía que se calmaría un poco cuando estuviese enterrada profundamente en el coño virgen de la princesa. Con sus dedos hizo presión hacía abajo logrando que el miembro saltara agitándose, la punta brillaba por la filtración de su semen, sabía que no podía procrear con un humano pero la idea de correrse dentro le hacía palpitar la polla.

—No puedes... no podemos - Susurró Camila aun con la vista en su verga pálida —Me tengo que mantener virgen para quien me espose - Habló un poco más recuperada. Lauren se burló ante ello, sus pezones duros y su coño mojado no pensaban igual.


—Tu pequeña cereza me pertenece... soy tu mami, he cuidado de ti pequeña y este será mi premio por mantener a una criatura tan torpe con vida - Decía aquello mientras quitaba el resto de su ropa —Vas a ser buena chica y me vas a recibir bien, tu coño caliente abrigará por completo mi polla y no pelearás por ello... - El coño de Camila se apretaba con cada palabra sucia que salía de la boca de su cuidadora —Eres lo suficientemente grande para tomar mi polla.


Moviendo un dedo hizo que las sogas de sus brazos se aflojaran sólo para que las de sus piernas se estiraran más abriéndolas a su antojo, Lauren con fuerza hizo flexionar sus rodillas acercando su coño al borde de la cama, su boca salivaba en abundancia por meter su lengua nuevamente en su ternura pero tenía otros planes, unos que por mucho eran mejores. Las manos de Camila se aferraron a las sogas cuando Lauren le abofeteó el coño con su polla, así lo hizo un par de veces más quedando maravillada con el sonido que provocaban sus golpes en la humedad de la morena. Presionó un poco la cabeza sobre su botón y Camila agitó su cuerpo, la ojiverde quería saber hasta donde era capaz de fingir su pequeña bestia, ella se continuaba rehusando a pesar del desastre que era su coño todo pegajoso, sus líquidos le llegaban al culo y tal vez Lauren podría utilizarlo cómo lubricante ahí mismo más tarde. Continuó jugando con su polla sobre su clítoris y sus labios.

Honestamente, Lauren admiraba la fuerza de Camila. Se sentía orgullosa que había aprendido bien de ella.

Perdida en su pequeño coño Lauren jaló las caderas de la morena hacia ella, manteniendo una mano sobre su pelvis se llevó la otra mano a la base de su pene e hizo un poco de presión sobre su entrada. La respiración se le atoró, sus ojos brillaron amarillos casi perdiendo el control de sus acciones. Camila era extremadamente estrecha para ella, Camila era extremadamente caliente por dentro. La ojiverde mordió su labio inferior buscando un poco más de control y continuó lentamente con la penetración. Los orbes verdes veían cómo cada centímetro de su larga verga desaparecía en aquel maravilloso coño.

—Lolo - Entrecortada Camila dijo aquello cuando Lauren por fin había atravesado la única barrera entre ellas, su virginidad. Lauren podría gritar para que todo el maldito páramo supiera que había hecho suya a la princesa Cabello, podría incluso hacer que todos los reinos al rededor lo supieran.


—Eres una buena chica... - Lauren lamió sus labios secos mientras recorría con la mirada la vista que tenía.


Camila sobre su cama con los brazos extendidos atados en las extremidades, sus pezones duros cubiertos por una pequeña capa de sudor, lo suave que se veía la piel de su abdomen, bajó un poco más su mirada y aquello hizo que se le escapara un poco de semen. Vio por largos segundos la unión que mantenían.

Las piernas de Camila estaban abiertas recibiendo el peso de su cuerpo, el poco pelo que tenía estaba húmedo con los rastros del orgasmo anterior, su verga estaba enterrada en ella hasta la base, no había nada afuera. Lauren gruñó cuando Camila apretó sus músculos internos casi impidiéndole que se pudiese mover pero con un pellizco a sus pezones la morena se relajó.

—Ojalá pudieras ver esto... - Se burló su cuidadora mientras veía su polla entrar y salir a velocidad media.


—Suéltame y podré verlo, madre... - Camila propuso sabiendo que de alguna manera aquel titulo volvía loca a la ojiverde.


En respuesta Lauren la tomó por las caderas y comenzó a penetrarla con más rapidez, el páramo era tan silencioso que la ojiverde disfrutaba que solamente se escuchara el choque de su verga en la humedad de Camila, disfrutaba escuchar los jadeos de la morena y el pequeño ruido que hacían los barrotes de madera cuando Camila estiraba sus manos.

—Mami te cuidará... nada te faltará, jamás - Lauren murmuraba embriagada del placer que estaba sintiendo.


—Me has cuidado tan bien - Camila ronroneó —Me haces sentir tan bien... ahí...


—¿Dónde? - Soltó tensa la ojiverde.


—Ahí... justo ahí... - Camila apretaba su coño impidiéndole continuar con la penetración.


Camila, la pequeña princesa, la nena que tenía mal comportamiento la iba a volver loca.

Lauren comenzó a acariciar el pequeño botón de Camila mientras se enterraba profundamente en ella con golpes bruscos; el coño de la princesa comenzó a dar pequeños espasmos, apretaba su polla mostrando cómo estaba a punto de correrse, aquella sensación embriagaba de deseo y placer a Lauren. El sentimiento de posesión era cada vez más intenso en su interior, su verga palpitaba y se hinchaba ante la idea de vaciar todo su espeso esperma en el coño tierno adolescente de Camila.

—Laur... ¡Lolo! - Camila gimió alto mientras se estremecía en la cama, quería cómo el infierno rasgar las ataduras y poder arañar la espalda de su cuidadora mientras se seguía corriendo —Mmh... Lolo... - Sus jadeos salían entrecortados. El placer era inmenso pues Lauren no dejaba de enterrarse dentro de ella, en un movimiento rápido echó su cuerpo sobre Camila sin dejar de penetrarla llevó su boca a los pechos de la morena, los chupo y restregó su rostro sobre ellos, luego beso sus pequeños montículos haciendo un camino de besos hasta su cuello dónde beso y lamió un punto clave para que la morena volviese a gritar de placer.


Fue todo lo que Lauren necesitó para que los primeros chorros de semen salieran de su verga, se estaba corriendo tan fuerte que creyó desmayarse en cualquier momento. Camila abrió la boca jadeante cuando Lauren unió sus labios aprovechando su sorpresa la ojiverde metió la lengua a su boca disfrutando de lo dulce que sabía, apostaba que Camila había comido deliciosas fresas a escondidas antes de que todo esto sucediera, la morena amaba robar frutos que Lauren guardaba cómo reservas, gimió y soltó un poco más de semen cuando imaginó recorriendo su suave piel con frutos rojos y disfrutándolos desde su cuerpo y por qué no, que Camila comiera su fruta favorita desde su verga, Lauren podía apostar que Camila sería una buena chica y comería todo lo que la ojiverde tuviera para darle. Lauren se separó de los labios de Camila lamiendo los suyos para poder dejar su sabor ahí, su vista mejoraba cada segundo más, la morena con su cabello revuelto, su rostro sonrojado, sus labios rojos e hinchados, sus tetas con marcas de posesión junto con su cuello y su cuerpo sudoroso.

Con un gruñido sacó la polla de su coño sonriendo al ver su cremosidad combinada con la de Camila con pequeños rastros de que la había reclamado por primera vez. con otro movimiento de su dedo las ataduras de sus piernas se deshicieron al instante y la cuidadora no perdió tiempo en girar el cuerpo de Camila alzando sus rodillas mostrando su culo y coño cómo un manjar en ofrenda a ella, su boca se hizo agua al ver su coño húmedo y sonrosado por lo que acababan de hace, los brazos de Camila se cruzaron por el movimiento pero continuaban atados, se apoyó sobre sus codos y giró hacia la ojiverde enfurecida, parecía que no podía calmar sus ganas de dejarle claro de quién sería de ahora en adelante.

—Mal... mi gatito duele - Dijo atrevida la morena mientras sonreía con malicia. Fue entonces que Lauren se dio cuenta que existía una cara, un lado de Camila que no conocía hasta ahora —Vas a besarlo y a hacerlo sentir bien, ¿Mami? - Sus enormes ojos marrones brillaban con maldad pura.


En lugar de una caricia lo que Camila recibió fue una gran bofetada en sus grandes nalgas por insolente. Lauren le iba a enseñar que las niñas malas tenían lo que merecían.

—¡Oh! - Camila chilló.


Camila era una chica escandalosa.

La morena retorcía su trasero buscando la verga de Lauren, ella necesitaba sentir su carne caliente en el coño para tratar de aliviar un poco el dolor.

—¿Buscas esto? - Rozó con la punta de su polla la vagina palpitante de Camila. Su pequeña lo quería tan mal. Lauren abrió sus nalgas tanto cómo pudo, deseaba y estaba jadeante por romperle su bonito culo también pero, tal vez en otra ocasión pues por ahora la sensación de su esponjoso coño apretado era embriagante y mejor que nada —Crees que no sé que todo el tiempo buscabas provocarme... dejabas tus bragas empapadas a mi vista para que tu olor me torturara... - Lauren se acercó a su coño y aspiró luego lamió chupando lo que escurría —Voy a follarte todo el tiempo para compensar aquello y todos los años que pasé sin una mujer por tu culpa - Lauren abofeteó el coño y las nalgas de Camila dejando calientes las mejillas y sobretodo rojas.


Aquellas palabras le molestaron a Camila, ella debía ser la única mujer que Mal quisiera para tener debajo de ella cogiéndosela duro y rápido cada vez que la tuviera dura, sólo Camila podía montar su polla cada vez que Lauren estuviera caliente y deseosa, ella era su mujer, ella era suya para complacerla en todo lo que su cuidadora deseara hacer, se lo debía y Lauren se lo merecía.

—Quiero lamer tu polla cómo a una rica fruta - Soltó —Y luego saltar sobre ti hasta que me duelan las piernas - Camila estaba decidida a decir absolutamente todo lo que pensaba.


—Vas a obtener todo eso y más, pequeña bestia - Alineó su verga sonrojada y se hundió en su coño húmedo —Vas a cuidar de mi y de mi verga porque te toca devolver el favor.


—¡Si! - Camila gimió gustosa por ser penetrada y escuchar los deseos de su cuidadora —Te haré sentir bien siempre que quieras, mami...


Las palabras sobraron después de eso, la ojiverde penetró con ímpetu el coñito de Camila aferrando sus manos a las nalgas de la morena, acariciaba cuanto podía su cuerpo disfrutando de los sonidos que Camila emitía, se sentía poderosa por hacerla sentir bien, se sentía dueña de todo al escuchar lo mucho que Camila estaba disfrutando del sexo junto a la mujer que la cuidó toda la vida.

—Oh... Mal... tus... tu boca - Lauren tenía el control pero darle lo que la pequeña bestia quería le excitaba de igual manera, echó su cuerpo sudoroso sobre Camila y tomando un puñado de su suave cabello castaño le giró la cara con brusquedad dándole el beso que quería, sus besos eran descuidados, sucios y bruscos, llenaba su boca de saliva cuando metía su lengua imitando su verga penetrando su suave coño, Camila gemía en alto y movía la cabeza tratando de seguir los movimientos de Lauren pero su coño siendo follado la distraía.


Los brazos de Lauren se envolvieron en el torso de Camila llevando sus movimientos más lentos pero con profundidad y fuerza, pellizcando sus pezones duros la morena ronroneó y chillo llegando una vez más al orgasmo, era una sensación indescriptible pero estaba segura que al lado de Lauren sentiría aquello todo el tiempo, Lauren le regalaría deliciosos orgasmos cada que estuviera deseosa.

Lauren deshizo las ataduras de sus muñecas para traerla consigo, el cuerpo de Camila temblaba cuando llevo sus manos hacia atrás tomando el cabello azabache de Lauren.

—¡Lauren! ¡Aah! - Las uñas arañaron la nuca de la ojiverde cuando esta la colocó encima de ella y penetró con rapidez su coño sensible —Lauren... Lauren....


Lauren sonreía y se motivaba a enterrar su verga más duro al escuchar su nombre ser saboreado por su pequeña princesa. Su mano se cerro sobre la garganta de Camila sin llegar a lastimar cuando sintió su vientre tensarse, gimió en el oído de la morena cuando su verga se sacudió en el interior de Camila, Lauren siseaba mientras dejaba su espesa leche en Camila.

—Agh... mi dulce Camila... - Los movimientos de su cadera iban disminuyendo a medida que dejaba de eyacular.


Sus respiraciones iban a la par, regulándose poco a poco, Camila con las piernas débiles se despegó de la aun dura verga de su cuidadora y se giró recostándose sobre esta, queriendo estar lo más cerca posible de Lauren, su amargada cuidadora, la temible criatura mágica que la había cogido tan bien. Sentía escozor en su coño pero ello la hizo sonreír satisfecha, la espera había valido la pena.

—Tu padre, querrá separarte de mi - Murmuró Lauren mientras acariciaba la espalda de la morena —Ha mandado un informe acerca de querer tu presencia en el castillo - Sintió los delgados brazos de Camila aferrarse aún más a ella.


—Quiero estar contigo...


—Sobre eso no tienes opción - Camila sonrió escondida en su cuello —Sólo quería que supieras lo que está sucediendo...


—Huyamos juntas - El tono soñador de Camila le hizo saber a Lauren que haría todo por mantener a Camila feliz y junto a ella.


Días más tarde cómo lo había previsto, el Rey Alejandro había mandado una artillería a rescatar a la princesa y eso no era todo, el príncipe David había hecho presencia también en busca de venganza, de su reino también habían enviado guerreros, Lauren apreció que tuvieran la valentía de hacerlo pero con sólo un par de movimientos había derribado a todos los hombres que habían tenido la osadía de pararse en el páramo, en su territorio.

Con lo que Lauren no contaba era que una criatura de su propia raza quisiera hacerle daño a su princesa Camila, mientras Lauren destruía a los humanos Eider había tomado a Camila a la fuerza y se la había llevado un par de kilómetros lejos de Lauren, ahí la criatura de grandes alas trató de asesinar a la morena repitiendo que era su misión, repitiendo que Camila había destruido la vida de Lauren al ser atada a ella por años, Eider odiaba a los humanos pero a nadie odiaba más en ese mundo que a Camila Cabello, esa humana insignificante le había robado la atención de Lauren.

La ojiverde con velocidad tomó a Camila en sus brazos y la alejó de Eider, la cuidadora odio tener que actuar en contra de su propia raza pero no le había dado opción, cualquier ser viviente que fuese capaz de ponerle una mano encima a su dulce Camila pagaría las consecuencias con su propia vida.

—Quiero que vayamos al lago - Susurró Camila en sus brazos mientras se apretaba a Lauren, la morena necesitaba limpiarse la suciedad y la culpabilidad que sentía por todo lo que había ocurrido.

—Haremos todo lo que tú quieras, pequeña bestia  - Murmuró llevándola hasta el agua cristalina —Nunca dejaré que nada te pase, nunca permitiré que nadie te aleje de mi, me perteneces...

—¿Lo juras?  - La sensación de pertenecer a Lauren le calentaba el pecho pero también le excitaba —Quiero montarte dentro del agua - Provocó Camila.


—Mía - Gimió Lauren embriagada por todo lo que Camila representaba.


Era suya, se pertenecían, su dios así lo quiso cuando la obligó a cuidar de este humano, agradecía todos aquellos dolores de cabeza que la morena le había dado cuando era pequeña pues ahora estaba obteniendo su recompensa.

La princesa Camila Cabello era suya, ahora era su reina.

One Shots - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora