COWGIRL

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Montana, 1976.


Podría estar acariciando mi cuello con un refresco congelado, el calor era totalmente infernal, honestamente estaba arrepintiéndome por hacer este viaje, en estos momentos hubiese deseado no haber aceptado.


¿Que podría hacer yo en un rancho?


Se me consideraba una chica de ciudad, nunca había viajado a esta parte alejada de la población, había sido un camino largo y he de confesar que me tenía de mal humor pero con algo de emoción. Mi amiga Sofía me había arrastrado y prácticamente implorado para que la acompañase a la casa en donde nació y se crió por pocos años, ella insistía que fuese a aquel viaje por qué aseguraba que me enamoraría de su hermano, Ryan.

El hombre perfecto con educación que cualquier mujer desearía por esposo.

No lo dudaba, sentía profunda curiosidad por conocer a Ryan, supongo que aquello me llevó hasta este punto.

Después del viaje en tren, tuvimos un viaje de un par de horas en auto, el sol estaba quemando mi piel y el calor me estaba haciendo sudar por todas partes, todas.

Cuando estaba por quejarme una vez más Sofia sonrió mirando la bonita casa blanca en medio de la nada, había un camino de piedra con cercas de madera vieja, era extrañamente, hermosa. Había un granero a unos cuantos metros y un par de hombres trabajando en el, automáticamente el mal humor se había esfumado de mi ser, era un mundo completamente distinto al que había vivido toda mi vida, a mis veintiún años solamente me preocupaba por obtener un mejor estatus que el resto de mis amigas.

Yo podría vivir aquí el resto de mi vida.

Un hombre mayor salió de la casa con una sonrisa en su rostro mientras se acercaba al auto donde bajó Sofia para darle un fuerte abrazo, según nuestras charlas tenía años sin ver a su padre y madre, el momento me hizo sonreír inconscientemente pero luego me sonrojé cuando un hombre más joven salió de la casa con ropa pulcra, alguien que definitivamente no encajaba ahí, el hombre joven sonrió mostrando sus dientes perfectos y abrazó a Sofia murmurando lo mucho que la había extrañado, él debía ser Ryan.

—Ven... - Guió a su hermano hasta donde yo estaba —Esta es mi mejor amiga, Lauren - La mirada de Ryan recorrió mi cuerpo haciéndome sentir incomoda —Lauren, él es mi hermano mayor Ryan - Sonrió cambiando su postura de depredador.


—Mucho gusto - Sonreí un poco forzada. Juro por dios que cuando se acercó a besar mi mejilla lo escuché aspirar cerca de mi cuello.


Lo que me esperaba.

Sofia no se percató de ello y si lo hizo, no dijo nada ella sólo continuó presentándome a su familia y mostrándome cada rincón de su casa, era divina. Los muebles contrastaban a la perfección y su madre mantenía cada detalle perfecto, también me mostró el jardín que con tanto esmero había creado con sus propias manos, era una increíble postal.

Totalmente agotada fui a la habitación que me habían asignado colocando el pestillo, su hermano no me daba confianza, no podía creer cómo Sofia consideraba perfecto a Ryan. Comencé a desempacar y cerca de media hora después tome una ducha que honestamente la necesitaba con urgencia, había sido un día largo, cuando salí de la ducha me percaté que la cortina estaba abierta así que me acerqué a cerrarla pues algún empleado podría verme o peor aún, Ryan.

Entonces la vi. Una mujer con vaqueros desgastados y botas completamente sucias, ella llevaba una blusa sin mangas que estaba segura en algún momento fue blanca y su cabello estaba amarrado en una coleta alta, esa mujer estaba en la puerta del granero apilando un montón de paja, se veía tan concentrada, no podía ver bien su cara pero apostaba que estaba con el ceño fruncido.


Di un pequeño salto cuando levantó su mirada y nos encontramos, su intensa mirada se clavó en mí y pude sentir como si pudiese ver a través de mi, cómo si de alguna manera pudiera conocer todo lo qué hay detrás de mi. Con un sonrojo me aleje de la ventana y me vestí rápidamente para bajar a cenar con la familia de Sofía.


Estuve callada mientras ayudaba a Sofi y su madre a poner la comida en la mesa, no podía dejar de pensar en la extraña mujer del granero, tenía dudas sobre porque estaba haciendo trabajos de un hombre, se veía tan delicada en medio de toda la suciedad, pero pude notar cómo pequeños músculos se formaban en sus brazos al tomar un puñado de paja. Cuando la comida estuvo por completo en la mesa, la familia de Sofía tomó asientos dejándome al lado derecho de Ryan, me sentía incómoda pues él mantenía su vista sobre mi cuerpo todo el tiempo, cerca de diez minutos más tarde la mujer que había visto en el granero entró de manera brusca al comedor, ella tenía ropas similares pero su cabello estaba húmedo.


—Padre, creo que no deberías permitir que una dama como Lauren, conviva con una salvaje cómo tu protegida - Dijo Ryan con desagrado sin importarle qué aquella mujer estuviese escuchando.

—¿Dónde está tu educación? - Habló la mujer erizando mi piel con su voz, hablaba bajo pero con fuerza.


—Siéntate, Camila, cuéntanos si por fin aprendiste a leer o por lo menos a escribir tu nombre - Se burló Ryan a lo que su padre golpeó la mesa mirándolo con decepción.


—Parece que a la persona que le falta educación no es a Camila - Siseó su padre dejando la tensión en el aire a lo que la madre de Sofi aclaró su garganta haciendo que Ryan bajara la mirada y la mujer de pie se disculpara por lo bajo —Ven Camila, quiero presentarte a la señorita Lauren Jauregui amiga de Sofía - Mis mejillas se sonrojaron cuando su intensa mirada se posó en mi.


—Mucho gusto - Extendió su mano agitando la mía con brusquedad, me hizo doler el brazo pero no lo dije.


—El gusto es mío.


El resto de la cena fue algo incomoda pero pude averiguar quien era la mujer del granero. Su nombre era Camila Cabello, una persona a la cual habían abandonado en la puerta del granero hace más de veintiséis años, una mujer que había sido acogida por la familia de Sofía y dedicaba su vida a agradecerles con su trabajo y esfuerzo, me atreví a preguntarle directamente porqué no había querido estudiar ella respondió que eso no era importante pero el padre de Sofi se había encargado a darle la educación que era necesaria. Había algo en ella que me intrigaba con el simple hecho de mirarla pero, me había dado cuenta que no sólo llamaba mi atención, también la de Sofi.


Una noche mientras caminábamos cerca de la casa me confesó cómo tenía la pequeña ilusión de que Camila se fijara en ella, decía que su padre la adoraba y si Camila querría estar con ella su familia no sería un problema bueno, al menos sus padres pues Ryan había mostrado su desagrado por la mujer del granero todo el tiempo.


Los días pasaban y mi atracción por ella se hacía cada vez más grande con cada mirada que cruzábamos, ella me sonreía de una manera que hacía mis piernas flaquear, verla montando a caballo solo me hacía querer estar con ella y ayudarle a hacer el trabajo no importaba cuán sucia o sudada estuviera. Cada pensamiento de ella era una tortura lenta pues principalmente consideraba a Sofía mi mejor amiga como para traicionarla inclusive con el pensamiento. En segundo lugar, nuestros estatus no eran los mismos además de que mi familia jamás me permitiría mantener una relación con una salvaje como Ryan la llamaba.

Con el paso de los días Ryan también se había mostrado diferente, atento y ya no me incomodaba con miradas extrañas, me atrevía a decir que su compañía era agradable.


—Señorita Jauregui - Mi corazón se aceleró por el susto que me dio Camila —¿Se encuentra bien?


—Me has asustado, estoy bien - Le sonreí y ella hizo lo mismo. Vi cómo acomodaba la silla de su caballo y luego quitaba los guantes que usaba para trabajar y los guardaba en un pequeño bolso en la silla —¿A dónde vas? - Fui curiosa.


—El señor necesita unas cosas que sólo puedo conseguir en el pueblo vecino - No supe cómo ni porqué solté lo siguiente.


—¿Puedo ir contigo? Nunca he montado - Ella me había dado una sonrisa ladina.


—Sé que no - Dijo socarrona y la mire confundida hasta qué caí en cuenta a que se refería, mi semblante se puso serio y ella me sonrió para luego guiñar —Vamos - Debí haberme negado después de escuchar lo que me dijo pero al contrario tome su mano  y me mostró cómo subir al caballo, minutos después subió dejando su cuerpo pegado al mío, sus brazos rozaban los costados de mi torso y su rostro estaba cerca de mi hombro, escuchaba su respiración pesada,  y antes de que pudiese decirle que era una mala idea el caballo se echó a correr haciéndome gritar.

—¡No te burles! Podría haber muerto... - Ella seguía riéndose pero uno de sus brazos se había abrazado a mi manteniendo una mano sobre mi estómago. Aquello me hizo sonreír tímidamente y simplemente me recargue en ella queriendo congelar este momento hasta que tuviese suficiente pero, algo me decía que nunca tendría suficiente de ella.


—¿Tú y Ryan van a formalizar? - Preguntó de la nada ya cuando íbamos regreso al rancho.


—Somos amigos nada más.


—A él le gustas, lo escuche hablando con su padre acerca de cortejarte y poder llevar las cosas más allá... - Podía escuchar el disgusto en su voz.


—Pues el resultado será terrible ya que lo rechazaría - Cuando terminé de decir aquello pegó con fuerza mi cuerpo al suyo haciéndome jadear, sentí su longitud cobrar dureza en mi trasero y aquello me hizo sonrojar.


Cerca de una hora de silencio después el sol se estaba ocultando cuando llegamos al rancho, al llegar al establo Camila me ayudó a bajar y quitó la silla del caballo colocando todo en la puerta para luego girarse hacia mi para decirme un simple gracias, yo no respondí a ello solo asentí guardándome lo que realmente pensaba, había sido la tarde más maravillosa que había vivido aquí desde hace más de un mes.

Al siguiente minuto, Camila se había abalanzado hacia mí dándome un casto beso, fue tan rápido y fugaz que apenas pude parpadear, ella se alejó un poco para verme a los ojos y luego volver a posar sus labios gruesos sobre los míos a diferencia que esta vez fue brusca y diferente, su lengua me sorprendió cuando se introdujo en mi boca, sentí su mano en mi nuca tomando un puñado de mi pelo con fuerza alejándome de ella. Ella estaba tan jadeante inclusive más que yo, había oscuridad en aquel establo pero podía ver sus ojos marrones brillar, brillaban tanto cómo el sol, era cómo una especie de hipnotismo pues me había hecho quedarme estática a la espera de lo que ella quisiera.

—Vas a dejar tu ventana abierta esta noche, señorita Jauregui - Murmuró mientras acariciaba la piel expuesta de mi cuello haciéndome estremecer —Lo harás, ¿Verdad? - Dijo metiendo su mano dentro de mi blusa acariciando cerca de mi seno.


—¿Lauren? - Escuchamos a lo lejos la voz de Ryan. Nos separamos con Camila yéndose por alimento para su caballo —¿Qué haces en medio de la suciedad? - habló viendo fijamente a Camila.


—Estoy ayudando a Camila - Note cómo la morena escondía una sonrisa mientras se acercaba a su caballo.


—Mi madre y mi hermana están preguntando por ti, será mejor que tomes una ducha y vayas hacia ellas - Dijo para luego girarse y salir de ahí.

Un sentimiento de culpa se apoderó de mi mente al saber que había besado a la mujer que mi mejor amiga deseaba para ella. Sin más salí también de ahí ignorando los llamados de Camila, no estaba actuando de manera correcta, no estaba siendo una buena mujer, estaba siendo una mujer de la cual mis padres se avergonzarían.

Me abstuve de bajar a cenar con Sofi y su familia estando segura que no podría verla a la cara pero sobretodo porque estaría Camila ahí, cómo todas las noches.

Cerca de la media noche no sabía cuantas veces había girado en la cama, no sabía cuantas veces había cubierto y descubierto mi cuerpo con las sábanas, mi mente no dejaba de pensar en Camila y el increíble beso que habíamos compartido, beso que me había dejado excitada y deseosa de un poco más.

Un ruido cerca de la ventana me sacó de mis pensamientos, sabía que era ella pero no me moví, no abrí la ventana para cuando ella golpeó el cristal, los ruidos eran cada vez más altos amenazando con quebrarse en mil pedazos en cualquier momento. Me puse de pie harta de aquello y abrí la ventana haciéndome a un lado pero ella no entró.

—¿Qué es lo que quieres? - Pregunte molesta pero en tono bajo.


—A ti - Confieso que mis pezones se irguieron al escucharle un poco más ronca —Vamos - Negué. Ella frunció el ceño y se acercó hasta tomarme la mano —Vamos - Advirtió.

—No voy a salir por la ventana, no iré contigo a ningún sitio.

—Si lo harás o voy a comenzar a gritar - Abrí mis ojos y luego negué con la cabeza.

—No lo harías  - Ella sonrió.

—Pruébame  - Infló sus pulmones de aire pero no le permití que gritara pues cubrí su boca con mi mano.


Camila entró a la habitación sólo para tomar una manta y mis sandalias, se arrodilló ante mi y me las colocó luego me arrastró hasta la ventana dónde salimos y comenzó a caminar hacia el granero.

Su mano entrelazada con la mía se sentía en el lugar correcto.

No serviría de nada seguir negando la atracción entre nosotras.

Cruzamos el granero y caminamos más allá hasta una pequeña colina dónde había una pequeña casa, su casa. Mis manos comenzaron a temblar por los nervios que sentía, ¿Quería esto?

Sí, mil veces sí.

Al cerrar la puerta ya no había marcha atrás, ella cerró la puerta de madera y luego tomó mi rostro entre sus frías manos, sentí su respiración caliente y luego sus labios igual de fríos que sus manos pegarse a los míos. Parecía que ella tenía hambre, hambre de mi. Camila metió su lengua a mi boca tocando cada rincón de la mía, clavaba sus dientes en mi labio inferior y luego chupaba.

Ella comenzó a guiarme a ciegas hasta una cama lo supe porque sentí el filo de esta, mis piernas chocaron contra ella pero Camila no hizo otro movimiento, ella sólo dejó de besarme robándome un gemido, me había quejado por la pérdida. Sin quitar la mirada de mi ella fue desnudando mi cuerpo, admirando una que otra zona cuando debía, su mirada me hacía sentir cómo si fuera la mujer más hermosa que hubiese visto. Con manos temblorosas quité botón por botón, estaba desesperada por sentir su piel rozar con la mía pero también quería saborear cada segundo pues tal vez sería la primera y única vez que estaría con Camila. Cuando llegué a sus vaqueros ella tomó mi mano con fuerza y me susurró que ella los quitaría, así lo hizo, quitó el cinturón, bajó la cremallera y luego bajó sus pantalones junto a sus calzoncillos hasta que estuvieron en el suelo, su miembro estaba erguido y de un tono sonrojado. Tragué saliva y desvié mi mirada, nunca había visto a nadie desnudo, no a un hombre, no a una mujer, mucho menos a una mujer con algo extra entre sus piernas.

Camila tomó una de mis manos con lentitud para acercarla a su entrepierna mientras que con su mano libre tomó su polla desde la base y comenzó a mover la punta sobre la palma de mi mano, sentía mi cara arder.

—Vamos, tócame... hazme sentir bien... - Susurró cómo si le doliera.

Ella siseó cuando cerré mi fría mano sobre su falo, me mantuve quieta hasta que ella comenzó a mover sus caderas mostrándome cómo quería que la tocara. Mi cara ardía para cuando aceleré mi movimiento, se hizo más rápido y con ello su respiración también, Camila me tomo por las mejillas y volvió a atacar mis labios con un beso cargado de deseo, me besaba con hambre llena de pasión mientras follaba mi mano, sus caderas iban y venían, sus jadeos se mezclaban con mis gemidos.


La deseaba, deseaba que me tomara, deseaba que me montara, anhelaba que me mostrara el placer de estar con una salvaje.

—Nunca he tenido a una mujer tan bonita cómo tú - Murmuró mientras besaba mi cuello —Eres hermosa, eres perfecta - Chupó un área de mi cuello que me hizo chillar —Vas a tomar mi polla cómo una reina, sé que la primera vez es algo dolorosa pero...

—Camila - Gemí su nombre.


—Después de meterme en ti voy a cuidarte, voy a lavarte y hacerte sentir bien ahí abajo...

Tomó uno de mis pechos en sus manos amasándolo mientras repartía besos a su al rededor, no sabía que la realidad superaba las historias eróticas que había escuchado o leído, cuando Camila cepilló sus dientes en mi pezón fue cómo si un interruptor hubiese sido encendido dentro de mi, chupaba y mamaba haciendo un desastre en mi intimidad, sentía palpitaciones que antes no sentí. Aferraba mi mano libre a su cabello queriendo algo sin embargo no sabía que era, no sabía que era lo que mi cuerpo necesitaba hasta que sentí la punta de su miembro rozarse en mi muslo cerca de mi vagina y luego un líquido caliente derramarse ahí.

—Tómame - Le dije embriagada de deseo.

Tal vez era lo que ella esperaba porque al siguiente minuto estaba tumbada boca abajo en su cama. Ella había recorrido toda mi espalda con su lengua hasta llegar a mi nuca dónde aspiró y luego retiró mi cabello hacia un lado, sentía su aliento caliente en mi oído pero aquello no era lo que tenía mi atención, estaba concentrada y algo temerosa de lo que venía a continuación, Camila había alzado un poco mi culo y metido entre mis glúteos su miembro, ella se acariciaba conmigo.

—Realmente nunca he tenido una mujer - La punta se situó en mi entrada —Apuesto a que ese coño suave apretará mi polla cómo un maldito anillo - Soltó una risa cuando me retorcí. Ella había sentido cómo contraje el coño al escucharla decir aquello —La señorita Jauregui es una buena chica y cómo tal - El aliento se me escapó cuando introdujo un par de centímetros —Debería mantenerse virgen - Sacó su miembro desconcertándome. Yo quería esto. Traté de girarme pero sus fuertes manos no me lo permitieron.

—Por favor - Rogaba por liberación.

Y entonces sucedió, se había metido en mi vagina hasta la base de su polla. Estiraba las paredes de mi coño haciéndome sentir llena, Camila metía y sacaba su miembro de a poco, escuchaba cómo murmuraba cosas sin sentido, mis sentidos estaban volando. Los movimientos comenzaron a ser frenéticos cuando se escuchó el choque de su piel con la mía, sus manos se cerraron al rededor de mi torso y cuello, su caliente mano giró mi rostro para tener mi boca a su disposición, debería catalogarse cómo asquerosa la manera en que metió su lengua hasta mi garganta.

Debería, pero no es de esa manera, me mojé un poco más cuando me besó de aquella forma tan animal, no tenía sentido, sus movimientos no eran coordinados solamente su lengua, su lengua me follaba la boca justo cómo su polla follaba mi vagina.

Besaba tan rico.

Deseaba que me besara a boca abierta abajo también.

—¿Que pasa por tu mente que te tiene con el coño contraído? - Susurró bajando la velocidad de sus movimientos. Sus dientes raspaban mi mejilla y cuello —Quiero saberlo.

¿Se burlaría de mi si lo supiera?

Alcé más el trasero en su lugar, abrí las piernas cuanto pude para que ella entrara en mi con más facilidad pero por lo contrario ella salió para girarme y caer sobre mi espalda. Camila alzó mis piernas para que las enganchara en sus antebrazos para después volver a buscar mi entrada con su polla. Me penetró echando su cuerpo encima del mío, sus siseos me provocaban más de lo que me gustaría admitir.

Camila metía su miembro en mi con un delicioso pero tortuoso movimiento, sentía cómo su polla se hinchaba dentro de mi, el pensamiento de ella llegando al orgasmo me excitaba. Nuestros cuerpos sudorosos resbalaban bailando a la par, aferré mis manos a su espalda cuando sentía una especie de cosquilleo en mi vientre, vibraciones que bajaron hasta mi vagina, mi sensibilidad se volvió insoportable cuando Camila mordió uno de mis pezones, los chupó con fuerza y acarició su rostro en ellos cuando yo grité de placer. Había tocado el cielo y las estrellas con Camila montándome y marcándome cómo suya.

—Oh... - Camila soltaba pequeños gruñidos pero no detenía sus movimientos —Me aprietas tan bien... eres tan caliente.

—Camila - Gemía su nombre con torpeza. Con mis manos en su cadera trataba de separarla pero eso sólo la animaba a meterse en mi con más fuerza, con más decisión —Camila...

Ella gimió cuando se detuvo de la nada, gimió alto y fuerte mientras sus caderas temblaban. Ella se había corrido. Sentía los chorros en mi interior motivo por el cuál debería de preocuparme pero por lo contrario, me calentaba, me hacía querer provocarla hasta que se corriera tantas veces cómo pudiera en mi. Mi coño se apretó.

—Eres tan linda en todas partes - Murmuró acariciando mis pechos y luego mi clítoris —Mamá y papá deberían escuchar cómo gimes mientras estás lejos de casa - Dijo mirándome a la cara cuando se recuperó. Seguía dentro de mi, tan dura —Sientes cómo me pones la verga, ¿Lo sientes? -Pregunto mientras se movía con pereza dentro y fuera —Debería castigar tu coño por hacerme tener pensamientos malos por una buena chica - Mi boca entre abierta estaba imposibilitada de decir algo por los jadeos que Camila arrancaba de mi con sus movimientos —Míranos... una linda chica de ciudad y una mujer de pueblo sin futuro —Mis manos viajaron hasta sus pequeños pechos jugando con sus pezones, quería tanto acariciar cada centímetro de su piel —El infierno deberá castigarme por las tantas veces que pretendo meter mi polla en tu coño.

—Mmh... Camila... quiero —Mis piernas se abrazaron a su cuerpo —Quiero montarte - Lo dije.


Ella había soltado un sin fin de groserías mientras me tomaba con brusquedad del cabello y nos giraba. Por un momento la timidez regresó a mi no sabiendo que hacer pero las manos de Camila me enseñaron cómo moverme, las mías fueron a sus pechos dónde pellizqué sus pezones y luego comencé con un vaivén de caderas. Ver la cara de Camila casi con dolor me hacía querer hacerlo perfecto, me impulsé un poco saltando sobre su polla sintiéndola más dentro en esta posición. Sonidos sucios llenos de perversidad salían de nuestra unión, ecos se hacían por toda su casa de lo que esta noche estábamos haciendo. Para cuando mis saltos se hicieron más constantes nuestros jugos habían llegado a mis muslos y los de ella, apostaba a que por la mañana cualquier persona podría oler a Camila en mi, Camila olería a mi.

Sus manos morenas se aferraron a mi cabello cuando se sentó en la cama y me atrajo a un beso descuidado, éramos una conexión total, un total desastre ruidoso. Mis manos pararon a su cabello también, la tomé con fuerza impulsando mis cabalgadas más allá.

—Lo estás haciendo bien - Susurró y luego palmeó mi trasero dejando la zona caliente —Estás cuidando de mi polla cómo una campeona - Gruñó aquello entre besos sucios e irregulares.


Camila comenzó a mover mis caderas de adelante hacia atrás haciendo un poco de presión en ciertos puntos, adopté el movimiento de inmediato y comencé a moverme cómo creía que le gustaría, sus jadeos me motivaban a continuar con ello. Su boca buscó con torpeza mi pecho hasta que uno de mis pezones estuvo en contacto con su lengua y dientes. Ella chupaba cómo si la estuviese amamantando y eso sólo me excitaba más, una sensación eufórica me atravesó el sistema e hizo que mis movimientos se hicieran desenfrenados, adelante, atrás y en círculos, aquello me fascinaba tanto cómo a Camila. Ya no me importaba que alguien pudiese escuchar los gemidos que estaba pegando al sentirme tan llena de la polla de Camila, no me importaba que sucediera mañana o en el futuro, hoy estaba con Camila y atesoraría este momento para siempre.

La ardiente vaquera soltó mis pechos sensibles y fue atacando mi piel marcándola hasta llegar a mis labios dónde también me mordió y luego besó con pasión, sus fuertes brazos me abrazaron cuando mis piernas comenzaron a temblar, no podía seguir pero ella tomó el control alzando mi cuerpo y moviendo sus caderas para seguir penetrándome duro.

Oh, mañana dolería, mañana.

—Te quiero duro, duro muy duro - Gemí-grité aquello.


Sentía mi vista aturdida, sentía cómo gotas de sudor corrían por mi espalda, sentía cómo mojaba la polla de Camila cuando obtuve mi orgasmo pero no quería que parara, necesitaba más, quería más. Ella se acostó llevándome con ella encima, dándome el gusto de más cuando me llevó por las caderas alzando mi culo para enterrar su dura polla con fuerza. 

—Ah... ah... ¡Ah! - Chillaba con cada estocada que me daba.

—Buena niña... moja mi verga una vez más -Dijo con gracia pero excitada —¡Mmh!

Gemía y soltaba jadeos, no podía dejar de mirar su rostro, ella frunció el ceño cuando la punta de su polla tocó un punto sensible y esponjoso dentro de mi, mi cuerpo tembló y de pronto quería parar, era tortuosamente fascinante lo que Camila estaba provocando en mi y en mi cuerpo, su mandíbula se tensó, nuestra mirada se mezcló cuando mis ojos se aguaron y me dejé ir. Jamás imagine que se sentiría de esta manera, no podría sentirse de esta manera con alguien más sólo con ella.

El aliento se escapó de mi cuerpo mientras el orgasmo me golpeaba, había caído sobre Camila en peso muerto y luego, sentí cómo ella apretaba mis caderas con ella para después vaciar toda su carga dentro de mi, sentía su semen profundo, los chorros comenzaron a salirse de nuestra unión pero Camila los tomaba y pretendía dejarlos cerca de mi coño.

—Oh, Cam... - Sisee cuando sentí dos de sus dedos embarrar semen en mi entrada trasera.

—Sh... está bien... - Sobaba mi pequeño agujero —Vas a dejarme montarte por ahí también - Me estremecí. Su polla no era enorme pero si tan grande cómo para lastimarme —Voy a ocuparme de ti después, ¿Lo recuerdas? - Hablaba perezosa pero no dejaba de frotarme.


Levanté mi rostro para encontrarme con su mirada marrón brillante.

Mala idea.

Asentí, confiando en todo lo que dijo, confiando en que ella resolvería todo.

Besándome suavemente los labios sus dedos fueron haciendo presión poco a poco hasta que estuvieron dentro. Se sentía extraño pero no dolía, poco a poco metía y sacaba sus dedos para luego hacer lo mismo con su polla en mi coño hasta que estuve más relajada. Luego de minutos con cuidado me dijo que me pusiera boca abajo y la obedecí, ella abrió la carne de mi trasero mientras acercaba sus caderas ahí, me había apoyado de mis codos para obtener una mejor vista, me relajé cuanto pude cuando Camila escupió mi entrada y luego frotó en círculos esparciendo su saliva por mi ano, la punta enrojecida se posó en mi pequeño agujero e hizo un poco de presión pero no podía meterse. Ella comenzó a susurrar que me relajara que la dejase entrar, ella acariciaba mi espalda baja por largos minutos, entonces hizo más presión y me penetró con fuerza. Mordí las sábanas porque aquello me había hecho gritar, me sentía abierta y con escozor.

—Maldición -Murmuró —Voy a llenarte de leche para bebés en segundos - Su tono parecía frustrado pero no molesto.


No sabía cuanto tiempo había pasado pero ahora estaba más relajada, se movió dentro y fuera de mi entrada con lentitud hasta que se volvió más fácil y accesible. Aquí podía sentir las venas de su grosor, sentía cómo cortos chorros de semen se colaban en mi interior.

—Lauren... - Gemía mi nombre cerca de mi oído mientras apoyaba sus manos a mis costados y comenzaba con un vaivén de caderas exquisito.


Dejaba castos besos en mi espalda al mismo tiempo que aumentaba sus movimientos, sus caderas se estampaban ahora con mi trasero y su corto vello me erizaba la piel con dada roce, sus murmullos sucios y sin educación me tenían empapada. Sin temor a ser juzgada por ella estiré hacia abajo mi mano derecha hasta que mis dedos tocaron mi clítoris, me acaricié de un lado a otro mandándome corrientes eléctricas por todo el cuerpo, era delirante la sensación pero me gustaba, me gustaba que Camila me tomara por detrás, me gustaba tocarme mientras lo hacía, me gustaba la manera en la que susurraba cosas sucias cómo si me estuviera revelando sus más oscuros secretos, me encantaba Camila y todo lo que ella significaba.

—Oh Lauren... - Siseó mi nombre mientras soltaba su semen en mi interior. Su mano acompañó a la mía tocando mi clítoris en círculos y con rudeza.

No tardé mucho para acompañarla al final, mi cuerpo cayó en total estado de relajación, mis ojos pesaban y mi piel hormigueaba, poco a poco el sueño fue ganando y todo se hacía cada vez más oscuro, los sonidos se hacían más bajos, llegó un punto en el que le escuché decir que esta era la manera correcta de dormir mientras sentía cómo metía su polla en mi vagina y luego besaba mi nuca, lo último que sentí fueron sus brazos a mi alrededor protegiéndome de cualquier cosa.

Cuando abrí los ojos a la mañana siguiente o por lo menos esperaba que fuese temprano aún para poder regresar a la habitación de huéspedes, mi cuerpo dolía, era un dolor que dejaba una sensación de placer, mis mejillas ardían pues tenía una sonrisa en mi rostro, estiré mi cuerpo un poco y luego noté cómo no había nadie a mi lado en la cama de Camila, no estaba en ningún lado al rededor. Entonces escuché susurros afuera, de prisa cubrí mi cuerpo con una manta y a pesar del malestar entre mis piernas caminé hacia la ventana cerca de la puerta.

"Eres una mierda, ¿Qué futuro tiene a tu lado? ¡Eres una analfabeta!"

Ryan sacudía el cuerpo de Camila desde el cuello de su camisa mientras la estampada contra un muro de madera.

"La haz arruinado, le haz destruido la vida fenómeno de mierda"

Mis ojos aguaron al ver que Camila no se defendía, ella sólo mantenía la mirada baja y se dejaba maltratar por Ryan.

Con el valor que nunca creí tener, abrí la puerta encontrándome con la mirada furiosa de Ryan y la mirada de temor de Camila.

—Pagará por lo que te hizo, Lauren - Ryan habló —Mi padre se enterará de esto, mi padre sabrá sobre cómo abusó de ti - Fruncí el ceño.


—Ella no abusó de mi... estuve con ella por consentimiento y ya suéltala de una buena vez - Gruñí. Ambos me miraron sorprendidos por mi arranque de ira. Ryan empujó a Camila haciendo que esta cayera de espaldas cerca de mi, luego se fue furioso no sin antes dedicarnos miradas de advertencia.


Ayudé a Camila a ponerse de pie y entramos a la casa nuevamente, cuando la puerta se cerró me tiré a sus brazos abrazándola con fuerza.

—Lo siento - Dijo —No pensé más allá del deseo... yo... él tiene razón.

—No - Tomé su rostro entre mis manos importándome poco mostrar mi desnudez —No permitas que sus crueles palabras te alejen de mi - Sus marrones brillaron —Ni siquiera sé que futuro tendremos... lo único de lo que estoy segura es... que quiero estar contigo, pase lo que pase.


—Eres tan bonita - Sus mejillas se sonrojaron pero luego su postura se transformó a segura de si misma —Voy a luchar por ti, señorita Jauregui - Asintió.


Sonreí y luego la abracé de nuevo escondiendo mi rostro en su cuello segura de que funcionaría, confiando en que estaría segura entre sus brazos, que nada ni nadie cambiaría nuestro destino.



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También este es de mis favoritos 😛

One Shots - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora