DECIMOCTAVA NOTA

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Y nuevamente estamos en la escuela, solo un día como cualquier otro. De no ser por las pláticas que habían entre los estudiantes, especialmente sobre el concierto que ocurrió el fin de semana.

-¡Oh! ¿Fuiste al concierto?- le preguntó Tachihara a Lucy.

-Oh, sí. Pero nunca había estado en uno. Me agarré muy fuerte al brazo de mi amigo.

-¿Fuiste con tu amigo?

-Sí, mi amigo Mark. Ambos fuimos al mismo colegio.

-Wow, ya veo. Entonces, ¿fuiste al mismo colegio que el chico tigre?

-Ah... sí... Mi amigo estaba en la misma clase que Atsushi.- explicó la chica.

-¿Eh?~

-Nunca pensó que Atsushi fuera así. Se sorprendió mucho. Y yo también estaba muy sorprendida.- comentó con una pequeña sonrisa recordando los eventos del concierto.

Aquella canción.

Porque de alguna manera yo sabía que significado tenía esa canción. Así que cuando Atsushi comenzó a cantar... Temblé. Todo se sentía muy intenso, sentí que casi me moría.

Entonces tuve a alguien a quien agarrar fuertemente de la mano. Pero en el escenario, Atsushi parecía estar tan solo. Parecía necesitar la valentía de otras personas.

-Ahh... Quiero oír la canción de nuevo.

-¡Sí! Yo también.

-Akutagawa, ¿ya han decidido el próximo concierto?- preguntó Tachihara dándose la vuelta en su asiento.- ¿Akutagawa?

El mencionado estaba recostado sobre su pupitre, y por su estado parecía que su alma ya lo había abandonado desde hace tiempo.

-¡¿Akutagawa?! ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Has muerto?!- comenzó a tocarlo para asegurarse de que siguiera con vida.

-¿Qué pasa?

-Ha muerto por lo de ayer.

-Con que el diablo finalmente se llevó su alma.

-Hablando de morir, el chico tigre se ha quedado hoy en casa.- comentó Higuchi llegando con ellos.

Y la oreja de Akutagawa se expandió tratando de escuchar mejor.

-Después del concierto de ayer, se encontró agobiado y le dió una pequeña fiebre.- explicó la rubia viendo a Akutagawa.- ¿Por qué no lo visita?

El chico levantó su rostro del pupitre, pero todavía tenía esa mirada de muerto.

...

-¿Qué?

Chuuya había recibido el mensaje de Atsushi, el cual le aclaraba que no iba a poder ir a la práctica debido a que tenía fiebre y se sentía enfermo.

-Joder, como los niños pequeños, tienen tanta energía y sin darte cuenta se agotan.- se imaginó un pequeño tigre blanco muerto.

-¡Hey!- saludó Kunikida entrando a la cafetería en donde trabajaba el pelinaranja.

-Bienvenido. ¿Acabaste?

-Tal y como mi ideal, terminé mi trabajo exactamente al mediodía. ¿Me pones un café con hielo?

-Claro.

-Ah, por cierto. Chuuya, toma.- le enseñó un pequeño USB.

-¿Qué es esto?- le colocó la bebida en un pequeño porta vaso.

-El concierto de ayer. Es la canción que grabé ayer.

-Ah...- la mirada de Chuuya brilló más que nunca mientras sostenía el pequeño aparato en sus manos.- ¡Kunikida!

Una Historia De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora