SEPTIMA NOTA

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-¿Huh?

-Atsushi-kun...- dijo el desconocido luego de salir de su shock.- ¿Qué?... ¿Qué haces aquí? No he escuchado nada de ti... Desde hace bastante tiempo...

El pelirrojo se acercaba cautelosamente a donde se encontraban ambos chicos. Tenía una sonrisa nerviosa que no le daba una buena espina a Akutagawa. Abrió más sus ojos al notar el estuche de en la espalda del albino, inconscientemente comenzó a señalarla.

-Espera... ¿Qué es eso... En tu espalda?...

-Espera, ¿lo conoces?- preguntó Akutagawa, quien por instinto cubrió a Atsushi detrás de él. Dirigió su vista hacia el desconocido y de nuevo al chico detrás de él.

-Esa es... la guitarra de Shibusawa... ¿Verdad?...- ambos jóvenes se quedaron como piedras al escuchar aquel nombre. Atsushi al reconocerlo y Akutagawa al descubrir el dueño original de la guitarra, trayendo más dudas al de ojos grises.- ¿Estás tocando música ahora?...

...

"Siempre es así. No sé cómo debo reaccionar. No puedo hacer las cosas que otras personas pueden."

Su respiración se estaba cortando con cada pisada que daba y sentía sus latidos retumbar fuertemente en sus oídos. Corría sin descanso para alcanzar al chico que tenía justo delante suyo y le llevaba una distancia no muy justa.

"Cosas como... Llorar o reír como las demás personas."

-¡Hey Jinko!

"Nunca puedo hacerlo."

El pelinegro por fin alcanzó al menor deteniéndose sujetando la manga de su sudadera. Agradeció al de arriba que no le haya dado un ataque de tos hasta la muerte por la tremenda carrera que acaba de dar para alcanzar al chico. Todo había pasado tan rápido.

Pocos segundos después de escuchar el nombre del propietario de la guitarra, Atsushi pareció recobrar sus sentidos y salió corriendo. Akutagawa se percató de eso un poco tarde, así que sin pensárselo dos veces salió tras el albino dejando atrás al otro chico.

-... ¿Jinko?, Ey, ¿qué te pa-?

Lo volteó para demandar una explicación, pero se preocupó al instante al ver que el chico no levantaba la mirada. El fleco irregular del chico cubría completamente su vista y no daba indicios de querer hablar.

-¿Estás...? ¿Estás llorando?- preguntó inclinándose para remover el flequillo y buscar la mirada del menor. Pero lo que encontró lo dejó bastante sorprendido.

Los ojos del chico, aquellos orbes violetas mezclados con ámbar que irradiaban cierto brillo que le fascinaba a Akutagawa. Esos ojos ahora se encontraban totalmente apagados, llenos de dolor y tristeza, pero lo que le extrañó más, es que no había ni una sola lágrima asomando por sus ojos.

Como si fuera un muñeco.

"¿Qué es esa cara?..." pensó sorprendido Akutagawa. ¿Dónde estaba ese chico alegre que le insistía tanto en aprender a tocar la guitarra?

-¿Estás...? ¿Bien? ¿Qué pasó con ese chico de antes? ¿Y quién es Shibusawa?

El silencio fue su única respuesta, lo cual siempre enfadaba al pelinegro. Pero solo por esta vez lo dejó pasar.

-¿Es algo que no puedes contarme? ¿Tiene algo que ver con que no quieras unirte a la banda?

-No tiene nada que ver con eso...- respondió Atsushi sacudiendo su cabeza en modo de negación.

-¿Entonces por qué?

-Ser parte de una banda significa expresarte a ti mismo frente a otros, ¿verdad? Las personas... me dicen a menudo que parece que no me importa nada... Hasta hay veces en que lo creo...

Atsushi tomaba con fuerza el borde de su sudadera a medida que seguía hablando. Pero para sorpresa de Akutagawa, no parecía que fuera a soltarse en llanto en ese momento.

-Es... Probablemente porque no soy tan bueno como los demás... Cuando se trata de expresarme a mí mismo.

Las palabras resonaban fuerte y claro, una y otra vez, dentro de la mente de Akutagawa. Ver por primera vez al albino formando frases tan completas y la vez vacías lo había dejado bastante sorprendido, pero a la vez tenía una gran irritación sin explicación hacia Atsushi.

"¿Qué es este sentimiento? Mi sangre..."

-Es por eso que...- Atsushi volvía a dirigir su vista hacia el suelo.

"Está hirviendo."

-Digo...

-¿Eres... ¡UN GRAN ESTÚPIDO?!

Akutagawa no pudo controlarlo más, dejó salir toda la ira que contuvo hasta aquel día. Tomó a Atsushi del cuello de su sudadera con demasiada brusquedad y comenzó a gritarle en la cara. Adiós al Akutagawa normal, bienvenido al perro mafioso.

-¡Deja de joder! ¡No hay manera de que no te importe nada! ¡¿Eres malo expresándote a ti mismo?! ¡La razón por la cual te invité a mi banda!... ¡ES PORQUE TU CANCIÓN TOCÓ MI CORAZÓN, ¿ENTIENDES?!

El pelinegro respiraba agitado por la tremenda reprimenda que soltó hacia el chico. Todavía tenía su ceño fruncido y parecía querer gritarle más cosas al albino.

En cambio Atsushi, él se encontraba totalmente sorprendido y parecía que todo el aire se le fue de los pulmones. Después de unos segundos sus ojos parecían haber recobrado el brillo que lo caracterizaba. Y solo por un segundo, sentía que podría llorar.

"¿Cómo es que... puedes decir esa clase de cosas..."

Akutagawa inhalaba y exhalaba varias veces para poder calmarse. Se pudo relajar un poco, pero aún sin soltar al pobre de Atsushi.

"Cuando estás... haciendo esa cara dolida."

-Jinko...- Akutagawa apoyó su frente en el hombro contrario y liberando finalmente al chico de su agarre, evitando la mirada bicolor de Atsushi.- Canta para mí. A mí también... Me gusta esa canción.

Atsushi se quedaba nuevamente sin palabras, escuchando tanto sus latidos como los del pelinegro cerca suyo. Akutagawa despegó su frente de su hombro y solo estaban sus rostros unos centímetros separados del otro.

"Tal vez me haya convertido en un desastre después de que te conocí."

Atsushi respiró hondo, cantándole de nuevo a Akutagawa aquella melodía que le había enseñado en las escaleras donde se conocieron.

"¡Aaah, maldita sea! Es demasiado doloroso." pensaba enojado Akutagawa mientras reposaba su frente con una mano. Nuevamente evitando la mirada del albino, pero ésta vez con el propósito de que el contrario no vea el sonrojo que adornaba su cara.

Solo dejó que la melodía de Atsushi resuene en lo que era una silenciosa noche.

...

Dazai se encontraba oculto detrás de unos pilares cerca de los dos chicos. Se encontraba fumando uno de sus cigarrillos mientras presenciaba el encuentro de ambos jóvenes. Se encontraba casualmente en la zona y cuando iba a irse en su motocicleta escuchó la plática entre los dos, la curiosidad siempre le picaba en momentos como esos.

Le dio una última calada a su cigarrillo para después dirigir su vista hacia la Luna con una de sus tan ya conocidas sonrisas burlonas.

"Esto es... inesperado..."

Una Historia De InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora